jueves, 14 de junio de 2007

49.- "La entrega total"

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Mi Diario. Reunión del treinta y uno de marzo de 2007. Sábado.
LA ENTREGA TOTAL.

Entrada al tema.

Carta: A Paloma.
“La entrega total”

La entrega total. La ausencia de egoísmo. Entrega de sí mismo.
El sexo como símbolo y signo de la entrega en la consumación carnal.
Si no hay entrega total de la persona, mi yo completo con exclusividad, sin reservas y para siempre, se vanaliza el sexo tanto en su fin procreador los hijos necesitan de sus dos progenitores con estabilidad, como en su fin unitivo.
La reserva o entrega controlada crea inestabilidad, puede crear dudas y es signo de provisionalidad y parcialidad en la intención de los miembros de la pareja.
Nos hemos quedado con algo de nosotros mismos que no hemos entregado. Hay una duda latente en la totalidad de nuestro amor, que se reserva una puerta de escape, aunque solo sea posible y no deseada.
¿Puede una pareja aún antes del matrimonio hacer una entrega mutua total y absoluta de sus personas? Si no es así, esta unión, la comunión carnal signo de la entrega total, queda disminuida y desnaturalizada de su propio sentido convirtiéndola en un acto humano más, sin sentido trascendente, aún con su compromiso parcial y reservas consientes o subconscientes.
Pero pueden. Quién puede dudarlo.
El hecho de firmar un compromiso, matrimonio civil, o comprometerse ante Dios, mediante una alianza sagrada, matrimonio religioso, cristiano sacramento, o de otras creencias religiosas, no conlleva la entrega personal. Es más, puede existir sin ellos y no existir con ellos.
Y en esto que voy a añadir “no tengo mandato del Señor," diré con San Pablo, porque no es doctrina del Sacramento sino especulación personal mía, personalísima, y por tanto limitada. Tan limitada que yo mismo la comparto como próxima a la verdad, a la realidad, más que la realidad y la verdad mismas.
Pero si el matrimonio natural es esa misma entrega personal y completa, consumada y expresada en plenitud en la unión afectiva y carnal de la pareja, signo y significado hecho realidad, yo intuyo que “hay YA matrimonio” desde el mismo momento que se da esa entrega con las connotaciones de perpetua, exclusiva y personal. Para decirlo con otras palabras: están ya casados porque el signo se convirtió en significado, y la entrega en realidad de unión de la pareja.
La firma del compromiso no es más que la ratificación ante la Sociedad de la autenticidad de la entrega con las consecuencias aceptadas que conlleva socialmente este compromiso: estabilidad, hijos, bienes comunes, etcétera...
.Diré que este matrimonio natural es más dudoso en parejas de bautizados, para los que es “obligatorio” el Sacramento. Pero así y todo pienso que ante Dios, muchas parejas de novios que han llegado a ratificar su unión con la consumación carnal del sexo, entregado como donación completa del amor, están de verdad ya casadas.
No podría decir si hasta se ha producido el Sacramento en caso de creyentes bautizados pues siendo los ministros del Sacramento ellos mismos, los contrayentes, solo ha faltado el testigo eclesial, normalmente el sacerdote, y su revelación pública, pues el Sacramento del Matrimonio se celebra ante la Asamblea cristiana del Pueblo de Dios, los testigos.
Dos personas, solas, como unos Robinsones, pueden casarse al hacerse la entrega y yo diría que “Eclesia suplet” y se produce el Sacramento, si son bautizados, cristianos creyentes y si está en su intención él quererlo recibir. Pero el hecho de evitar o evadir el acto ante la Sociedad, - parejas de hecho,- que hoy se llama puede nacer de una reserva de dominio sobre nuestra propia persona que devalúa y mengua y hasta ningunea o vanaliza el acto.
¿Puede una pareja dar y recibir, aceptar, amor en estas circunstancias? Claro que sí, quién puede negar que aún con limitaciones, el sexo puede provenir del amor y de la entrega al otro, del cariño a la pareja y hasta del deseo de vivir juntos para siempre y para siempre entregarse al otro.
Pero también quien puede negar que es un resquicio por donde puede entrar la duda y la sospecha de que la entrega está condicionada a que “vaya bien,” o a que no aparezca alguien que de más o que parezca mejor, tanto en lo temporal, bines, como en lo corporal, sexo y placer.
Pero sobretodo que al no ser plena la entrega, el amor no es pleno. Le estamos negando al amado “algo” que le pertenece, al negarle la plenitud de nuestro yo.
A veces uno desea la ratificación pública de su entrega, el Matrimonio, y el otro le da largas o pone pegas, porque en el fondo no quiere un compromiso verdaderamente completo y estable.-
Y quién puede negar que cuando en una de las partes sólo hay búsqueda de sexo o placer y claramente no hay entrega ninguna la relación sexual de ambos la ha prostituido, al menos para cuantos lo entendemos como signo y expresión de amor.
Claro que la entrega es mucho más y más amplia que el sexo, la unión carnal y todos sus aledaños de sentimientos, caricias, placeres besos, abrazos, y roces vehementes.
Claro que el sexo es símbolo – representa- de la entrega amorosa y que es signo, - significado y significa- esa misma entrega total.
Pero puede circunscribirse en otros contextos, como el placer, el deseo, la voluptuosidad, el Eros, la concupiscencia, el simple intercambio interesado por una o ambas partes y hasta la explotación del otro rebajándolo a simple objeto de mi placer y mis deseos, sin pizca de amor ni siquiera de cariño o consideración.
En otra carta te conté como el sexo puede ser entendido y como a veces se le entiende.
Aquí quisiera terminar en cómo lo entiende Dios Padre, su Creador, la Iglesia en el Sacramento, creado por Jesús, Dios Hijo, y cómo lo debemos vivir los cristianos con la fuerza del amor, del Dios-Amor, Dios Espíritu Santo.
Dios cera al hombre a su imagen y semejanza. Dios es amor, luego crea al hombre para amar. Y para mantener la especie, la procreación, crea el sexo fecundo, haciéndonos participe de su creación, nacida del amor, engendrando en el amor. Dios crea nuestro espíritu, el alma, y nosotros engendramos el cuerpo vivo del nasciturus, entre ambos damos vida a una nueva persona humana.
Y para mantener, aumentar la unión y fijarla en la pareja, para que se comuniquen mutuamente su entrega y su amor crea el sexo, en su sentido unitivo dando estabilidad al hogar y a la familia y haciéndonos vivir el Sacramento. Sexo fecundo, pues produce unión y aumenta el amor de los cónyuges.
Y todo en un marco de gozo, cariño, ternura, placer, deseo, entrega y donación mutua. Es un dar y darse, pedir porque sabemos que el otro está deseando darnos y espera ansioso nuestra petición amorosa, tierna y a veces carnal.
Y así recibimos del otro, porque el amor no solo es dar, es saber recibir del amado, que también es una forma de darnos, dejando que el amado al ser amante llegue a su plenitud dándose a nosotros.
Con cariño, Carlos.

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