jueves, 14 de junio de 2007

46.- "He pusto mi cabeza en tu regazo"

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Mi Diario. Reunión del tres de marzo de 2007. Sábado.

La confianza es parte integrante del amor.
Se que me quieres. Confío en ti.

Carta: A Teresa.
La confianza en el otro.

Querida Teresa:

Me dices que cómo puedes confiar en Pin, Martín, el Martinito de su mamá, tu marido, si sabes de buena tinta que es “un salido y un ligón”. Empleo tus propias palabras para que sea definido por ti y no por mí.
¿Es que acaso no lo sabías desde antes de casarte? ¿Es que, en verdad, tu conquista, no fue activa, sino pasiva, y el chico “más mujeriego”, como se dice en Andalucía, o “faldero”, al que te propusiste llevarte, no digo al huerto, porque tú de eso hasta después del matrimonio, sino a tu redil, fue una conquista pírrica, “por encima de todas este es para mí”, sabiendo en tu subconsciente que seguiría siendo de todas? ¿En verdad estabas tan engañada que creíste que una vez en tus redes, se acabarían totalmente las otras? He de confesar que era el niñato más guapera, atractivo y simpático del Náutico.
El que se paseaba con sus pulóver amarillo chillón o naranja afeminado, el color, claro, y traía por la calle de la amargura a todas las niñas en edad de merecer Si ninguna puede conquistarlo para siempre, solo aventuras pasajeras, te dijiste, yo sí. Y en contra de tus padres, escandalizados, de tus amigas, envidiosas pero sensatas, y de tus demás parientes y amigos, incluido tu tío José Manuel, que como buen pescador siempre andaba por el club y que de testigo ocular de los lotes del ligón lo conocía bien, fuiste a por él y él, que no era tonto, conocía la posición de tus padres, económica y social, se diría, esta si me conviene, aunque soy un niñato sin oficio ni beneficio, nunca paso de tercero de derecho y su trabajo era el descanso de día y las copas con los amigos de juerga de noche, pobres padres marino él, Capitán de Fragata, creo y ella de las “mejores” familias de Campo de Gibraltar, ya me aliviará el suegro y cuando venga el primer nieto, fue nievecita, verá como se ablanda para buscarme como ganarme la vida fácilmente y aparentar que alimento a mi familia.
Ay mi pequeña e ingenua niña. Como estabas de engañada. Cuando se juega con el amor muchas veces, se desgasta el amor, se pierde la capacidad de amar, y solo queda la capacidad de ligar y la “del huerto en hierba apasionada,” ligar para el colchón, sexualidad y sensualidad. Y el amor, y las ganas y el deseo de amar con mayúscula, bueno, para no prostituir la palabra simplemente de amar, muertos.
Confiar es fiarse. Tener fe en el otro. Con-fianza, dar la fianza, la que crea fe en el cumplimiento total del otro, fiarse, tener fe con alguien o con algo, confianza, confiarse.
Confianza como fiarse del otro, es su sentido primero y principal. Confianza en el sentido de compenetración y unión. Unidos y compenetrados, acordes. Confianza en el sentido de descansar activamente en el otro, de comunicarlo todo sin reticencias y sin miedo o tapujos. Confianza en el sentido de saber que el otro, mi pareja en este caso, no me va a fallar, en fidelidad, amor y ayuda toda la vida. Y por último confianza en las relaciones personales de afectividad y cariño, ya simplemente amigables, ya sensitivas y sensibles, ya de la íntima intimidad, sexuales y pasionales.
Y para ello es necesario, conocerlo de verdad, en su intimidad anímica y en sus capacidades, en su personalidad. Hay que hacer un estudio cariñoso del otro y vistas sus cualidades apreciarle generosamente, sin buscar correspondencia en pago. Así nace la amistad que generalmente es el principio de casi todos los amores, más que el flechazo a primera vista. Luego durante el noviazgo, se va conociendo su fidelidad y su entrega. Su manera de entender “ser fiel”. Y del estos valores positivos en la pareja nace la confianza en ella, en el sentido de”confiar en.”
Es el trato y el roce, el que va creando otro sentido de la confianza. La confianza como compenetración. Cada vez más unido, más uno, más nosotros, diluyéndose el yo y el tu, más dejarse “caer” en el otro y sobre el otro, más sencillez y limpieza de corazón, en palabras, gestos, caricias, besos, acciones o esperanza fiable en las reacciones del otro.
Se ha ido desnudando el alma, el corazón, los sentimientos, los deseos, las aspiraciones en la pareja. Se le han ido entregan todo. Y al ser recibido por ella y correspondido en generosa respuesta se ha ido creando un rescoldo del amor, donde nace y vive la confianza. Pon los límites de familia, amigos, conocidos, novio o esposo, hijos, y demás parientes y tendrás los límites de la confianza con cada uno de ellos, con mayor o menor profundidad, con mayores espacios o áreas, contenidos o temas.
Saber que el otro es “mi pareja” y que va hacer todos los esfuerzos posibles para no fallarme nunca.
Hay un matiz importante de la confianza que es la comunicación confiada y el diálogo sin reticencias. Decir las cosas confiadamente es decirlas sin temor, sin miedo al rechazo, al rin tintín, al quedar en ridículo, al que se rían o sonrían de ti, aunque no sena exacta, aunque sean equivocadas, aunque sean “un poco tontas.”
Saber que el otro las va a valorar en su justo valor, no nos las va a reprochar y nos va a dar una visión personal de lo expuesto sin imposiciones propias, en comprensión y libertad.
La confianza sensual o sexual de la pareja, dentro de la afectiva o de la sensibilidad, lleva a unas expresiones del amor y del deseo, en la ternura y el cariño, que el amante explicita en besos, abrazos, roces, caricias y caricias íntimas en exclusividad expresiva al y del cuerpo del amado. Producen estos manifestaciones deleite y agradecimiento en el amado, creando una íntima, profunda y exclusiva unión, unas veces de deseos y voluptuosidad, hasta llegar a la pasión ardiente, sensual y sexual, y otras una tranquilidad sosegada, del cuerpo y del espíritu, en la paz de la entrega confiada, siendo devuelta en el juego alternativo o simultaneo del amor del amado, ahora también y al mismo tiempo amante, al amante, ahora también y simultáneamente amado, cerrando el círculo perfecto del dar, darse, y el recibir, recibirse.
Esta confianza afectiva no despierta en el amado sorpresa o sobresalto, inquietud o zozobra y angustia, sino que es recibida con esperada naturalidad, por la fuerza de la costumbre y la confianza progresiva, porque el amor es, a veces, sosiego, paz, tranquilidad, normalidad relacional, en sus expresiones sensuales afectivas que hacen que la pareja goce de estar juntos, el uno junto al otro, que saboreen el saberte a mi lado, que sienta las delicias y las complacencias sencillas y simples de la compañía tranquila, porque eres tú, ya en el lecho amoroso, con desnudez o desnudez completa, ya en la pareja en soledad compartida, sin presencia o testigos ajenos, en casa, en viajes, excursiones, paseos, produciéndose vestidos, pues el roce de la tela lo sienten las fibras íntimas del cuerpo.
En todos gestos hay que tener un respeto absoluto a los demás, al prójimo, pues no hay espectáculo más depresivo y violento para el testigo, a veces convertido en escándalo evangélico, que cuando una pareja se sobrepasa en expresiones afectivas en público, delante de los demás, el playas, campo, paseos, calles o plazas. Tampoco hay imagen más hermosa como la sencillez y limpieza de los ojos, en expresiones del amor, la confianza o la compenetración, el ir juntos de la mano, algunas expresiones livianas de cariño, ligeras caricias normales y sencillas, abrazos amistosos, gestos afectuosos.
La vista sabe distinguir para condolerse o para suavemente alegrarse en el bien ajeno entre lo natural y humano, expresiones del cariño o la ternura, y cuando tras el gesto o los actos sobrevuela, planea o sobresale la pasión incontrolada e irreverente de la atracción sexual o sensual.
En este terreno el pudor humano y el pudor cristiano, que es el mismo pudor impulsado por el amor sobrenatural a los hermanos, deben sopesar y medirse para no sobrepasarse de la misma forma que se hace en el vestir, el los gestos, en las actitudes o las acciones,
-no provocar, no tentar, no escandalizar,- ¿quién habla hoy de escándalo o pudor? ¡Qué anticuado!- sobre todo en jóvenes púberes que están en la fase de descubrir las capacidades de sus propios cuerpos.
Hasta un perfume excesivo, lo mismo que un escote o que unos pantalones mal puestos, como se llevan hoy en día caídos sobre más debajo de las caderas, en vez de ser atractivos y bellos, pueden ser provocadores y hasta chabacanos.
Mi querida y confiada amiga. Tú puedes confiar en Pin en los avatares normales de la vida, pero su infidelidad interior es un motivo inquietante de que nazcan los fundados celos y que afloren las fundamentadas y soterradas desconfianzas.
Su amor desbordante es puro egoísmo, su entrega aparente, sólo posesión, su dar, darse, sólo recibir y recibir, su tú es sólo yo, yo y yo. Cuando dice “nosotros” se refiere sólo a un camino de vuelta que si bien sale de ti, sólo termina en él, sin retorno posible ni siquiera soñado o deseado. Y lo pero es que su amor está tan podrido que se auto convence y lo cree. Se cree amoroso, entregado, generoso, dadivoso, buscando sólo tu bien y el de los niños y en camino de ida siempre. Si el amor dicen que es ciego, que no lo es, el egoísmo, el egocentrismo y la egolatría ni siquiera tienen ojos, para mirar y ver alguna vez. Es ciega de nacimiento. Cuando se mata el amor, el darse, no nos queda, porque de algo y con algo hay que vivir, sino el más brutal egoísmo. El becerro de barro y el de oro con tu propia cara y tu propia imagen.
La confianza en tu pareja está destruida desde sus cimientos y no puedes confiar en quien no tiene ningún respeto ni conoce que es la fidelidad, ni en lo económico, te engañará, se recuerda que quiso poner tu casa, la regalada por tu padre antes de la boda a su nombre, orgullo masculino, te dijo, ni en la cuenta bancaria, firmas no solidarias sino independientes, pues mientras él tira de talonario o tarjeta para sus camisas de seda, calcetines de hilo, pantalones de tergal caro, o pulóver de lanas selectas, y zapatos de cabritilla, tu dinero, el de tu trabajo se va, y no queda casi nada para comer, y educar a los hijos. Ya pagará el abuelo, que no va a dejar a sus nietos sin alimentarse o sin Colegio de pago y buena sociedad.
Es duro pero debes plantearle el cambio radical y efectivo llamando a las cosas por su nombre. Y si no está dispuesto, o dispuesto no lo cumple, lo tendrás que estar tú. Por él, por ti y por vuestros hijos. No se puede vivir en un infierno ni siquiera en el de la desconfianza y la duda permanente.
La confianza, mi querida Tere, es una actitud normal en la pareja humana bien avenida, del uno para con el otro. Es la fe en el otro, y esta fe es insustituible para que el amor crezca.
Sólo quien puede reclinar su cabeza amorosamente sobre el regazo del amado y quedarse dormido en la intimidad, la cordialidad y la entrega despreocupada, vive en la confianza y el sosiego del amor. Con cariño, Carlos

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47.- "Voy a hecerles una ayuda adecuada"

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Mi Diario. Reunión del diecisiete de marzo de 2007. Sábado.
LA AYUDA MUTUA.


Carta: A Esme y Ismael.
“La ayuda adecuada”
La ayuda mutua es fruto del respeto y el cariño a tu pareja.

Querida Esmeralda y querido Ismael:

Me planteabais en vuestra carta cómo compaginar vuestra libre libertad con la ayuda mutua que como muy bien dices “os debéis”, y el respeto y la aceptación hacia la manera del ser del otro, “aceptar al otro tal cual es”, con al menos una mínima exigencia, para que la convivencia no se transforme en un malestar e incomodidad continuo, por la forma de comportarse la pareja. Podría si no llegarse a una pelea continuada o quizás a una retahíla de reproches más o menos contenidos o a silencios acusadores o explosiones desproporcionadas.
Por respeto al otro ¿hay que pasarlo todo? ¿Hay que callar siempre y aguantar? ¿No se debe pasar nada desde el principio para así marcar bien claro “el territorio”, como los animales en las selvas? ¿Qué es lo que se puede o debe pasar y por dónde no se ha de pasar nunca por mucho que se ame?
En mi primer lugar yo con humildad os diría que todos los roces de la convivencia se deben, hay que tratarlo, en el diálogo amoroso, oportuno, en calma, en el contexto del amor, “has de saber que te quiero, y que es porque te quiero y no quiero que se rompa “lo nuestro”. Quiero decir que nunca se deben ir enterrando ni en el olvido ni en un falso perdón condescendiente y falsamente amoroso. Sería como ir enterrando gas a presión en una basilla de barro que ha de estallar de pronto con quizás heridas irreparables. Por eso el momento tampoco es el de la intimidad amorosa. La intimidad amorosa es para la intimidad amorosa, y de ella solo puede nacer más unión y más amor, nunca discusión, desavenencias, disparidades o pequeños diferencias que puedan oler a reproche. A veces, Esme, algunas mujeres aprovechan este momento en que el hombre está entregado, agradecido y amoroso para “condicionar” sobre las relaciones mutuas, los comportamientos hogareños o sociales o la educación y exigencias sobre los hijos. Para mí, error craso. No cero que a ninguna pareja le pueda producir unión serena y más compenetración y unanimidad.
Así es en el diálogo donde deben salir estos temas y con cariño, con mucho cariño y tacto para no herir ni restregar ni hurgar en la herida o yaga de la debilidad del otro intentar llegar a lo que hoy llaman el consenso. Tú sabes que si te lo digo es porque te quiero. Yo expongo y acepto la decisión libre de tu voluntad. Sólo te pido que lo pienses, que lo medites, que lo reflexione. Puede que sea yo quien esté equivocado. Si es así, lo acepto. Si no lo ves ahora, vamos a tomarnos un tiempo para madurarlo.
Pero sobretodo ese cariño, que decimos tenerle y por el que lo dialogamos se debe ver. Debe estar muy claro. Se debe sentir, debe flotar en el ambiente del diálogo muy fuertemente.
Sí, Ismael, no hay mayor grandeza en el hombre y el la mujer, en el ser humano, que saber rectificar, aceptar sus limitaciones y luchar por enmendarlas y corregirlas.
El diálogo no es intentar convencer al otro de su equivocación o aferrarse a que acepte nuestro punto de vista. Es, serenamente, ponerse en la piel del otro, comprender el punto de vista del otro, ver y sopesar las razones en que se sustenta la opinión del otro.
Luego, también honradamente, honestamente, humildemente, compararlas con las nuestras, nuestras razones o fundamentos, y volver a sopesarlo todo con la nueva riqueza que es la mayor amplitud de miras.
Desprenderse de hábitos, costumbres o manías, dar valor a lo que tiene valor, y despreciar o minusvalorar lo que no lo tiene, hasta tirarlo por la borda de nuestra idiosincrasia o convicciones, apeándonos de lo que pueden ser sólo deseos, apetencias o comodidades más que verdades o realidades sólidas.
Y si no lo vemos ni vemos claro el punto de vista del otro, ni el otro el nuestro después de haber escuchado nuestra “defensa”, es decir si no hay consenso o acuerdo, se debe imponer el respeto más absoluto hacia la postura del otro, y sopesar bien cual es el valor real de lo que se discute, pues a veces es tan baladí que no merece la pena no ceder en algo, que aun sin compartirlo tiene un valor infinitamente inferior al de la concordia y la paz con el ser amado. No claudicamos, no. Cedemos en nuestro punto de vista, porque en nada hiere nuestras convicciones o principio y cae en el sutil y variable campo de nuestras opiniones o deseos.
Y si hay error por nuestra parte saber y recordar que nunca el hombre es más grande que de rodillas, cuando sabe aceptar y rectificar, y con sencillez y simplicidad, sin doblez, pide perdón a ser amado. Y si hay pareja en el amor, el perdón vendrá en el otro, o en nosotros si fuera al contrario, el perdón vendrá, digo, nacido del corazón. El perdón de corazón fruto de la generosidad, de la magnanimidad y de la grandeza del alma.
A veces la ayuda mutua es un sostener al otro, que cae en su debilidad. Te sostengo, te mantengo a flote, te ayudo a superarte o al menos ano hundirte porque te quiero y es mi amor el que te sostiene. El la confianza en mi amor es donde debes sacar fuerzas para tu flaqueza y punto de apoyo para inestabilidad.
Con verdad podríamos decir con el salmista: “Tu eres, Señor, mi Dios, mi fortaleza” a través “de la ayuda adecuada” (Gen. 1) que creaste para el hombre.

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48.- "Santo de José Carlos. Quinto"

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Mi Diario a diecinueve de marzo de 2007. Lunes.

Lo celebramos ayer domingo en casa de sus padres, pues ya no es fiesta y hay que ir a trabajar. Con todo nosotros dos nos escapamos a la salida del trabajo a Misa de ocho y media, para comulgar juntos y juntos, unidas nuestras manos sobre el reclinatorio de la Iglesia, darles gracias al Señor y a María, por todo y especialmente por nuestro hijo, parte integrante y central de nuestra vida y fruto “bendito” de nuestro amor.
No puedes ni hacerte una idea, mi querido Diario de cómo me quieren sus padres. Su madre me cuida, se preocupa por mí hasta en los mínimos detalles, me respeta en mis opiniones y en mi manera de llevar la casa y en criar a José Carlos, ya todos le llaman el pequeño Jóse y creo que se le va a quedar ese nombre hasta que lo recupere cuando empiece a buscar una firma que retrate su personalidad, mi madre se mete más, pero mi suegra, es tan respetuosa conmigo, para no interferir en nuestra pareja que no aconseja más que cuando yo se lo pido y casi se lo tengo que rogar. Mi suegro no es que me quiera. Me adora. Siempre me dice que me quiere tanto como a sus demás hijas, como una hija mía, y que para él no hay distinciones. Me cuida, tiene mil atenciones conmigo y siempre está atento a lo que me gusta o necesite. El sabe que hay unos caramelos que me encantan. Cuando mi embarazo y aún hoy siempre me lleva de estos caramelos, unos que son ingleses y vienen en una latita redonda empapados en azúcar glasé.
Y dice que esto de quererme así en nada diminuye ni ensombrece el cariño por sus hijas, pues tan grande que roza o supera el infinito. Las quiere hasta casi la locura. Y así es en consecuencia con ellas. Yo me siento infinitamente feliz que me equipare a ellas, pues no lo merezco ya que tiene unas hijas que son “unos José Carlos” en mujer. Mis dos cuñadas son excepcionales, tanto la casada como la sotera, que creo que al final se irá a monja o a algún Movimiento seglar. Trabaja en su Parroquia de Madrid, con tanta dedicación y cariño que para mejor llevar a cabo su labor apostólica y pastoral ha dejado su carrera de químicas, admirable y solo por llamada de Dios imitable, para estudiar teología en la Universidad pontificia de Salamanca, aunque ella lo hace en Madrid.
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49.- "La entrega total"

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Mi Diario. Reunión del treinta y uno de marzo de 2007. Sábado.
LA ENTREGA TOTAL.

Entrada al tema.

Carta: A Paloma.
“La entrega total”

La entrega total. La ausencia de egoísmo. Entrega de sí mismo.
El sexo como símbolo y signo de la entrega en la consumación carnal.
Si no hay entrega total de la persona, mi yo completo con exclusividad, sin reservas y para siempre, se vanaliza el sexo tanto en su fin procreador los hijos necesitan de sus dos progenitores con estabilidad, como en su fin unitivo.
La reserva o entrega controlada crea inestabilidad, puede crear dudas y es signo de provisionalidad y parcialidad en la intención de los miembros de la pareja.
Nos hemos quedado con algo de nosotros mismos que no hemos entregado. Hay una duda latente en la totalidad de nuestro amor, que se reserva una puerta de escape, aunque solo sea posible y no deseada.
¿Puede una pareja aún antes del matrimonio hacer una entrega mutua total y absoluta de sus personas? Si no es así, esta unión, la comunión carnal signo de la entrega total, queda disminuida y desnaturalizada de su propio sentido convirtiéndola en un acto humano más, sin sentido trascendente, aún con su compromiso parcial y reservas consientes o subconscientes.
Pero pueden. Quién puede dudarlo.
El hecho de firmar un compromiso, matrimonio civil, o comprometerse ante Dios, mediante una alianza sagrada, matrimonio religioso, cristiano sacramento, o de otras creencias religiosas, no conlleva la entrega personal. Es más, puede existir sin ellos y no existir con ellos.
Y en esto que voy a añadir “no tengo mandato del Señor," diré con San Pablo, porque no es doctrina del Sacramento sino especulación personal mía, personalísima, y por tanto limitada. Tan limitada que yo mismo la comparto como próxima a la verdad, a la realidad, más que la realidad y la verdad mismas.
Pero si el matrimonio natural es esa misma entrega personal y completa, consumada y expresada en plenitud en la unión afectiva y carnal de la pareja, signo y significado hecho realidad, yo intuyo que “hay YA matrimonio” desde el mismo momento que se da esa entrega con las connotaciones de perpetua, exclusiva y personal. Para decirlo con otras palabras: están ya casados porque el signo se convirtió en significado, y la entrega en realidad de unión de la pareja.
La firma del compromiso no es más que la ratificación ante la Sociedad de la autenticidad de la entrega con las consecuencias aceptadas que conlleva socialmente este compromiso: estabilidad, hijos, bienes comunes, etcétera...
.Diré que este matrimonio natural es más dudoso en parejas de bautizados, para los que es “obligatorio” el Sacramento. Pero así y todo pienso que ante Dios, muchas parejas de novios que han llegado a ratificar su unión con la consumación carnal del sexo, entregado como donación completa del amor, están de verdad ya casadas.
No podría decir si hasta se ha producido el Sacramento en caso de creyentes bautizados pues siendo los ministros del Sacramento ellos mismos, los contrayentes, solo ha faltado el testigo eclesial, normalmente el sacerdote, y su revelación pública, pues el Sacramento del Matrimonio se celebra ante la Asamblea cristiana del Pueblo de Dios, los testigos.
Dos personas, solas, como unos Robinsones, pueden casarse al hacerse la entrega y yo diría que “Eclesia suplet” y se produce el Sacramento, si son bautizados, cristianos creyentes y si está en su intención él quererlo recibir. Pero el hecho de evitar o evadir el acto ante la Sociedad, - parejas de hecho,- que hoy se llama puede nacer de una reserva de dominio sobre nuestra propia persona que devalúa y mengua y hasta ningunea o vanaliza el acto.
¿Puede una pareja dar y recibir, aceptar, amor en estas circunstancias? Claro que sí, quién puede negar que aún con limitaciones, el sexo puede provenir del amor y de la entrega al otro, del cariño a la pareja y hasta del deseo de vivir juntos para siempre y para siempre entregarse al otro.
Pero también quien puede negar que es un resquicio por donde puede entrar la duda y la sospecha de que la entrega está condicionada a que “vaya bien,” o a que no aparezca alguien que de más o que parezca mejor, tanto en lo temporal, bines, como en lo corporal, sexo y placer.
Pero sobretodo que al no ser plena la entrega, el amor no es pleno. Le estamos negando al amado “algo” que le pertenece, al negarle la plenitud de nuestro yo.
A veces uno desea la ratificación pública de su entrega, el Matrimonio, y el otro le da largas o pone pegas, porque en el fondo no quiere un compromiso verdaderamente completo y estable.-
Y quién puede negar que cuando en una de las partes sólo hay búsqueda de sexo o placer y claramente no hay entrega ninguna la relación sexual de ambos la ha prostituido, al menos para cuantos lo entendemos como signo y expresión de amor.
Claro que la entrega es mucho más y más amplia que el sexo, la unión carnal y todos sus aledaños de sentimientos, caricias, placeres besos, abrazos, y roces vehementes.
Claro que el sexo es símbolo – representa- de la entrega amorosa y que es signo, - significado y significa- esa misma entrega total.
Pero puede circunscribirse en otros contextos, como el placer, el deseo, la voluptuosidad, el Eros, la concupiscencia, el simple intercambio interesado por una o ambas partes y hasta la explotación del otro rebajándolo a simple objeto de mi placer y mis deseos, sin pizca de amor ni siquiera de cariño o consideración.
En otra carta te conté como el sexo puede ser entendido y como a veces se le entiende.
Aquí quisiera terminar en cómo lo entiende Dios Padre, su Creador, la Iglesia en el Sacramento, creado por Jesús, Dios Hijo, y cómo lo debemos vivir los cristianos con la fuerza del amor, del Dios-Amor, Dios Espíritu Santo.
Dios cera al hombre a su imagen y semejanza. Dios es amor, luego crea al hombre para amar. Y para mantener la especie, la procreación, crea el sexo fecundo, haciéndonos participe de su creación, nacida del amor, engendrando en el amor. Dios crea nuestro espíritu, el alma, y nosotros engendramos el cuerpo vivo del nasciturus, entre ambos damos vida a una nueva persona humana.
Y para mantener, aumentar la unión y fijarla en la pareja, para que se comuniquen mutuamente su entrega y su amor crea el sexo, en su sentido unitivo dando estabilidad al hogar y a la familia y haciéndonos vivir el Sacramento. Sexo fecundo, pues produce unión y aumenta el amor de los cónyuges.
Y todo en un marco de gozo, cariño, ternura, placer, deseo, entrega y donación mutua. Es un dar y darse, pedir porque sabemos que el otro está deseando darnos y espera ansioso nuestra petición amorosa, tierna y a veces carnal.
Y así recibimos del otro, porque el amor no solo es dar, es saber recibir del amado, que también es una forma de darnos, dejando que el amado al ser amante llegue a su plenitud dándose a nosotros.
Con cariño, Carlos.

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50.- "El dulce sacrificio y la renuncia amorosa por tu pareja"

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Mi Diario. Reunión del catorce de abril de 2007. Sábado.
EL SACRIFICIO Y LA RENUNCIA POR EL OTRO.

Querido Diario:
Ayer en la Reunión tratamos de cómo a veces es necesario el sacrificio y la renuncia para que el amor crezca o al menos permanezca y no disminuya y mengue.
El tema salió con la carta que Carlos escribió a Isabela y Juan Carlos cuando se casaron, enmarcándole una carta del padre de Juan Carlos, catecúmeno entonces de confirmación, a Carlos, tras una charla que le dio hace la friolera de treinta y algo de años, en su Parroquia de Santa Brígida.
¡Qué orgulloso están Isabela y Juan Carlos de esas líneas en las que con la naturalidad de un crío de quince años o así, le cuenta cómo bailaba siempre con la más fea, “a mí siempre me toca bailar con la más fea, pero me duermo contento porque alguien se lo ha pasado bien gracias a mí”! De casta le viene al galgo. Así es Juan Carlos con todos. Siempre al quite, siempre a ver cómo puede ayudar, sin meter ruido, siempre atento a lo que cada uno necesita para dárselo antes incluso que te des cuenta que lo hechas en falta. Así está Isabela que parece una reina en un trono o una santa en la peana de un altar. La cuida, la mima, está atento hasta en sus más mínimos deseos, procura hacer siempre las cosas como sabe que a ella le hacen feliz y le gustan y renuncia a todo lo que haya que renunciar con tal que Isabela esté contenta y satisfecha.
Nos contaron en la reunión que han tenido que llegar a un pacto en su matrimonio para no discutir sobre lo que hacer, pues el “lo que tu quieras”, “no, elige tú,” les llevó a un terreno de nadie, en que cada determinación, que era eterna. No se cedía, por hacer el bien o el gusto del otro, sin pensar en el contento, deleite o deseo propio. Ahora por riguroso turno, cada vez elige uno, con la solo excepción de cuando es algo especial que afecta a uno de los dos de manera específica: cumpleaños, santos, de los padres, fiesta de algunos de sus amigos íntimos u otras personales y concretas.
Y sin embargo, el hombre de hoy, y principalmente la juventud de hoy, las parejas como nosotros, quisieran borrar del diccionario una serie de palabras, y sobretodo de sus significados y su realidad existencial que les molestan y duelen a sus finos, delicados y egocéntricos oídos.
Pecado, muerte, enfermedad, padecimiento, sufrimiento, renuncia, dolor, angustia, sacrificio y abnegación. Esas realidades no están de moda.
Tienen esas palabras y sus significados entre los términos más temidos y no deseados, prohibidos, enterrados, descartados de sus intenciones y decisiones, de sus vidas.
Hoy sólo mola “mi bienestar”, mi comodidad, mi prosperidad, mi regusto, “ser feliz”, pero sólo ser YO feliz.
En el fondo, bueno y en la superficie, es un regodeo de nuestros egoísmos, y así paliamos y capitidisminuimos todo lo que es incompatible con nuestros deseos de felicidad exclusiva y egoísta, centrados todos en mi yo. Por concesión graciosa, pero evidentemente sometida y subsiguiente a la nuestra a veces admitimos detrás la felicidad de nuestra pareja u otros, siempre que no se inmiscuya en la nuestra.
Hay que borrarlas de la realidad de mi vida en todo lo posible. O tenerlas en el inconsciente enterradas y cuando se hacen presente en la realidad de la vida y en el consciente huir de ellas como de la peste. No pensarlas o pensarlas como inexistente o que nunca me van a llegar.
Y así muerte, hermana muerte, el cristiano paso a la vida en Dios, lo llamamos eufemísticamente pasar a mejor vida, descansó, se fue, nos dejó, ya terminó todo para él. Y pecado será igual a limitación, debilidad como máximo. Sí existen las aberraciones de otros y o para otros. Mal trato femenino ( o masculino que de dominaciones y violencias incruentas está la historia y los matrimonios llenos) injusticias personales o sociales, opresiones y explotaciones, sobre todo de la infancia, insolidaridad, (porqué habrán nacido tantas ONG, no serán algunas, no digo todas, tranquilizadores de conciencias) explotación sexual, y otras mil barbaries que parecen que están pegadas a la piel de la humanidad con tal fuerza que no se arrancan ni con la piel, ni con la cultura, ni con el progreso progresivo del que presume la izquierda.
Pero volvamos al amor cuando se reviste por necesidad, no por altruismo o masoquismo, de sacrificio, renuncia, privación y dolor en nuestra persona por el bien y la paliación del mal en la otra.
“En la salud y en la enfermedad, en el gozo y en el dolor, en la alegría y en las penas y tristeza.” Así te recibo y me entrego.
Y quien no comprenda, vea y sienta amor, e incluso alegría, en el sacrificio por el otro, ni sabe lo que es amor, ni ha comprendido lo que es amar, ni entiende lo más mínimo, y hasta rechaza, la Pasión de Cristo.
Pero todo Viernes Santo tiene su Sábado de Gloria y su Domingo de Resurrección. El dolor en el cuerpo del cristiano, la angustia y tristeza en el alma del creyente es la Pascua del Señor. El paso, (“pascua”) el camino y el encuentro con el Cristo resucitado. L a muerte no es la muerte. Es el paso a la vida. Y así en la pareja lo negativo de todo mal, (no en el sentido de pecado) al ser compartido se convierte en un bien compartido.
El dolor une cuando se soporta y se ama por el ser amado. ¿No es así el dolor de la madre ante un hijo enfermo? Cuando la prueba parece insuperable, la muerte de los padres o de un hijo, la de la esposa o el esposo, solo el amor encarnado en el dolor, la supera.
Sólo el amor a Dios, el espejo de Cristo en la Cruz, de María al pie del madero, la hace soportable, llevadera y superable.
Ama así, y será un nuevo eslabón más que de acero, de amor, el que te una a tu pareja.
Dios es amor, pero entregó a su Hijo Unigénito a la muerte, y muerte de Cruz, para que en su Resurrección resucitara todo hombre. Y toda pareja. Y tú.
Me ha salido un sermón, querido Diario, pero lo copie al pie de la letra de la hoja de sugerencias de la reunión.
Besos. También ti, José Carlos, que te tengo olvidadillo. No seas celoso. Mil besazos, Ana.
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51.- "En la salud y en la enfermedad"

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Mi Diario. Reunión del veintiocho de abril de 2007. Sábado.
CUANDO LLEGA LA CRUZ.


Carta: De Carlos al grupo.
Todos los días de mi vida.

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52.- "Ya tiene un año"

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Mi Diario a veintinueve de abril de 2007. Domingo.
Nuestro hijo cumple un año feliz.

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53.- "El golfo de Víctor Manuel"

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Mi Diario. Reunión del doce de mayo de 2007. Sábado.

De Vanesa.
La Infidelidad de Víctor Manuel.
Vanesa me escribe que ha descubierto la infidelidad y los engaños de su marido, Víctor Manuel.
La carta está en “Enemigos del amor”.
Se recomiendo al lector releerla antes de leer las dos siguientes. Gracias.


De Vanesa.
ENEMIGOS DEL AMOR.
AFECTIVOS.
“El golfo de Víctor Manuel”
Mi Diario REUNION del veinticuatro de septiembre de 2005. Sábado.
LA FIDELIDAD.
Hasta que la muerte nos separe.

Mi Diario a diecisiete de septiembre de 2995.
He vuelto a copiar aquí el texto de "La infidelidad de Víctor Manuel" para que sea más fácil leerlo, pues Carlos y Elena nos dijeron que lo volviéramos a leer para completar el tema de la Fidelidad en el amor, aunque ya lo vimos al tratar de los enemigos del amor.
Así, hoy diecisiete, y el próximo sábado, veinticuatro, leeremos los dos temas complementarios a la infidelidad/fidelidad y así tendremos una visión total de cómo creer en el amor siendo fiel.
DE Vanesa.
“El golfo de Víctor Manuel”
Enemigos afectivos d3el amor.

Estimado Carlos:

Porqué será que la corneada, es la última en enterarse. Víctor, Víctor Manuel, mi marido, es un padre ejemplar. Siempre lo ha sido desde hace cuatro años y medio que nos casamos. Cuando nació Guasimara, nuestra pequeña de tres, se le desbordó la paternidad y el amor hacia mí. Por causa de las causas, estaba en el Golfo Pérsico patrullando, dando el callo por la civilización occidental y la abolición del terrorismo y yo llevaba ya nueve meses de embarazo sola, más sola que la una, más, que la más viuda entre las viudas.
Me regaló una pulsera de brillantes, eres la mejor de todas las madres y me has dado la hija más bonita del mundo. Tú te lo mereces todo y mi amor por ti es casi tan ancho y largo como la rosa de los mares y tan alto como la estrella de los mares Iris. Todo poético, todo amoroso, todo paternal, todo bondadoso.
Mi madre, bendita sea que tengo una madre encantadora y que me adora, pasó en Rota conmigo casi mis primeros tres meses de embarazo, pues estos son fatales para mí. Devuelvo, amanezco con mareo, dolor de cabeza, y unas arcadas que me hacen estar tirada en el sofá de salón casi todo el día.
Y tres meses antes de dar a luz el “señorito marino” o el marino señorito, no sé, se fue a navegar. La Patria lo llamaba. El deber, el servicio y la protección de la comunidad, la Armada, la Marina, su trabajo, su carrera, sus posibilidades de ganar más y ascender, el que todo sus compañeros, militares de honor, se habían ofrecido ya, eran sus argumentos una y otra vez para justificar, a pesar de mi embarazo, su presentación como voluntario a tan arriesgado y valiente destino. A navegar como primer oficial de la Corveta o Fragata o no sé que cascarón con cañones a los mares de próximo Oriente.
Hizo su petate, bueno su maleta, más contento que nunca. Eso sí, sus trajes y uniformes bien planchados, sus camisas blancas impecables, sus zapatos negros como soles, sus, sus, sus…
Y yo envuelta en mi bata rosa todo el día, de la cama al sofá, pues el médico temiendo que lo perdiera me mandó reposo absoluto. Menos mal a Manuela, que es un sol y me cuidaba como a una hija, más que como a la señora del primer oficial del “Jaime El Conquistador.” Que luego resultaría ser el conquistador de Jaime o de Víctor.
La sonrisa no se le quitaba del rostro, de oreja a oreja, ni para despedirse. Para él, el barco es su felicidad. Sí, ya sé, le gusta navegar, es su profesión, su trabajo y si el trabajo es vocación, nació para cruzar los mares, y le agrada es mejor que si fuera un trabajo desagradable o que odiara.
Pero lo que desde luego le gusta es su independencia, su alta aristocracia del mando, sus marineros a su servicio, la tranquilidad de su confortable camarote, antes eran unas pocilgas estrechas y malolientes, pero hoy los de los oficiales son residencias de lujo, con su ordenador, su Internet, navegar navegando, su música en la cadena pequeña estéreo, su butaca cómoda para leer sus novelas o libros, y luego su sala de oficiales para jugar a las cartas, al dominó, leer el periódico o charlar amigablemente sobre las últimas conquistas en el último puerto de ruta.
Sí, Carlos, como siempre una “mala amiga,” mujer del Tercer Oficial, compañero de Víctor Manuel, me lo ha chivateado todo.
Ella se ha enterado que su marido, Domingo, es un juerguista y un ligón descarado de todos los “piano bar” de todos los puertos. Y antes, de todos los caraoques o como se llamen. Y, ¡ah! maravilla de las maravillas, su compañero de aventuras y chabacanerías, de juegas y francachelas, de copas de más y mujeres treintonas separadas y hambrientas,
su inseparable y adorado, por superior ligón y avistador de piezas a tiro, es Víctor Manuel.
Quién lo iba a decir del buen hijo, casta de marino, abuelo, Medalla Militar, padre Almirante, ya retirado, con ejemplar hoja de servicio, mejor marido y excelente padre, marino ejemplar y orgullo de la Escuela de Marín.
Ha dejado mi vida deshecha pues tras el nacimiento de Guasimara volvió al mar. A la Mar, como ellos dicen. La mar es femenino. Si será por los ligues en cada puerto. No un amor en cada puerto. Eso sería hasta romántico. Un revolcón en cada puerto y con cualquiera a tiro, en esos bares, donde van a parar todos las solitarias en busca de solitarios, para consuelo y recreo mutuo.
Ves porqué esta carta está llena de ironías y despecho. El muy “cerdo”, perdón, Carlos por la palabra, pero lo es, me volvió a dejar embarazada, espero a Jaime, - hay que tener al menos la parejita, debemos cumplir “el crecer y multiplicaos”, hay que ser solidarios con la humanidad, tengo unas ganas locas de que “ME DES” un varón, ¿será cochino?, me des,- volvió mi madre, bendita sea, y se fue a navegar por los siete mares buscando tranquilidad, comodidad, disfrute, placer y siete revolcones con siete desconsoladas.
Y mientras, yo en casa, atada a la pata de la cama por el sagrado compromiso del sacramento y de mi fe, de la que gracias a Dios no reniego, pues es mi única fuerza para “navegar”entre colegio de Guasimara, lavadoras, cocinar, preparar la ropa de Guasimara, bordar la canastilla, pañales, camisillas y faldón almidonado para el bautizo.
¿De verdad me casé para esto? ¿Porque yo no trabaje, debo seguir aguantando sus infidelidades, ya que él es quien trae el dinero a casa? ¿Por mis hijos, porque tengan un padre, un padre como ese, merece la pena aguantarle?
¿No son en verdad “los hijos de nadie,” pues él, desde ahora, es ya “nadie” para mí?
De verdad que no sé que hacer. No me atrevo a contárselo a mis padres. No puedo trabajar, lo encontraría, creo que pronto, pues soy una muy buena abogada “feminista”, - ¡OH! ironía de las ironías, - especializada en ayudar a mujeres, maltratadas, engañadas, separadas o por separar, ni buscar trabajo ahora en medio de mi embarazo.
Sólo sé que mi barriga engorda y engorda mientras ese canalla vive sin peso ninguno su vida de juergas y francachelas salvajes.
Un beso fuerte. Espero que te acuerdes de nosotros pues el padre de Víctor Manuel estaba destinado en Las Palmas, en el Arsenal, cuando hicimos el Cursillo para casarnos y nos casamos en la Base y allí lo celebramos.
Te mando mi dirección pues espero ansiosa y angustiada tu respuesta. Otro beso fuerte y para Elena, que maravilla de mujer tienes, dos.
Vanesa.
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54.- "Dalia, hasta que la muerte nos separe"

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Mi Diario. Reunión del veintiséis de mayo de 2007.Sábado.
A Vanesa.
“Y prometo serte fiel, Dalia, hasta que la muerte nos separe.”
LA FIDELIDAD CONYUGAL.

Javier, mi querida Vanesa, es marino mercante. Capitán de un barco de trescientas toneladas, pequeño buque de carga, que conocí en Palma de Mallorca llevando los vinos de la vega de Jerez desde El Puerto de Santa María. Yo trabajaba allí en de Delegado de la Consignataria. Tendría unos cuarenta y dos o tres años. Era alto, delgado, moreno y de buen parecer. Me invitó a cenar a un Celler, Can d’emoni” y a las nueve le recogí en la escalerilla de su barco para ir juntos.
Simpatizamos. Yo era entonces soltero y ya novio de Elena. Al cabo del rato de estar cenando y casi sin unas copitas porque era casi abstemio, ya empezó la charla más personal e íntima. Tenía ganas y necesidad de hablar. De hablar de sus cosas. De hablar de lo que cada día y cada noche echaba de menos. Afectivamente. Sensitivamente. Quizás, no le reveló claramente, sexualmente. Javier tiene tres hijos y una bella esposa para él la más guapa del mundo, sevillanas, que se llama Dalia. Bonito nombre de flor hermosa. Como ella, me dijo.
Con él navegan, dos oficiales, Primero y segundo de a bordo, Samuel y Pepe, un Contramaestre, Siso, un Jefe de máquinas, Rubén y su segundo, Tito. Ellos seis forman la oficialidad del barco que se completa con ocho o diez, no me acuerdo, marineros, casi todos gallegos.
Antes de empezar estos tres o cuatro viajes contratados desde El Puerto a Palma para el vino y volver con alubias de Alcudia, han hecho viajes a Amberes y Hamburgo con otras cargas. En Amberes, los juerguistas de su oficialidad, tres de ellos casados, le llenaban cada vez los camarotes de “finas señoritas” para pasárselo en grande. Nunca quiso intervenir, me repugna solo el pensamiento de engañar a mi mujer, creo que sería un engaño deshonestidad, desleal a toda mi familia, incluido mies tres hijos, que confían y admiran enormemente a su padre, me tienen por un hombre cabal, muy enamorado de su madre, y les dejaba hacer a su aire sin que sus insinuaciones y propuestas le afectaran grandemente. Cuando ellos decidían llamar a la Agencia de señoritas bien, debía ser cara y de “buena reputación” quiero decir de calidad manifiesta y conocida por los clientes, aunque quitándole el “re” delantero y el “ción” final era totalmente exacta, yo me iba a la ciudad a algún cine de doble película para no asistir ni como mirón al espectáculo. Hacían apuestas y puntuaban las actuaciones de cada “señorita” que se intercambiaban en los camarotes. Entre risotadas y carreras en pelota de ella de uno a otro.
Un día al volver a las tantas de la ciudad al puerto y llegar a mi camarote nada más encender la luz alguien en mi cama metida destapó toda la ropa y quedó completamente desnuda sobre ella. Era un cuerpo de mujer, joven, veintiuno o veintidós, delgada como a mí me gustan sin ser escuálida, pechos redondeados y bien formados sin ser excesivamente grandes, debían estar duros como la piedra, por la tersura de la piel, con pezones grandes y redondos, en unos alvéolos que los rodeaban como dos rosetones grises enormes, piernas alargadas y deliciosas, con un pubis negro oscuro y abundante, para qué voy a contarte, me habían metido en mi cama y allí me esperaba ansiosa por conquistarme todo un bombonazo de mujer que podía atraer hasta al más frío y desapasionado.
Tuve que hacer un esfuerzo, soy hombre como tú y lo comprenderás, para con una sonrisa que no la humillara pedirle por favor que se vistiera. Me miró y con otra sonrisa y un gesto incitador de todo su cuerpo, contorneándose en el lecho, me volvió a invitar a acompañarla. Te lo ruego, pequeña, y no te lo tomes a mal pues no es un desprecio, eres muy hermosa y atractivísima, vístete y te invito a una copa o a un wuisky.
De mala gana salió de la cama como si hubiera fracasado en una apuesta. Y eso era una apuesta. Los muy traidores la habían contratado pagando carísimo y la habían retado a que no era capaz de hacerme acostar con ella. De vencer hubiera cobrado el doble.
Se sentó a mi invitación a un lado de mi mesa. Le serví una cerveza, pues eso me pidió.
Me dijo que era estudiante de Ingeniería, que tenía veintitrés años, que sus padres no podían ayudarla más a seguir la carrera y que una amiga la había puesto en contacto con la Madame para encontrar perras y seguir su carrera. Que esto no le gustaba pero que no tenía más remedio. Así que me la habían pedido culta y con carrera. Le prometí la otra parte de “su sueldo” si callaba y los acallaba, y le conté que para mí era parte de lo más íntimo de mi ser serle fiel a mi mujer, que jamás le había engañado ni con el pensamiento ni siquiera con un sutil y vaporoso, soñoliento y medio consciente sueño erótico.
Que perdonara pero que era mi forma de pensar y de sentir. Mi forma de amar.
Quién pillara uno como tú, con la cantidad de canallas y desvergonzados, calentorros y salidos que hay por ahí entre los casados. Llegar a puerto y al correspondiente polvo de desahogo.
Ves, Vanesa, que hay hombres que tiene el sentido profundo del amor y que saben que amar es ser fiel. Ves que el amor tiene necesidad imperiosa de fidelidad.
Y ves que se puede ser fiel por muy difíciles que sean las circunstancias. Puesto el principio, que es inamovible, debo decirte que el hombre es más pasional que emocional. Que no se “fija” tanto, que no queda atado por la aventura, con la mujer con quien la tiene, porque sólo busca el placer del momento sin compromiso alguno.
No queda atado como la mujer cuando tiene una aventura en los sentimientos y el amor, aunque este amor sea muy primitivo e imperfecto, lleno de egoísmo y placer propio.
También es más débil, más vulnerable en las ocasiones y en el qué dirán de los demás aventureros.
Y no te digo todo esto para disculparlos. Como culpables son culpables de mucho daño, de muchos sufrimientos, de muchas angustias femeninas, de muchas incertidumbres y de muchas rupturas dolorosas, porque aunque se separen el corazón femenino sigue muchas veces muy profundamente anclado en “su hombre”, su marido, su vida y su amor.
Pero antes de tirar todo por la borda, de romper todas las amarras, de destrozar tu vida y tu corazón para siempre, de tomar una postura “de dignidad” y de superioridad en el bien, yo soy la inocente y por tanto ahora se debe arrastrar ante mí, mira si hay algo salvable, aunque quede la herida siempre sangrado un poco para siempre, a pesar del perdón del corazón, que es olvido.
Dios sabe de qué barro estamos hechos, pues nos hizo El de ese barro, “tomó un poco de barro y sopló,” y tú debes saber también de que barro está hecho tu marido, Víctor Manuel, porque es tu mismo barro. Mira para dentro y no te creas superior porque te ves limpia.
Lo primero es serenarte y aceptar los hechos como son con todas sus consecuencias posibles y todas sus maldades, pero también con alguna puerta abierta.
Cuando tu corazón haya llegado a la serenidad con serenidad habla con él. Seriamente, lealmente, duramente, intransigentemente en lo que es intransigible. Dale tiempo para pensar y reflexionar. Para aceptar su error, mayúsculo, sí, pero humano y perdonable pues Dios sabe perdonarlo. No recrimines. Iba a decir que ni llores. Se fuerte. Se exigente pero que él vea que le sigues y seguirás queriendo siempre porque tu amor es fiel y porque adoras al que es padre de tus hijos.
Reza. Reza mucho. Vuelve a rezar y espera. Ten esperanza. No pongas condiciones ni marques más pauta que la de la fidelidad a ultranza. No des plazo de prueba. Deja que él vuelva cuando quiera volver. No lo quieras recibir con las orejas gachas y llorando como un bobalicón, sino arrepentido del dolor causado, de rodillas solo ante Dios y con el propósito decidido y verás, fuerte, valiente, de hombre, de no engañarte más ni de pensamiento.
Que pueda ser así. Que el tiempo y tu generosidad haga borrar tanto dolor de tu alma. Que no hay rencores ni revanchas ni recriminaciones futuras. Que aunque algunas veces te duela en lo profundo del alma nuca los vuelvas a sacra a flote porque el perdón de corazón olvida para siempre, y jamás dice si pero tú un día… tú fuiste así… tú eres capaz de volver… como aquellas esta otra y cientos.
Vanesa, espero que Víctor Manuel que yo sé que te quiere y que sus aventuras han sido arrastrado más por los demás, su debilidad, su soledad, su fragilidad, su barro mal cocido, vuelva a ti y si en algo te defraudó, como Saqueo con el dinero, te lo devuelva cuadruplicado y centuplicado, en amor, dedicación, agradecimiento eterno y silencioso, fidelidad fiel y sincera, para que sigáis siendo una familia en que los hijos adoren a sus padres como es en la vuestra.
Un beso fuerte
Carlos
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55.- "Prometo serte fiel todos los días de mi vida"

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Mi Diario. Reunión del dos de junio de 2007. Sábado.

A Vanesa
Segunda carta tras el perdón.

Es la fidelidad una parte integrante del amor de pareja hasta tal punto que es lo que los filósofos llaman una nota característica de ese mismo amor de pareja, hombre-mujer.
Si no existe, no hay amor, no hay verdadero amor.
No es pues la Iglesia o los curas, quienes no machacan con que para que haya matrimonio tiene que haber voluntad decidida de fidelidad.
La infidelidad asumida y aceptada como parte del matrimonio, es decir el no estar dispuesto a serte fiel todos los días de mi vida “en el momento” de la boda es causa irremediable de nulidad en el sacramento. Así de necesaria es.
Ama, dice San Agustín y has lo que quieras. Y yo te añado ¿puede el que ama, el que ama de verdad, hacer algo que haga daño al ser amado? ¿No es ya esto un acto de desamor, y por tanto una señal inequívoca de que no le amas?
El amor nos deja libre como te dije cuando hablamos de la libertad porque es el amor el que libremente se auto limita a no hacer nada en contra del ser amado y a auto realizarse amándole.
Si tu novio-novia te engaña, no te cases con él-ella, no te quiere. Este axioma tan tajante que yo suelo decir a los novios en prematrimoniales, es verdadero. Yo sé que exige matices, propios de la debilidad y limitación humana. Los claroscuros del hombre-mujer pueden crear ciertas escaramuzas entre la fidelidad y el flirteo o el placer extraconyugal. Pero no es fidelidad, es desamor. Pues en lo esencial es verdadero y así es. El amor exige fidelidad. El amor exige ser fieles a la palabra dada.
La fidelidad está en el pensamiento, en la voluntad y en el corazón: de la persona entera. Porque el que desea a la mujer de su prójimo y la mira con deseos carnales ya adulteró en su corazón, nos dijo el Señor.
Hay muchos-muchas que son fieles de cuerpo para fuera pero que su imaginación y sus ensoñaciones le llevan a una serie de correrías amorosas libidinosas por su mente y sus deseos, a fantasías lujuriosas y lúbricas, carnales, incontinentes y lascivas, a sueños descontrolados amorosos, y en que la voluntad no cede porque no puede o no tiene ocasión, o simplemente se muere de miedo o de vergüenza, pero no por virtud y fidelidad
Y prometo serte fiel… todos los días de mi vida hasta que la muerte nos separe.
La fidelidad como límite de mi entrega es pues el límite superior de nuestra entrega amorosa a la pareja. Una fidelidad total llega hasta los extremos más exteriores de nuestra persona, la marca, la delimita y crea el círculo perfecto interior en que estás sólo tú. Todos los demás están en el exterior del círculo, y nuestro amor será amor pero siempre dentro de otra esfera. Amor paternal, filial, fraternal, amical, a la vida, a los animales, a las plantas, a la naturaleza entera en el maravilloso cosmos creado amorosamente por Dios Padre y como Padre, Creador.
Así las dos principales característica del matrimonio humano, y no solo del sacramento cristiano, sino de la pareja unida por ley natural, la donación plena y la fidelidad completa todos los días de la vida son exigencias del amor mismo y no imposiciones exteriores de institución alguna o necesarias por ser sacramento de Jesús y de su Iglesia.
Abre tu corazón al amor y déjate llevar por él con la generosidad, la magnanimidad y grandeza que son los límites del amor. “La medida del amor es amar sin medida”. Ama así, Vanesa querida, a tu marido. Y ya que por su arrepentimiento y decidido y real propósito de cambio, has llegado al sincero perdón y olvido absoluto, bórralo de tu mente para que te deje ser feliz sin grietas, vive de nuevo la plenitud del amor a Víctor Manuel en el amor humano y el la plenitud del Sacramento por la fe que ambos profesáis en Jesús y en su Iglesia.
Un beso cariñoso, alegrándome inmensamente de tu nueva felicidad,
Carlos.
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56.- "EL que más ame que perdone primero"

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Mi Diario. Reunión del dieciséis de junio de 2007. Sábado.
EL PERDON DE CORAZON.


Carta: A Nuria y a Julián.
El perdón de corazón.

Querida Nuria y querido Julián:
El perdón es el acto más magnánimo del corazón y de la voluntad del hombre. Es quizás el acto que más nos asemeja a Dios: Dios misericordioso, acogedor, comprensivo, bueno, nunca podremos comprender la inmensidad de la Bondad de Dios, magnánimo, benefactor, de grandioso corazón, amante de sus criaturas, tierno con ellas, delicado, que acepta a su “creación libre” como es, con toda la libertad usada no solo en la debilidad sino también en el retorno, en el arrepentimiento, en la humildad de sentirse débil.
Dios nos tuvo que hacer libres para poder ser amado en la decisión libre del corazón humano. Si irremediablemente tuviéramos que adorarle, reverenciarle, amarle, como lo hacen el resto de las criaturas, las materiales inertes, los animales siguiendo indefectiblemente sus instintos, o las plantas en su evolución vegetativa, ni tendríamos mérito ni nuestro amor sería un amor con valor de elección.
Pero Dios sabe de qué barro fuimos hechos. ¡Oh, feliz culpa que hizo necesario un tan alto Redentor!
¡Oh feliz fallo de mi amado que permite que mi corazón traspase los límites exigibles del amor, más allá de lo comprensible, de lo esperado, de lo razonable, de lo necesario!
“La medida del amor es amar sin medida.” San Agustín.
Y sin medida ama quién perdona. No digas me cuesta, no lo merece, no se lo debo, es la undécima vez, siempre hace igual, con llorar luego lo disculpa todo, no se quiere corregir y lo volverá a hacer, ya estoy harta/o, en el fondo se ríe de mí…...
Todo esto es “lo razonable”. La lógica del mundo. Y el perdón y tú perdón y tú lo superas por la fuerza del amor.

Reunión de Grupo:

Conclusión:
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57.- "El amor meticuloso de Carlos. Los detalles"

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Mi Diario. Reunión del treinta de junio de 2007. Sábado.
LOS DETALLES AFECTIVOS.

“El amor meticuloso de Carlos. Los detalles”
Los detalles afectivos hay que cuidarlos.
Carta de Carlos a todas las parejas.

He de confesar humildemente y “confieso ante vosotros hermanos” que yo, Carlos, he sido siempre un verdadero desastre en los detalles. Ni santo, ni cumpleaños, ni nuestro aniversario, ni un detalle casi nunca o nunca. Para que discutirlo. ¡Qué vergüenza!
Elena, la pobre, ha sufrido y tiene que sufrirme con paciencia, con infinita paciencia en este tema.
A principio se enfadaba. Bastante. Yo creo que era uno de sus tres o cuatro principales reproches. “Parece mentira.” Y lo parecía. Otra vez te has vuelto a olvidar. Y me había vuelto a olvidar. Tú sabes qué día fue ayer. Sí, tu cumpleaños. Me di cuenta porque te felicitaron nuestros hijos. “Y tú ni un detalle…ni una palabra…ni un beso”.
Y bajé la cabeza, humillado. Humillado por mi mismo.
Yo creo que ya me “ha aceptado como soy” Unas semanas antes va preparando el terreno. Se va dejando caer. Dentro de pocos días ¿a qué no sabes que día es? O he visto un perfume en “Fragancias” que fue el que me regalaste hace dos años por mi cumple y ya se me ha acabado.
Siempre recordaré que un día que fuimos todos a pasar el día al campo, allá por Los
Pechos, cerca del Roque Nublo, dimos un paseo entre los pinos. De pronto, Carlitos, nuestro hijo, tres años entonces, salió corriendo, encontró una florecilla entre la pinocha en un recodo del camino, más bien un poco marchita, y arrancándola, se le llevó anhelante de alegría a su madre, y se la entregó con una sonrisa. “Para ti, mamá”
A Elena se le iluminó la cara de alegría, los ojos de felicidad, la boca de sonrisa, y el corazón de gozo.
Una flor casi seca, pero con todo el amor y la inocencia de su vida, tres años o así, porque el amor no es tanto el valor de la cosa dada, cuánto el amor que la acompaña y con el que se reviste.
Pero los detalles, en esto sí, creo, sin faltar a la humildad, que soy algo más expresivo y consciente, los detalles, por simples que sean, es como la crema en los dulces o la guinda en el pastel, son la flor del amor, el perfume del amor.
Abrir la puerta del coche, dejar pasar en las entradas, servir un vaso de agua, preparar la naranjada del desayuno, abrir la cama al acostarse, ir a tirar la basura, cortar el queso para el aperitivo o hacer unos espaguetis porque ella llega de trabajar tarde y cansada al medio día o por la noche, tender la ropa de la lavadora, ir por el pan o la leche, o al supermercado, o pasear al niño, las mil y una cosa de la casa compartidas y quitándole golpes a ella, no considerar labores femeninas aquellas que sí lo eran para nuestras abuelas o nuestras madres, sino de los dos, o de uno sólo si ella no puede o está muy desbordada, son todas cosas para las que no hace falta “acordarse” y son detalles de amor y afecto.
Si a esto, haciendo un esfuerzo añadimos los detalles afectivos, un gesto, una caricia, una palabra amable, una sonrisa, o los de la convivencia amorosa, una flor, un ramo de rosas, un perfume, un detalle por su santo o cumpleaños, una cena sólo y en un lugar romántico, un ir bailar al sitio que le apetece, una excursión o un viaje sorpresa al lugar soñado, y un sin fin de cosas y pequeñas cosas que hacen la vida agradable, compartida y que son la muestra del amor hecho vida.
Os ruego que hagáis una lista de cosas que a ella o a él le apetecen y que serian un puntazo el sorprenderle con ellas.
Ya veréis que hay muchísimas que están al alcance del bolsillo de todos y en todo momento porque no hay que comprarla en Los Grandes Almacenes.
El amor está hecho de pequeñas cosas, de pequeños detalles, y no de actos heroicos y singulares. Sin ellos el amor se va marchitando, agriando, haciéndose rutina y monotonía, y muriendo poco a poco.
Ser detallista es cuidar el amor para hacer crecer el amor. Es mimar el corazón y la afectividad del amado y volcar el corazón más allá de la caricia del tacto en la caricia de la ternura y del afecto, que no se ve ni se palpa, pero está ahí viva y generosa.
Quereos así, con detalles continuos, naturales, sin rebuscamiento, nacidos del amor y vuestro amor crecerá y crecerá en el corazón de ambos.

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58.- "Una sola carne"

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Mi Diario. Reunión del catorce de julio de 2007. Sábado
LA BUENA ARMONÍA SEXUAL.


Isabela y Juan Carlos se casaron, mi querido Diario, el once de octubre de 2003, cinco meses después del Cursillo. Hoy después de dos años de matrimonio, siempre muy activos y entusiasmados en el grupo, nos han entregado estas cartas para las próximas reuniones, que escribieron a Carlos.

A Carlos.
De Isabela y Juan Carlos.
La armonía sexual.

Ya pasó el maravilloso día de nuestro Matrimonio. Aún, Carlos, lo tenemos a flor de piel. Esta carta, queridos amigos, Carlos y Elena, os la escribimos juntos, cada uno dice una frase o un pensamiento, y vamos rellenando así el folio, retocando, tachando, corrigiendo, porque queremos que sea una confidencia de los dos, juntos.
Cuando tratamos el tema de la Armonía Sexual, nos prometimos a nosotros mismos ir cuidando y auscultando este tema, pues tú sabes por nuestras primeras cartas lo vehemente que somos y el alto grado de sensualidad y sexualidad que Dios ha puesto en nuestros cuerpos.
Es un tema tabú para muchos padres. Es un tema para muchos educadores puritanos y algo jansenista como nos dijiste tú. Es un tema tabú antes y después de la boda para muchas parejas, novios y esposos.
Y esta carta os la escribimos porque es más fácil por escrito que hablada. Quizás algún día muy pronto, ya roto el hielo, la podamos comentar juntos, entregándoos algo de lo más profundo de nuestra relación, en confianza e intimidad para que sin nombres o personas os pueda también servir para ayudar a otras parejas aparte de lo que nos puede servir a nosotros dos, qué enamorados, a sublimizar nuestro amor en su relación cuerpo alma.
Recuerdo, y aquí lo copiamos, unos pequeños versos que nos leíste y que a mi petición al fin me entregaste, resistiéndote un muchísimo, de “Regalo de Dios”, tu poemario a Elena.

echa abajo el muro.
descalza tus pies
desnuda tu cuerpo
y limpia y pura
sin más ataduras que tus alas,
ven a mí.
quiero que mis ojos se llenen
de la pureza limpia
de tu cuerpo.
quiero que mis manos
acaricien tus senos
con la misma caricia
que el viento, el mar,
y la brisa, las rosas, las espigas y los valles.
quiero que te sientas pura
cuando mis manos
te vayan dando su calor,
en su caricia,
sin apropiarse de tu cuerpo.

Sí,
quisiera que entre los dos
se derrumbara el muro,
y la intimidad más íntima
naciera en nuestras almas.
que tu pensamiento
se acurrucara
en mi pensamiento,
y buscara la transparencia
de tu cuerpo desnudo y limpio
acurrucado en el mío.

no sé porqué
no te entregas ya,
cuando sabes que tu alma
sólo puede respirar
dentro de la mía.

Ven
apacienta tu anhelo
en mi dulzura,
sacia tu ternura
en mi amor
y tu amor
en mi ternura.
ven,
ven, limpia, desnuda y pura,
a gozar
de la limpieza
de mis manos y mi cuerpo.
a cubrir tu desdunez,
en la desnudez del mío.
trae tu alma, desnuda, limpia y pura,
como tu cuerpo,
y yo la cubriré
con la desnudez,
pura y limpia,
de mi alma desnuda.


"el muro"
de "regalo de Dios"

A nosotros, desde novios, tú sabes que nos ha costado mucho mantenernos en la ralla. Yo, como te decía Juan Carlos en su primera carta, soy una gata. Una gatita amorosa, vehemente, cariñosa y sensitiva cien por cien.
También sabes que Juan Carlos, aún en la cuerda floja en que yo le balanceaba, siempre me respeto más por saber que yo, aún en mi debilidad, me quería a toda costa preservar y mantener incólume para el día de nuestra boda, que por sí mismo, aunque él era y es de la misma opinión. Bendito sea su amor.
Creo que la noche de bodas fue el cuarto cielo, si San Pablo vivió el tercero y nos espera el primero en el Espíritu.
Nuestras personas, toda, se desbordaron en caricias, besos, abrazos, roces, y unión íntima y perfecta. Fue una entrega total, absoluta, completa, apasionada, incontrolada a veces por el deseo, la pasión, la vehemencia, la sensualidad y la apetencia sexual y carnal, que ya había sido controlado en la entrega voluntaria y amorosa, y por tanto humana, profundamente humana, y entregado el instinto bueno y corporal, animal, de nuestra bendita animalidad común con los otros seres animales, en una entrega consciente de nuestra voluntad por ser una entrega fiel, única y para siempre en el tiempo, sin vuelta atrás ni un segundo. Quiero decir que nuestra irracional pasión era fruto de una entrega razonada y querida con anterioridad sin discontinuidad ninguna.
Habíamos llegado a la entrega superior al control de la razón, a la locura del placer, a la inconciencia de la conciencia, por un acto voluntario desde el momento de nuestro mutuo sí.
No sé si esto es lo más correcto con respecto a la racionalidad del hombre, en que sus convicciones y razón deben mandar siempre sobre su voluntad y sensibilidad.
Nosotros lo entendemos así, y creemos que en ello cumplimos la voluntad de Dios, que así nos hizo.
Cuando la pasión se fue calmando, Juan Carlos fue el mayor de los cielos al seguirme en mi sensibilidad aún no dormida que se apaciguaba en ternura y cariño poco a poco.
¡Qué palabras más dulces, qué tiernos besos de cariño y agradecimiento, qué caricias más íntimas y agradables, ya casi sin pasión, hijas únicamente de su amor y su afectividad!
¡Con cuánto agrado se las devolví centuplicadas en mi corazón!
Hemos cuidado, queridos amigos, que todos nuestros encuentros íntimos estén cortados por los mismos límites.
Pero sobretodo hemos procurado que vengan como naturalmente traídos por el amor vivido cada momento del día.
Cómo puede llegarse a una noche amorosa después de un día de perros. Qué reconciliación ni que ocho cuartos. Sólo un día vivido en armonía y cariño, en respeto y detalles, pueden traer una noche vivida en pasión y vehemencia de entrega personal.
Lo demás es sexo puro y duro, sin “personalidad” ninguna, hijo solo del deseo carnal descontrolado y/o del egoísmo más brutal y menos humano.
Y además de procurar que venga pedido por las mismas circunstancias del amor, que a veces es pasión y deseo pero que a veces solo es cariño y estar junto a ti, sabernos juntos aún separados, sentir flotar en el aire el amor que nos tenemos, compartir conversación y silencios, la otra forma de comunicarse, e ir dejando pasar la vida sin aferrarnos ciegamente a ella, porque al discurrir en tu sintonía, es hermosa y armoniosa su música y su ritmo delicioso.
Claro que, y está de más decirlo, la limpieza, la desnudez progresiva o completa, una música suave y agradable, un lugar acogedor y cálido, un tiempo no interrumpido y sin prisas u obligaciones, solo la de estar juntos, que más es delicia que obligación, y los detalles, quizás unas flores en algún jarrón, una buena copita de cava y otras cosas son necesarias o ayudan a crear un ambiente gratificante y unitivo, amable y despreocupado.
Sí, Carlos y Elena, hemos ido viendo cómo mi pudor y vergüenza, mi recato y decoro natural de mujer, mi cuerpo apasionado y pudoroso al mismo tiempo, se han ido entregando en confianza a Juan Carlos, y hoy hasta su caricia más íntima en nada rompe ni altera mi sensibilidad, la recibo con total espontaneidad y naturalidad, y puede o no según los casos despertar mi pasión. A veces, muchas veces, no es más que el gesto entregado y sutil, humano y profundo, de que somos pareja, de que somos uno y su carne es mi carne y mi carne es su carne. ¡Con qué naturalidad se cumplen en nosotros las palabras del Señor, de mi buen Jesús: “Se unirá a su mujer, y serán una sola carne”! Yo lo vivo en mi cuerpo, en mi alma, en mi persona. Juan Carlos lo vive en su cuerpo, en su alma y en su persona.
Nosotros lo vivimos en nuestro cuerpo, lo he escrito en singular, en nuestra alma, también en singular, en nuestra persona, en nuestro “nosotros”.
Hemos rechazado, pudor y vergüenza profunda me da el solo decirlo, todo lo que no sea profundamente humano y nosotros añadimos cristiano, aunque creo que se confunden.
Todo lo que sea animalidad, brutalidad, sodomía, sadismo, masoquismo, retorcimiento, depravación, lujuria, lascivia o corrupción.
Por descontado al ser nuestra entrega una entrega personal y total es exclusiva y unipersonal, fiel y para siempre. Todo lo que sean terceros o cuartos, quintos y múltiples, y no pareja única y bisexual, hombre-mujer , todo lo que sea deshonestidad, hay una honestidad y rigor dentro de la entrega, impudor, carnalidad brutal, impudicia desbordada, corrupción, erotismo sin humanidad, onanismo o masturbación, son para nosotros fuerzas que destruyen el amor y la unión, y por tanto ni deseables ni siquiera para probar a qué saben como les ocurre a algunas parejas que empezando por curiosidad, caen en la más baja depravación .
No quiero ni puedo entrar en detalles en todas estas cosas. Me repelen y desagradan tanto o más como me atraen el amor y el sexo.
Y así hemos ido creando un lenguaje personal, íntimo y de nuestra pareja, que poco a poco ha creado una profunda armonía entre nosotros dos. En nuestra pareja, donde se da con generosidad, prodigalidad y amor, se pide si es necesario con cariño y confianza, se entrega sin límites, se busca el placer y el gozo del amado, se recibe, sí, se recibe, que en una pareja es una forma maravillosa del dar, darse, del otro con ternura y gratitud, sin exigencias, y como tú nos decías, lo tengo como oro en paño copiado, “El amante se hace amado, para dar al amado la felicidad y la plenitud del amor que es ser amante”
Con todo nuestro cariño y esperando veros pronto,
Isabela y Juan Carlos.

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59.- "Sana Ana, la madre de la Virgen María"

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Mi Diario a veintiséis de julio de 2007.

Mi Santo.
Santa Ana, esposa de San Joaquín y madre de la Virgen María según la tradición.
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60.- "Una sola carne y un solo espíritu"

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Mi Diario. Reunión del veintiocho de julio de 2007. Sábado.

(De San pablo a los Efesios)


De Isabela.
La armonía sexual en la pareja humana.

Querido Carlos:
Adoro el cuerpo de Juan Carlos. Y lo cubro de afectos, mimos y caricias. Él adora cada rincón del mío. Y o llena de caricias, mimos y afectos. Creo que los dos en ese orden.
Él sabe perfectamente lo que me gusta, me gusta menos y me disgusta. Yo sé cómo le gusta, cuando le gusta y todo lo que le gusta.
Lo hemos ido hablando con confianza y cariño. Antes, durante o después de nuestros encuentro íntimos. También sabemos los dos, las apetencias y deseos del otro, a veces por una intuición afectiva, a veces por unos gestos o caricias, a veces por una petición formal y generosa, “te espero en la cama”, “no tardes mucho”, “no te pongas el camisón”. Yo soy más tímida o recatada y me cuesta más pedírselo. Casi siempre lo hago con algún gesto o señal. Un beso muy fuerte en los labios, con visos de apasionamiento, un tirar de su mano hacia el dormitorio, un camisón o ropa interior muy atrevidos, un paseo ante sus ojos, ya casi dormidos, que se abren como faros, mostrándole coquetamente lo que solo él puede ver, porque se lo entregué para su uso exclusivo en día del sí. Pero no creas, Carlos. Nos ha costado bastante y bastante tiempo llegar a esta confianza de la carne y el deseo, a saber pedir el saciar mi hambre corporal en su sed carnal, porque curiosamente aún en el matrimonio, y más en la mujer, es más fácil hacer que hablar, realizar que pedir, usar las manos y todo el cuerpo que usar la boca. Hoy, creo, él no tiene secretos corporales, afectivos, sensuales, sexuales o táctiles para mí, ni yo para él. Ni hay vergüenza alguna en pedir, suplicar o rogar con amor cualquier cosa. Hemos ido aprendiendo el leguaje de las caricias, del placer físico y del gozo compartido contigo.
Juan Carlos es un libro abierto para mí y yo soy toda una exposición de cuadros para él. Lo que sí tenemos claro es que nunca forzaremos al otro a nada que pueda resultarle grotesco, desagradable, no humano o inapropiado para que crezca nuestro amor.
Cada gesto, cada caricia, cada intimidad, va cargada de amor en nuestra pareja. En el amor toma su principio, en el amor se realiza y llega a su culminación, en el termina con suavidad, sí, con caída corporal suave, pero con una intensidad afectiva creciente y al máximo.
Sabemos, saboreamos que es el “uno con el otro” y que “eres tú” quien me da tanto placer y me llena todas mis vehementes apetencias, y que sólo a ti te lo debo y que “sólo contigo lo deseo y me entrego.”
Hay, en la pendiente ligera hacia la calma de la sexualidad femenina, un recoveco en que Juan Carlos se acurruca, con palabras o caricias suaves, ya no apasionadas pero si inmensamente afectuosas, en un simple estar el uno junto al otro, pegaditos, saboreando el silencio y la presencia, rumiando blandamente, mansamente, la estrechísima unión que se ha producido en nosotros, y que acabada la del cuerpo supera aún en amor la del alma. Y te escribo en singular “cuerpo”, “alma”, porque llevo gravada indeleblemente tus palabras en el cursillo: “y serán los dos una sola carne” y en el amor una sola alma, un solo espíritu”.
Y ese fue el más profundo deseo de nuestra pareja, el lema de nuestro matrimonio, la meta por la que los dos nos esforzaríamos desde el amor, por el amor y con nuestro mutuo amor, para llegar, tú lo sabes porque sabes la fe inquebrantable que tenemos, al AMOR, a nuestro Dios, en su cariño paternal y en su tierno amor por sus hijos, los hombres. Un beso fuerte, Isabela.

Reunión de Grupo:
Se despiden hasta después de vacaciones. Se prometen escribirse por correo electrónico para que llegue a todos, incluido Don Matías, Carlos y Elena.

Conclusión:
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61.-"Carta de Don Matías"

VACACIONES DE AGOSTO DE 2007.


61.- Carta de Don Matías”

Mi Diario a cuatro de octubre de 2007. Sábado noche.
En mi Parroquia faltan ustedes. Hay un vacío en el coro y en los dos primeros bancos.
Dios está también en el descanso. Dios debe estar en vuestras vacaciones.
Felicitaciones a las embarazadas.
Ya os echo de menos. Hasta pronto.
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62.- "Carta de María"

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Su hija tiene ya tes años
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63.- "Carta de Magdalena"

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“Nosotros somos la clase media. Ni vacaciones como los obreros, ni la playa o la montaña y los cruceros como los ricos.

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64.- "Carta de Clara"

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“La Adopción”
Otra vez en Italia.
Mis nuevos sobrinos. Mis nuevas envidias.
Proceso de adopción. Una peruanita.
En enero tengo que ir un mes a Perú.
Será una adopción temporal y compartida.
Vendrá con nosotros todo el año, a formarse y al Colegio y en verano volverá un mes con sus padres y hermanos.
Tiene seis años. No perderá ni su apellido ni su familia. Nosotros solo le tendremos para “hacerle u hombre” hasta el final de la Universidad y que vuelva a su país a sacarlo adelante y a ayudar a toda su familia.
Siempre tendrá una casa en España y si tenemos hijos será sus hermanos también como los de Perú.

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65.- "Carta de Isabela"

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Carta de Isabela.
Su hijo tiene un año y dos meses.
Se van de crucero toda la familia de Isabel invitados por sus padres a un crucero por el Mediterráneo.
Mi diario
Carta a mis amigos desde el mar
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66.- "Carta de Mónica"

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“Ora et labora”
A finales de agosto nos vamos los dos solos un fin de semana largo a El Hierro a unos apartamentos perdidos en una playita de Valverde, con otras dos parejas del grupo de la Parroquia.

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67.- "Mi pasión son las flores"

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"Carta de Elena”
Voy a volver a mis flores.
Abro de nuevo mi tienda.

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68.- "La ternura"

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Mi Diario. Reunión del uno de septiembre de 2007. Sábado.
LA TERNURA, FLOR DEL AMOR.

Aunque acabamos de aterrizar como quién dice, llegamos antesdeayer de vacaciones, ya teníamos muchas ganas de volvernos a ver, y el hecho de que septiembre empezara por sábado ha sido una suerte, pues han comenzado as reuniones de nuevo sin dilación.
El reencuentro, como todos, fue formidable. Saludos, abrazos, besos y sobre todo chismorrear quitándonos la palabra sobre nuestros respectivos vástagos. Que si anda, que si habla, que cuando dijo papá o mamá por primera vez, que cómo se le cae la baba al abuelo o la abuela, - de la nuestra no hablamos pues nos daba un poco de corte, pero de la de sus padres, sí, - y un poco de las vacaciones.
Luego nos serenamos, Elena y Carlos nos dejaron hablar y explayarnos, escuchando con cariño y atención a todas y a todos, Giorgo se tiró el farol del pez más gordo pescado nunca por él, mentira de exageración permitida y tolerada a todos los hombres de caña y pesca, y los demás de sus aficiones y descansos, visitas turísticas o playas maravillosas y valles verdísimos y montañas escapadas con lagos cristalinos de aguas heladas.
A final entramos en el tema que ya teníamos preparado desde antes de las vacaciones pues la carta sobre la ternura nos la llevamos de viaje con nosotros.
¡Qué tema más hermoso y emotivo! ¡Nunca pensé que la ternura fuera algo tan maravilloso que envolviera a toda la persona en una sensación tan entrañable que hasta se hiciera física! Ahora lo se por partida doble. De cara a José Carlos y de cara a nuestro hijo. Bueno yo he sentido muchas veces la ternura derritiéndome el corazón ser todo con mi padre, aunque no lo puedo negar también con lo unida que estoy a mi madre y a mis abuelos, los que viven o los que conocí aunque estén hoy con el Señor.
Pero entremos en el tema.

Carta a Mónica y Francisco Javier.
La ternura y las caricias amorosas.

Siempre he creído que la ternura era la flor más delicada y más bella del amor. Nacida desde lo más profundo y puro, desde lo más simple, sin doblez, y más íntimo del alma humana, se desdobla del espíritu al cuerpo y llega conmovida hasta las entrañas. La ternura es la vibración más intensa del corazón y un sentimiento admirable de nuestra sensibilidad. Está sin duda entre los dones primigíneos que Dios nos dio al crearnos en el Paraíso Terrenal, y quedó en nuestra sensibilidad tras la naturaleza truncada por la culpa, naturaleza desequilibrada que sentimos en lo más profundo de nuestro ser.
Quién siendo padre o madre no se ha conmovido profundamente hasta sentirlo físicamente como una ola de calor, de derretimiento, que sube desde las entrañas hasta el corazón al tener en sus brazos por primera vez el hijo-a querido y anhelado recién nacido… Ante un gesto ajeno de desprendimiento, cariño y entrega, con un enfermo, un drogadicto, un moribundo, un herido, un abandonado o simplemente otro ser humano…. Ante las caricias amorosas sin pasión, sólo con amor, de su pareja…
Ante el don entregado con total desprendimiento por un amigo… Ante una madre abrazada a su hijo enfermo o vuelto a casa tras mucho tiempo…
La ternura es quizás el vínculo más fuerte que sostiene vivo el amor del noviazgo y después el amor conyugal.
La ternura es como el amor (ver San Pablo) un fuego ardiente puesto sobre la cabeza del amado que le va llegando cada vez más intensamente al corazón, se lo va derritiendo en delicias de amor y deseos de amar y devolver el amor recibido. Crea un entramado irrompible de lazos amorosos del amante al amado, y del amado hecho amante hacia el amante hecho amado.
La ternura se refleja en la mirada, cambia el color de los ojos que empiezan a sentirse acuosos por una lágrima furtiva, se refleja en una caricia que pone de punta todos los bordes de la piel, en un abrazo fuerte y prieto en que se siente salir el cariño de nuestro pecho y de nuestro corazón hacia el ser querido, rebota en el otro y vuelve a nuestro corazón derritiéndolo de afecto y cariño.
En ella no hay nada de sexual y está en la sensibilidad más alta incrustándose en el gozo del espíritu.
Se puede entregar una flor a nuestra pareja como donación. A veces casi como dádiva, o con cariño o amor, o con toda la ternura de nuestro ser y nuestro corazón distingue perfectamente cómo nos está siendo dada.
La pareja humana por todo ello debe practicar la ternura, ejercitar la ternura, dejarse llevar por la ternura, mimar la ternura, gozar en y de su ternura, llegar con plenitud a la ternura compartida.
Una mirada, un gesto, un acto o acción, una caricia en la que se da todo nuestro amor, que expresa todo nuestro amor, toda nuestra entrega, y en la que la punta de los dedos sienten tanto el cariño con que amamos como la respuesta de su piel amada devolviendo ese amor con la sencillez de dejarse acariciar suave y lentamente, de dejarse querer profunda y tiernamente.
He pensado a veces que Dios “necesitó,” (¡Oh la pobreza de las expresiones humanas para intentar descifrar la riqueza de la inmensidad divina!) hacerse hombre encarnado en la Persona Divina de Jesús pero con una naturaleza humana completa y perfecta para poder sentir físicamente y en plenitud la ternura.
¡Cómo sentiría el Señor hasta físicamente en su carne la ternura de su amor al Padre!
¡Con qué ternura y amor amaría y ama Jesús a su Padre “amado”! ¡ Abba, Pater!!
(Abba = papaíto)
¡Cómo descubrir el regozo tiernísimo de Jesús al mirar a María, su Madre, al reclinar la cabeza en su pecho, a sentir sus caricias amorosas en su piel de niño, al abrazarla cada vez que volviera a su casa de sus correrías apostólicas o al cerrar los ojos para dormirse viendo el rostro amoroso de su madre inclinado solícito sobre El!
Mis queridos novios, Mónica y Francisco Javier, sólo deseo como les deseo a todas las parejas humanas, que tengáis un corazón de carne, no de hielo o de duro metal, y que sepáis sentir y gozar de la ternura de Dios en vuestra ternura de pareja
Un cordial saludo, Carlos

Reunión de Grupo:
Conclusión:

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69.- Las caricias, flor del amor"

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Mi Diario. Reunión del 15 de septiembre de 2007. Sábado.
LAS CARICIAS, EXPRESIÓN DEL AMOR.

Entrada al tema.
Son las caricias, sin dudas, una de las formas más humanas, de expresar el amor. Son expresión preclara y superior de lo que sentimos por el otro y la forma más maravillosa de comunicárselo.
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Carta de Juan Carlos.
“Las caricias expresión del amor.”
La Ternura. Las caricias amorosas.

Querido Carlos:
Isabela es una gatita siempre deseosa de expresar su amor y de que yo se lo exprese con caricias y te he de confesar que insaciablemente las deseas.
En cuanto puede ya tiene su mano apretando la mía como signo de que me quiere, su palma arrastrándose suavemente por mi antebrazo, su brazo rodeándome la cintura y presionándome suavemente su cuerpo contra mi cuerpo, sus dos brazos echados al cuello o engarzados en mi espalda y apretando su pecho, sus pechos, contra el mío.
Se puede pasar horas pasando su mano por mi pelo o pidiéndome que yo se la pase por el suyo, largo y sedoso.
A veces me mira con tanta ternura, con tanto cariño, que me siento rodeado por sus ojos y siento el calor de su amor.
Con qué dejadez amorosa se echa sobre mí en la playa, apoyando sus cabeza sobre mi pecho o sobre mi estómago, o cómo me llama al abrazo, cimbreando suavemente su cuerpo cuando bailamos, para que la rodee con más intensidad.
Es ciento, Carlos, que a veces estamos a un milímetro de que aparezca la vehemencia, la voluptuosidad y el deseo carnal o del sexo.
En público cortamos por respeto a los demás y en privado por respeto a nosotros mismos.
¿Es malo o no es recomendable este exceso de sensibilidad que nace entre nosotros cuando estamos cerca?
¿Pueden nuestras caricias ser un mal para nuestro amor haciéndolo demasiado sensible y hasta sensiblero?
¿Puede en vez de hacerlo crecer ir matando nuestro amor esta “sensiblería,” como le ha llamado algún curita, cuando me he confesado de ir algo más lejos de lo recomendable o permitido por nuestras conciencias?
¿Se puede quedar nuestro amor reducido a “caricias” y “afectividad” en vez de ser recio y fuerte, fundado no en la sensibilidad sino en la voluntad de amar?
Carlos, dinos, qué debemos pensar y hacer.
Un saludo muy fuerte mío y un beso cariñoso como siempre de Isabela.
Contesta pronto.
Juan Carlos.

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70.- "El lenguaje de las caricias"

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Mi Diario. Reunión del veintinueve de septiembre de 2007. Sábado.
EL LENGUAJE DE LAS CARICIAS.

Entrada al tema.

“La ternura, flor del amor”

Carta a Isabela y Juan Carlos.
“El lenguaje de las caricias.”
Cultivar el amor.

Querida Isabela y Juan Carlos:
Las caricias amorosas nacen del cariño y son la expresión sensible, sensitiva o sensual, de los sentidos, desbordándose el amor.
En principio no van cargadas de sexualidad sino de sensibilidad.
La palabra “sensual” está en nuestras mentes devaluada. En principio es solo una comunicación del exterior, mi no-yo, con mi yo, a través de algunos de mis cinco sentidos, o de mi yo con mi no-yo a través de los mismos.
Pero la hemos cargado de tendencia al sexo o al menos de debilidad o roce con lo bajo y rastrero de lo sentidos cuando están fuera de lo razonable y los límites del bien. Como si rozara lo prohibido o estuviera dentro de él.
El jansenismo traidor con su desprecio al cuerpo y la materia y su exaltación divina del alma y lo espiritual debe tener mucha de esta culpa.
Pero el cariño es la expresión simple, sin doblez, benévola, benéfica y afectuosa del amor. Y se expresa sensitivamente a través de uno o varios sentidos. A veces en la relación de la pareja humana, generalmente pareja heterosexual, va teñido, el cariño, de sexo o sexualidad.
Acaricia una madre a su hijo con un amor tan puro, tan simple, tan limpio y tan hermoso, tan tierno, como expresión de toda su interioridad desbordada desde sus entrañas.
Acaricia un padre a su hijito o hijita, acaricia un abuelo o abuela a sus nietecitos. La caricia es la expresión del cariño en la amistad confiada, en la hermandad vivida, en el compañerismo del que comparte el camino de la vida con ojos limpios.
Pero no siempre está ligada exclusivamente al sentido del tacto y veces se expresa hasta sin él.
Se puede acariciar y expresar el amor con la mirada, con la voz, con el tono afectuoso de la voz. Quién no se ha sentido querido, aún sin ver, por una voz cariñosa, con tono afectuoso y tierno.
Quién no se ha sentido amado por la mirada de unos ojos derretidos y acaramelados.
Quién no se ha sentido abrazado por un gesto de cariño, por una mano tendida, por unos dedos que se alargan en el espacio deseando el contacto antes de llegar a el.
Hasta la postura del cuerpo puede ser lenguaje y señal, envío de una llamada o una puerta abierta al amado.
Una cintura cimbreante, un cuerpo contorsionado en el deseo pueden ser expresiones de la voluptuosidad desbordada o de la llamada al encuentro.
Una mirada puede ser amenazadora, despreciativa, odiosa y odiadora, temerosa y temida, un gesto puede ser el rechazo absoluto, el pasar de nosotros, y hasta una postura puede ser la ruptura de toda comunicación.
Un beso cariñosón para ti, como dicen los argentinos y un fuerte abrazo para ti, José Carlos.
Llamarme y quedamos para vernos un día. Vale.
Carlos.

Reunión de Grupo:

Conclusión:
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71.- "Padre nuestro que estás en nuestro amor"

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Mi Diario. Reunión del trece de octubre de 2007. Sábado.
VIVIR EN DIOS: ORAR JUNTOS.

Primera parte.

Entrada al tema.

Nota del Autor.
En recuerdo y homenaje a mi amigo Fifo.
Esta carta no es de él. No es ficticia.Pero expresa su mente y su corazón.

Carta: De Fifo y Carolina.
“Padre nuestro que estás en nuestro amor”
EL Acercamiento a Dios. Orar juntos.

Querido Carlos:
Carolina y yo hemos ido construyendo nuestro “nido”, qué cursi suena ¿verdad?, pero ha sido un trabajo amoroso y lleno de contraprestaciones, recompensas y felicidad.
Desde que nos casamos nos propusimos que fueran desapareciendo y difuminándose el yo y el tú, en un “nosotros”, pero sin que se disolvieran en la nada nuestras propias personas. Es decir, conservando plenamente nuestra identidad y personalidad como individualidad. El “nosotros” debía ser una suma del yo y del tú, del tú y del yo, que curiosamente siempre es mayor que la suma de los dos sumandos, y cuando vinieron los hijos que de los tres, cuatro, cinco o seis sumando.
Ella, con su fuertísima personalidad y carácter, siempre fue ella. Ni yo la he absorbido, ni quedó diluida en nuestra unidad. Siempre hubo unidad, nunca unicidad.
Fue, te digo, un “trabajo amoroso y constante” para ir formando la convivencia en armonía y estabilidad. Pasamos, aunque el dulce y pacifico esfuerzo fue en todos los campos, por ir consiguiendo parcelas de unidad, la económica, la de la vida en común, es decir la armonía pacifica en el hogar, respetando los lugares propios y de refugio de la intimidad personal, aunque a veces compartidos con naturalidad, las diversiones, los amigos y “enemigos”, me refiero al ataque a las dos bandas, de esta sociedad de feroz consumo, las vacaciones de playa, mar y campo, ella playa, yo campo y sobretodo mar, las excursiones y viajes, los paisajes compartidos y las bellezas de museos y ciudades reflejadas en los ojos de ambos, como si fuera en un solo espejo, gozándolo todo juntos y a la par, con un solo gozo, la sexualidad y el lenguaje del cuerpo y del amor corporal y sensible hasta el culmen del delirio y la vehemencia pasional, siempre atenta al placer y gozo del otro, en un dar y saber recibir, en un recibir y estar deseando dar y darse, en los pequeños detalles de servicios, atenciones y benevolencias, hacer lo que al otro le pueda crear felicidad, y en un sin fin de cosas más, que fueron creando una unidad entre nosotros, fuerte, amorosa, cálida, tierna y detallista. Del “Mira a Alfonso” y “mira a Carolina” pasamos a que nos vieran como Carolina y Fifo y más tarde como “los Ramírez del Parrado”. Éramos “nosotros”. Pero Carolina y yo, ambos somos creyente y no digo practicantes sino “hijos vivos del Dios vivo”, quiero decir consecuentes en el pensar, en el obrar y sobretodo en el amar, con la fe y el amor apasionado a Cristo Jesús, la pasión amorosa por su Iglesia,
“creo en su Iglesia, que es una, santa y apostólica” y la quiero con vehemencia, igual que Carolina, es una de nuestras pasiones más fuerte, Carolina y yo, te digo, hemos luchado, mejor que luchado, hemos vivido, ya desde novios, que Dios no fuera mi Dios y fuera su Dios, sino que Dios fuera nuestros Dios. Un único Dios verdadero. Que Dios sea nuestro Padre amoroso y misericordioso. Amante, padre y madre Aunque una madre se pueda olvidar de su hijo yo nunca me olvidaré de ti, creo que más o menos dice el Señor. Que Jesús fuera siempre el encuentro de nuestra pareja. Que Jesús fuera el punto de unión de nuestro matrimonio, su nudo gordiano. Que Jesús fuera la fuerza y concordancia de nuestra fe. Que Jesús fuera el Buen Pastor de nuestras almas. Y el centro del centro de nuestra familia. La misa, juntos. El Crucifijo presidiendo nuestros dormitorios, del matrimonio y de nuestros hijos, con algún icono de la Madre. La Eucaristía compartida al recibirla juntos y dar gracias juntos, algunas veces con un suave cogerse de la mano en la comunión. La acción de gracias más que de peticiones.
La oración con los hijos al levantarse, Carolina siempre rezaba con ellos en el coche cuando los llevaba a Colegio, y algunas veces hasta cantaban algún canto religioso, o al despedirlos con las buenas noches y el beso en la cama. De pequeños nos acompañaban a Misa los domingos e incluso algún día entre semana. Cuando fueron algo mayores su madre les invitaba a venir con nosotros pero les dejaba en libertad de elección, pues Francisco por ejemplo prefería ir con su amigo Pablo para que este no se “olvidara” de ir y Cristina nos pidió cariñosamente el ir con su novio Rafa, desde el verano de la declaración, en la playa de San Agustín.
Carolina y yo leíamos el Evangelio desde novios juntos, algún trozo, y lo comentábamos juntos, como hacíamos en el Grupo de Vida. También aprendimos a rezar y dar gracias en alto, en común, y en hacer un pequeño examen cada noche de lo hecho, para agradecerle al Señor todo lo bueno y pedirles fuerzas para no repetir la debilidad.
Hemos orado y meditado mucho juntos y Jesús se ha hecho así presente en nosotros. El “Donde dos o tres se reúnen en mi nombre allí estaré yo en medios de ellos” lo hemos sentido y vivido, palpado y gozado, celebrado y compartido en nuestra pareja y en nuestra familia. Jesús se ha hecho presente en nuestro hogar como su hogar y en nuestros corazones como su aposento. El, el Señor, “nuestro Señor”, ha sido nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida. A El le contamos nuestra vida en cada detalle, y, a veces, solamente es el sentirlo presente, “estar juntos,” sin más. Hemos aceptado su Mensaje y su Iglesia en su totalidad, no a medias ni con limitaciones o cortapisas.
El Espíritu del Amor es el centro de nuestra vida de amor. Procuramos la presencia del Espíritu en nuestros actos y acciones. Nos sentimos Templos del Espíritu, ¿no sabéis que sois Templos del Espíritu y que lo lleváis en vaso frágil?
Sí, hemos querido ser la Iglesia doméstica de Jesús, que Él sea su Fundador y creador, cimentarla y fundamentarla sobre Pedro, y entre debilidades, limitaciones, pequeños o no tan pequeños fracasos, sabemos de que barro estamos hechos, y su Gracia y Amor, hemos escondido, como dice Pablo, nuestra vida con Cristo en Dios.
Creo que en el Misal de mi madre, el Lefebre bilingüe de entonces, lo leí así. Vita vestra est ascondita cum Cristo in Deo.
Sabemos que el acercamiento a Dios, el tener la pareja un solo corazón y una sola alma para amarle, y para dejarse amar por Él, el Dios Amor, único Amor y sólo Amor, sólo El es El Amor, llena la pareja y el matrimonio, la vida y el caminar juntos por la vida de Amor, y si en la pareja hay amor, y el amor es indestructible, la pareja será indestructible.
Nada hace crecer más el amor que el vivir con Dios y el sentirnos sus hijos. Y la pareja debe ser toda amor, en semejanza a Dios.
Esta es, Carlos, nuestra experiencia. Sí, hemos colocado a Dios en el centro de nuestro Matrimonio. Sí, Él es nuestro amor, y si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?
Te he contado todo esto, mi querido amigo Carlos, a petición tuya, como vivencias de un pobre pecador, para que puedas decirles a “tus parejas” que cuando nuestro amor de pareja humana se hace su amor divino de Dios, Padre amoroso y tierno, y todo esto sin dejar de ser nuestro amor, nuestro amor se hace fuerte como el mismo Dios, con fundadas garantías de permanecer en el tiempo, hasta que la muerte nos separe, y de crecer en intensidad. Más que ayer. La pareja se hace indestructible y Dios se manifiesta a través de su amor a los hermanos y a todos los hombres.
Un abrazo fuertísimo mío y de Carolina, con ese cariño que nace y permanece a través de la vida, aunque estemos lejos, como hermanos en Cristo e hijos de un mismo y amoroso Dios,
Fifo.

Reunión de Grupo:

Conclusiones.

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