jueves, 14 de junio de 2007

53.- "El golfo de Víctor Manuel"

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Mi Diario. Reunión del doce de mayo de 2007. Sábado.

De Vanesa.
La Infidelidad de Víctor Manuel.
Vanesa me escribe que ha descubierto la infidelidad y los engaños de su marido, Víctor Manuel.
La carta está en “Enemigos del amor”.
Se recomiendo al lector releerla antes de leer las dos siguientes. Gracias.


De Vanesa.
ENEMIGOS DEL AMOR.
AFECTIVOS.
“El golfo de Víctor Manuel”
Mi Diario REUNION del veinticuatro de septiembre de 2005. Sábado.
LA FIDELIDAD.
Hasta que la muerte nos separe.

Mi Diario a diecisiete de septiembre de 2995.
He vuelto a copiar aquí el texto de "La infidelidad de Víctor Manuel" para que sea más fácil leerlo, pues Carlos y Elena nos dijeron que lo volviéramos a leer para completar el tema de la Fidelidad en el amor, aunque ya lo vimos al tratar de los enemigos del amor.
Así, hoy diecisiete, y el próximo sábado, veinticuatro, leeremos los dos temas complementarios a la infidelidad/fidelidad y así tendremos una visión total de cómo creer en el amor siendo fiel.
DE Vanesa.
“El golfo de Víctor Manuel”
Enemigos afectivos d3el amor.

Estimado Carlos:

Porqué será que la corneada, es la última en enterarse. Víctor, Víctor Manuel, mi marido, es un padre ejemplar. Siempre lo ha sido desde hace cuatro años y medio que nos casamos. Cuando nació Guasimara, nuestra pequeña de tres, se le desbordó la paternidad y el amor hacia mí. Por causa de las causas, estaba en el Golfo Pérsico patrullando, dando el callo por la civilización occidental y la abolición del terrorismo y yo llevaba ya nueve meses de embarazo sola, más sola que la una, más, que la más viuda entre las viudas.
Me regaló una pulsera de brillantes, eres la mejor de todas las madres y me has dado la hija más bonita del mundo. Tú te lo mereces todo y mi amor por ti es casi tan ancho y largo como la rosa de los mares y tan alto como la estrella de los mares Iris. Todo poético, todo amoroso, todo paternal, todo bondadoso.
Mi madre, bendita sea que tengo una madre encantadora y que me adora, pasó en Rota conmigo casi mis primeros tres meses de embarazo, pues estos son fatales para mí. Devuelvo, amanezco con mareo, dolor de cabeza, y unas arcadas que me hacen estar tirada en el sofá de salón casi todo el día.
Y tres meses antes de dar a luz el “señorito marino” o el marino señorito, no sé, se fue a navegar. La Patria lo llamaba. El deber, el servicio y la protección de la comunidad, la Armada, la Marina, su trabajo, su carrera, sus posibilidades de ganar más y ascender, el que todo sus compañeros, militares de honor, se habían ofrecido ya, eran sus argumentos una y otra vez para justificar, a pesar de mi embarazo, su presentación como voluntario a tan arriesgado y valiente destino. A navegar como primer oficial de la Corveta o Fragata o no sé que cascarón con cañones a los mares de próximo Oriente.
Hizo su petate, bueno su maleta, más contento que nunca. Eso sí, sus trajes y uniformes bien planchados, sus camisas blancas impecables, sus zapatos negros como soles, sus, sus, sus…
Y yo envuelta en mi bata rosa todo el día, de la cama al sofá, pues el médico temiendo que lo perdiera me mandó reposo absoluto. Menos mal a Manuela, que es un sol y me cuidaba como a una hija, más que como a la señora del primer oficial del “Jaime El Conquistador.” Que luego resultaría ser el conquistador de Jaime o de Víctor.
La sonrisa no se le quitaba del rostro, de oreja a oreja, ni para despedirse. Para él, el barco es su felicidad. Sí, ya sé, le gusta navegar, es su profesión, su trabajo y si el trabajo es vocación, nació para cruzar los mares, y le agrada es mejor que si fuera un trabajo desagradable o que odiara.
Pero lo que desde luego le gusta es su independencia, su alta aristocracia del mando, sus marineros a su servicio, la tranquilidad de su confortable camarote, antes eran unas pocilgas estrechas y malolientes, pero hoy los de los oficiales son residencias de lujo, con su ordenador, su Internet, navegar navegando, su música en la cadena pequeña estéreo, su butaca cómoda para leer sus novelas o libros, y luego su sala de oficiales para jugar a las cartas, al dominó, leer el periódico o charlar amigablemente sobre las últimas conquistas en el último puerto de ruta.
Sí, Carlos, como siempre una “mala amiga,” mujer del Tercer Oficial, compañero de Víctor Manuel, me lo ha chivateado todo.
Ella se ha enterado que su marido, Domingo, es un juerguista y un ligón descarado de todos los “piano bar” de todos los puertos. Y antes, de todos los caraoques o como se llamen. Y, ¡ah! maravilla de las maravillas, su compañero de aventuras y chabacanerías, de juegas y francachelas, de copas de más y mujeres treintonas separadas y hambrientas,
su inseparable y adorado, por superior ligón y avistador de piezas a tiro, es Víctor Manuel.
Quién lo iba a decir del buen hijo, casta de marino, abuelo, Medalla Militar, padre Almirante, ya retirado, con ejemplar hoja de servicio, mejor marido y excelente padre, marino ejemplar y orgullo de la Escuela de Marín.
Ha dejado mi vida deshecha pues tras el nacimiento de Guasimara volvió al mar. A la Mar, como ellos dicen. La mar es femenino. Si será por los ligues en cada puerto. No un amor en cada puerto. Eso sería hasta romántico. Un revolcón en cada puerto y con cualquiera a tiro, en esos bares, donde van a parar todos las solitarias en busca de solitarios, para consuelo y recreo mutuo.
Ves porqué esta carta está llena de ironías y despecho. El muy “cerdo”, perdón, Carlos por la palabra, pero lo es, me volvió a dejar embarazada, espero a Jaime, - hay que tener al menos la parejita, debemos cumplir “el crecer y multiplicaos”, hay que ser solidarios con la humanidad, tengo unas ganas locas de que “ME DES” un varón, ¿será cochino?, me des,- volvió mi madre, bendita sea, y se fue a navegar por los siete mares buscando tranquilidad, comodidad, disfrute, placer y siete revolcones con siete desconsoladas.
Y mientras, yo en casa, atada a la pata de la cama por el sagrado compromiso del sacramento y de mi fe, de la que gracias a Dios no reniego, pues es mi única fuerza para “navegar”entre colegio de Guasimara, lavadoras, cocinar, preparar la ropa de Guasimara, bordar la canastilla, pañales, camisillas y faldón almidonado para el bautizo.
¿De verdad me casé para esto? ¿Porque yo no trabaje, debo seguir aguantando sus infidelidades, ya que él es quien trae el dinero a casa? ¿Por mis hijos, porque tengan un padre, un padre como ese, merece la pena aguantarle?
¿No son en verdad “los hijos de nadie,” pues él, desde ahora, es ya “nadie” para mí?
De verdad que no sé que hacer. No me atrevo a contárselo a mis padres. No puedo trabajar, lo encontraría, creo que pronto, pues soy una muy buena abogada “feminista”, - ¡OH! ironía de las ironías, - especializada en ayudar a mujeres, maltratadas, engañadas, separadas o por separar, ni buscar trabajo ahora en medio de mi embarazo.
Sólo sé que mi barriga engorda y engorda mientras ese canalla vive sin peso ninguno su vida de juergas y francachelas salvajes.
Un beso fuerte. Espero que te acuerdes de nosotros pues el padre de Víctor Manuel estaba destinado en Las Palmas, en el Arsenal, cuando hicimos el Cursillo para casarnos y nos casamos en la Base y allí lo celebramos.
Te mando mi dirección pues espero ansiosa y angustiada tu respuesta. Otro beso fuerte y para Elena, que maravilla de mujer tienes, dos.
Vanesa.
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