jueves, 14 de junio de 2007

48.- "Santo de José Carlos. Quinto"

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Mi Diario a diecinueve de marzo de 2007. Lunes.

Lo celebramos ayer domingo en casa de sus padres, pues ya no es fiesta y hay que ir a trabajar. Con todo nosotros dos nos escapamos a la salida del trabajo a Misa de ocho y media, para comulgar juntos y juntos, unidas nuestras manos sobre el reclinatorio de la Iglesia, darles gracias al Señor y a María, por todo y especialmente por nuestro hijo, parte integrante y central de nuestra vida y fruto “bendito” de nuestro amor.
No puedes ni hacerte una idea, mi querido Diario de cómo me quieren sus padres. Su madre me cuida, se preocupa por mí hasta en los mínimos detalles, me respeta en mis opiniones y en mi manera de llevar la casa y en criar a José Carlos, ya todos le llaman el pequeño Jóse y creo que se le va a quedar ese nombre hasta que lo recupere cuando empiece a buscar una firma que retrate su personalidad, mi madre se mete más, pero mi suegra, es tan respetuosa conmigo, para no interferir en nuestra pareja que no aconseja más que cuando yo se lo pido y casi se lo tengo que rogar. Mi suegro no es que me quiera. Me adora. Siempre me dice que me quiere tanto como a sus demás hijas, como una hija mía, y que para él no hay distinciones. Me cuida, tiene mil atenciones conmigo y siempre está atento a lo que me gusta o necesite. El sabe que hay unos caramelos que me encantan. Cuando mi embarazo y aún hoy siempre me lleva de estos caramelos, unos que son ingleses y vienen en una latita redonda empapados en azúcar glasé.
Y dice que esto de quererme así en nada diminuye ni ensombrece el cariño por sus hijas, pues tan grande que roza o supera el infinito. Las quiere hasta casi la locura. Y así es en consecuencia con ellas. Yo me siento infinitamente feliz que me equipare a ellas, pues no lo merezco ya que tiene unas hijas que son “unos José Carlos” en mujer. Mis dos cuñadas son excepcionales, tanto la casada como la sotera, que creo que al final se irá a monja o a algún Movimiento seglar. Trabaja en su Parroquia de Madrid, con tanta dedicación y cariño que para mejor llevar a cabo su labor apostólica y pastoral ha dejado su carrera de químicas, admirable y solo por llamada de Dios imitable, para estudiar teología en la Universidad pontificia de Salamanca, aunque ella lo hace en Madrid.
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