miércoles, 13 de junio de 2007

88.- Charlando con el Autor sobre "Crecer en el amor"

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Has llegado al final como un jabato. No te creía tan valiente. Pero has llegado. Y tengo que charlar contigo sobre este capítulo de “Crecer en el amor”.
Desde luego empiezo por darte la razón. Hay otros temas y virtudes que sin duda pueden contribuir, al practicarlas, al ejercitarlas, al llevarlas vivas a nuestras vidas, a crecer en nuestro amor.
Y te invito a que si conoces o piensas en algunas y las crees importante me lo digas. Un e-mail con tu opinión, con tu parecer, con lo que tú añadirías.
Hemos avanzado juntos por el CONOCERNOS, a Dios, a nosotros mismos, a nuestra pareja, a todos los hombres en general, la idiosincrasia particular y exclusiva de la raza humana, y a nuestro prójimo, más prójimo, próximo, en particular.
A VALONARNOS. Nadie ama lo que no conoce, dice el aforismo. Pero nadie ama tampoco lo que no valora.
Es importante, muy importante también ACEPTARNOS COMO SOMOS.
Debemos acepta a Dios tal cual es, y no hacernos un Dios chiquitito a nuestra imagen y semejanza.
Debemos aceptarnos a nosotros mismos tan cual somos, virtudes y defectos, ecuanimidad y pasiones, alegrías y tristeza, optimismo y pesimismo, pereza o debilidad y fuerza de voluntad, etc., pero siempre aceptando nuestra capacidad de cambiar y mejorar, aceptar a los demás como son, y a nuestra pareja, sin exigirles que cambien a nuestro gusto, recuerda, “sólo al gusto de Dios”, y si vemos con imparcialidad que no son al gusto de su Creador, ayudándoles a conseguirlo, de nuevo respetando al máximo su libertad.
Sólo así seremos capaces de ENAMORARNOS con humildad y verdad. No de una ilusión, un sueño o una quimera. De una realidad real, nuestra pareja.
Pero el amor es dinámico. Como el bien y porque es el supremo bien, tiende a realizarse, a hacerse vida. El bien es difusivo de por sí, decían los teólogos. AMARNOS. Pero este amor, sobre todo el amor correspondido a la pareja, solo puede nacer, vivir y crecer, en RELACIONARNOS Y RESPETARNOS. Sólo la relación, el contacto vital con “el otro” puede crear amor y crecer en amor mutuo. Diálogo, ¡ahí cual poco hablan las parejas de novios de los temas fundamentales y cuanto de los superfluos, y ya casi nada o nada de casados!, respeto mutuo, destierro de los celos, libre libertad personal, reconocimiento de la dignidad de la otra persona y de la pareja.
Con el ejercicio del amor, ¿pero el amor es un ejercicio?, sí, si se ejercita y se vive, vendrá el COMPENETRARNOS con una entrega personal absoluta y total, generosa y cariñoso, que desde el sexo a la convivencia irá haciendo una sola carne y un solo espíritu, sin confundirse ni fundirse, en unidad, no en unicidad, sin desaparecer el uno en el otro o los dos en algo nuevo y distinto.
Lo decía Víctor en su charla con cierta gracia: Mira, ahí va Juan. Mira, ahí van Juan y Conchita. Mira, ahí van los Martínez.
Pero Los Martínez son la suma de Juan y Conchita, sin diluirse, que cuantitativamente es más que la suma de Juan y Conchita por separado.
Espero que hayas leído y releído, quizás hasta tres veces, “el perdón de corazón” y los tres apartados sobre la ternura. A mí personalmente me llenaron el corazón cuando los escribí y volví a leerlos.
Y EVOLUCIONAMOS al crecer en el amor. Somos más ricos, más afortunados, más felices, más llenos, más humanos. Sí, fíjate bien, más humanos. Más hombre y mujer. Y no puedo terminar sin recordarte que todo amor, si es verdadero, antes o después, lleva a Dios. Porque sólo Dios es su origen, su permanencia, su vida, su crecimiento y su fin. Todo amor termina en Dios, aunque ni nos demos cuenta. De Dios eterno proviene y al Dios eterno va.
Por eso el amor es fuerte como la muerte, fiel como Dios, y permanente por su misma esencia. El amor no es una letra o efecto bancario a noventa días, ni tiene plazo de caducidad. El amor temporal no es en verdad amor, y el amor de la pareja humana, es uno e indisoluble, como son uno en la carne y en el espíritu.
Y si la pareja se disuelve por la muerte, el amor al que ya se realizó plenamente en Dios, sigue eterno en el corazón del que queda, y aunque venga una nueva pareja y un nuevo amor, queda como un rescoldo cálido y amable que en nada empaña la nueva relación, porque la necesidad de exclusividad se transfiere con pureza y santidad de la antigua a la nueva relación sin morir.
Bueno, creo que me he pasado escribiéndote. Ponme un correo, por favor. Cuéntame cosas y sobre todo dime si te llego al corazón.
Si estas páginas no te han hablado y transformado el corazón mi esfuerzo ha sido en vano.
Espero que el Espíritu de Dios, mi santo, adorado y querido Espíritu, suplan lo que yo no he sabido transmitir y se valga de mi boca, mis páginas y sus palabras, “siervos inútiles somos, si el Señor no construye la casa”, para llegar a tu corazón y hacer crecer la llama maravillosa de tu amor.
Ahora te dejo. Mañana en un nuevo aparte comentaremos los algodones en que he envuelto para que no se rompa la delicada estatuilla del amor. Son las entradas sobre Ana y sus amigos, sus cartas, sus vidas, familias, embarazos y críos, sus nuevos amigos, sus labores de entrega y servicio a los demás, su manera de ver y vivir la vida, como una aventura maravillosa volviendo a la Casa del Padre, sus asistencias a nuevos Cursillos, con complementos a los temas del amor de pareja, la sexualidad, la fertilidad y la paternidad, la fe y el Sacramento del Matrimonio, fenomenal regalo de Alianza con Dios, como Dios ama a los hombres y Cristo Jesús ama a su Iglesia, de la que debo confesarte con humildad estoy profundamente enamorado. La Iglesia de mi Señor y Dios.
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