jueves, 14 de junio de 2007

57.- "El amor meticuloso de Carlos. Los detalles"

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Mi Diario. Reunión del treinta de junio de 2007. Sábado.
LOS DETALLES AFECTIVOS.

“El amor meticuloso de Carlos. Los detalles”
Los detalles afectivos hay que cuidarlos.
Carta de Carlos a todas las parejas.

He de confesar humildemente y “confieso ante vosotros hermanos” que yo, Carlos, he sido siempre un verdadero desastre en los detalles. Ni santo, ni cumpleaños, ni nuestro aniversario, ni un detalle casi nunca o nunca. Para que discutirlo. ¡Qué vergüenza!
Elena, la pobre, ha sufrido y tiene que sufrirme con paciencia, con infinita paciencia en este tema.
A principio se enfadaba. Bastante. Yo creo que era uno de sus tres o cuatro principales reproches. “Parece mentira.” Y lo parecía. Otra vez te has vuelto a olvidar. Y me había vuelto a olvidar. Tú sabes qué día fue ayer. Sí, tu cumpleaños. Me di cuenta porque te felicitaron nuestros hijos. “Y tú ni un detalle…ni una palabra…ni un beso”.
Y bajé la cabeza, humillado. Humillado por mi mismo.
Yo creo que ya me “ha aceptado como soy” Unas semanas antes va preparando el terreno. Se va dejando caer. Dentro de pocos días ¿a qué no sabes que día es? O he visto un perfume en “Fragancias” que fue el que me regalaste hace dos años por mi cumple y ya se me ha acabado.
Siempre recordaré que un día que fuimos todos a pasar el día al campo, allá por Los
Pechos, cerca del Roque Nublo, dimos un paseo entre los pinos. De pronto, Carlitos, nuestro hijo, tres años entonces, salió corriendo, encontró una florecilla entre la pinocha en un recodo del camino, más bien un poco marchita, y arrancándola, se le llevó anhelante de alegría a su madre, y se la entregó con una sonrisa. “Para ti, mamá”
A Elena se le iluminó la cara de alegría, los ojos de felicidad, la boca de sonrisa, y el corazón de gozo.
Una flor casi seca, pero con todo el amor y la inocencia de su vida, tres años o así, porque el amor no es tanto el valor de la cosa dada, cuánto el amor que la acompaña y con el que se reviste.
Pero los detalles, en esto sí, creo, sin faltar a la humildad, que soy algo más expresivo y consciente, los detalles, por simples que sean, es como la crema en los dulces o la guinda en el pastel, son la flor del amor, el perfume del amor.
Abrir la puerta del coche, dejar pasar en las entradas, servir un vaso de agua, preparar la naranjada del desayuno, abrir la cama al acostarse, ir a tirar la basura, cortar el queso para el aperitivo o hacer unos espaguetis porque ella llega de trabajar tarde y cansada al medio día o por la noche, tender la ropa de la lavadora, ir por el pan o la leche, o al supermercado, o pasear al niño, las mil y una cosa de la casa compartidas y quitándole golpes a ella, no considerar labores femeninas aquellas que sí lo eran para nuestras abuelas o nuestras madres, sino de los dos, o de uno sólo si ella no puede o está muy desbordada, son todas cosas para las que no hace falta “acordarse” y son detalles de amor y afecto.
Si a esto, haciendo un esfuerzo añadimos los detalles afectivos, un gesto, una caricia, una palabra amable, una sonrisa, o los de la convivencia amorosa, una flor, un ramo de rosas, un perfume, un detalle por su santo o cumpleaños, una cena sólo y en un lugar romántico, un ir bailar al sitio que le apetece, una excursión o un viaje sorpresa al lugar soñado, y un sin fin de cosas y pequeñas cosas que hacen la vida agradable, compartida y que son la muestra del amor hecho vida.
Os ruego que hagáis una lista de cosas que a ella o a él le apetecen y que serian un puntazo el sorprenderle con ellas.
Ya veréis que hay muchísimas que están al alcance del bolsillo de todos y en todo momento porque no hay que comprarla en Los Grandes Almacenes.
El amor está hecho de pequeñas cosas, de pequeños detalles, y no de actos heroicos y singulares. Sin ellos el amor se va marchitando, agriando, haciéndose rutina y monotonía, y muriendo poco a poco.
Ser detallista es cuidar el amor para hacer crecer el amor. Es mimar el corazón y la afectividad del amado y volcar el corazón más allá de la caricia del tacto en la caricia de la ternura y del afecto, que no se ve ni se palpa, pero está ahí viva y generosa.
Quereos así, con detalles continuos, naturales, sin rebuscamiento, nacidos del amor y vuestro amor crecerá y crecerá en el corazón de ambos.

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