lunes, 3 de diciembre de 2007
20.- "Espero que Dios me envie su ángel en Francisco Javier"
Mi Diario a tres de agosto de 2006.-
Correo electrónico de Mónica a sus amigos del grupo.
Mis queridos amigos todos:
Mi muy querido Ana, María, Isabela, Magda y Clara.
Mi muy queridos amigos José Carlos, Tomás, Juan Carlos, Pedro y Jorge.
No hace ni diez días que nos vimos en casa de Ana y José Carlos para volver a ver a su hijito, qué niño más hermoso, bonito y bueno, cómo disfruté teniéndole un poquito en mis brazos, y despedirnos por las vacaciones de agosto. Francisco Javier y yo las cogeremos más adelante pues en agosto aún hay mucha faena en el campo, aún no hace ni diez días, digo, y ya os echo de menos como si fueran años.
Cómo bendecimos a Dios, Francisco Javier y yo, por haberos puesto en nuestro camino. Desde luego nunca pudimos pensar que una amistad pudiera ser tan grande ni en tan poco tiempo. Y mira que tenemos amigos entrañables del pueblo, de la parroquia y del Grupo de Confirmación.
Algún día os dejaré leer mi Diario de esa época y etapa maravillosa de la vida, de mi vida plena en el amor de Dios y a Jesús, cuando nos fuimos preparando para recibir la Confirmación y para hacernos adultos en la fe y fuertes en el Señor Jesús.
No tanto “soldados de Cristo” cómo se dice para subrayar la disponibilidad, obediencia y valor del cristiano confirmada, confirmado en la fe, sino de discípulos y seguidores de la persona de Cristo y amantes y vivificados por su mensaje vivido. Si hermosos fueron esos días, los días de preparación al Matrimonio y sobre todo a recibir el Sacramento del Matrimonio, Alianza eterna con nuestro Dios, aunque la pareja muera, la Alianza permanecerá para siempre, esos días fueron maravillosos y formidables, porque descubrimos hasta la saciedad ese Cristo autor del bendito Sacramento, que es maravilloso y formidable. ¡Cristo es maravilloso! ¡Cristo es formidable!
Y luego estos meses de bendición en que cada semana hemos ansiado que fuera sábado, para veros y reunirnos tras la Misa en el Madroñal, con Don Matías, ¡ah cómo quiero a Don Matías! ¡Qué hombre más humano es y qué sacerdote más divino es! , un sábado sí y otro no, tratar todos los temas sobre el amor, que ha sido una delicia compartir con ustedes. (Bueno, vosotros-ustedes, para los peninsulares)
Pero lo que os quiero compartir en esta carta que volará por los espacios cibernéticos hasta vuestros ordenadores y vuestros correos, es el profundo sentimiento de mi corazón, las profundas ansias de mi alma y de mi cuerpo de ser madre que me invadió cuando tuve en mis brazos al pequeño Ignacio, junior.
¡Cómo bendije a Dios dándole gracias por haber bendecido a mis amigos queridos por el “niño que se les ha dado”! Os puedo asegurar que no sentí envidia alguna. Eran tantas mis ganas de bendecir a Dios y darle gracias por el regalo a mi queridísima Ana y a mi entrañable José Carlos que mi alma y mi ser estaba sólo llena de agradecimiento. Recordé el día en que tuve en mis brazos por primera vez a tu hijo, María, al tuyo hace tan poco, Isabel, o al primero de todos que fue tu hijita, mi querida Magdalena.
No os puedo negar porque os ocultaría algo de mis deseos que quiero compartir con vosotros que le pedía a Dios Padre, que me enviara el ángel de la fecundidad por medio de mi adorado Francisco Javier y de su amor fecundo y unitivo, para quedarme encinta, como se dice en el Evangelio que quedó María.
Y lo quiero compartir con todos vosotros porque deseo que cuando habléis con Dios Padre le digáis que se acuerde un poco de Francisco Javier y de Mónica que quieren en su “carne” compartir su Paternidad. Qué diga su palabra, aunque esta sea con minúscula, para que el verbo se haga carne en el vientre de Mónica, su hija, y habite entre nosotros, por la donación del amor de Francisco Javier, en su entrega corporal y en nuestra comunión carnal.
Os quiero muchísimo. Os echo e menos muchísimo. Estamos de trabajo hasta las pestañas, pero la cosecha ha sido hermosa y “como los lirios del campo” Dios la ha cuidado y hecho fecunda y productiva. Estamos muy contentos. Los dos graneros están llenos y la huerta está verde y preciosa con el agua del pozo y el riego. Cada fin de semana, los domingos abrimos nuestro puesto en San Mateo, en El Mercadillo, y nos ganamos el pan con el sudor de nuestra frente. Loado sea el Señor Jesús.
Un beso fuerte para todos, Mónica.
Ya Mónica os cuenta de todo. Creo que expresó en alto mis pensamientos y deseos cuando expresaba sus deseos y pensamientos. Ser padres. ¡Qué maravilla! Pero si Dios nos hace esperar será porque esta escribiendo en nuestras vidas su Voluntad. Y “nuestra comida debe ser haber la voluntad de nuestro Padre”.
Espero que esté mes pase pronto para volveros a ver, pero que dure mucho para que vuestras vacaciones sean largas y placenteras. Un abrazo fuerte, Francisco Javier.
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21.- "Corre como una loca y chrala como una cotorra"
Mi Diario a cinco de agosto de 2006.
Respuesta de María.
La niña ya tiene tres años y 10 meses.
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22.- "Nuestros hijos serán amigos, Ana"
Mi Diario a seis de agosto de 2006.
Carta de Isabela por e-mail.
El niño tiene dos meses y 20 días.
Ya estoy impaciente por que ande muy bien, a gatas, y charle, balbucea mamá y papá, como una cotorra.
El bautismo fue muy emocionante y conmovedor ¿verdad? Yo lo recuerdo con ternura y agradecimiento. Tengo para mí y para Juan Carlos que seremos unos padres responsables.
Vamos a criar un “niño, un muchacho, un adolescente y un hombre”, por sus etapas y sin forzarlas ni precipitarlas, responsable y bueno, bondadoso, de buen corazón, quiero decir, cabal, equilibrado y honesto, respetuoso, obediente y con iniciativas, atrevido pero no temerario, sagaz pero leal y no astuto, simple, sin dobles, limpio de corazón, amante del prójimo, preocupado y atento de los pobres, etc. y sobre estas virtudes iremos haciendo crecer desde dentro de él mismo, el enamorado de Cristo, seguidor de su mensaje, la buena nueva de su Evangelio, con talante de mente corazón ante la vida y sus acontecimientos de Jesús de Nazareth.
Han ido pasado por mi cabeza y mi corazón todos estos compromisos contraídos ante Dios cuando le tenía en mis brazos con ternura entrañable y Don Matías le derramaba el agua sobre su cabecita y le ungía el pecho con el óleo santo, que me he quedado, mis queridos amigos, anonadada. ¡Ayudadme! ¡ Ayudadnos! Rezar por nosotros y como amigos y hermanos no os calléis nada que pueda sernos útil para que sea el hombre y el cristiano con el que Dios sueña que sea.
Esa será nuestra principal tarea n la vida. Todo lo demás le estará sometido y subordinado, siendo cada cosa dirigida solo a ese fin, “vocación de Dios”, llamada de Dios, que Dios nos ha dado de padres cristianos y educadores responsables.
¡Cómo deseo que la Virgen María me enseña y sea mi ejemplo y espejo para ir educando a nuestro hijo, iba poner “mi hijo” y me di cuenta del error tan garrafal que era el limitarlo a mí sola, como Ella cuidó, trató y educó a ese niño maravilloso y lindísimo que es Jesús!
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23.- "Los problemas de mi hija en la guardería"
Mi Diario a diez de agosto de 2006.-
Carta de Magda.
La niña tiene casi cuatro años. Le faltan dos meses.
Nace el 15 de octubre de 2002 y es agosto de 2006.
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domingo, 2 de diciembre de 2007
24.- "Cómo os envidio, mis queridos amigos, un hijo"
Mi Diario a doce de agosto d 2006.
Clara desde Roma. El Lacio.
Mis padres tienen un Palacete medio renacentista en la Costa Mediterránea, junto al mar azul y el cielo claro del “Mare nostrum”.
Aquí solemos reunirnos en verano, mis padres tres o cuatro meses, desde mayo a septiembre, y nosotros los hijos que podemos venir, las vacaciones.
En julio viene mi hermano Paolo, con su mujer y sus hijos, mi hermana Julia, con los suyos y mi hermano Angelo, soltero y alegre de vacaciones universitarias aún, a veces con su novia unos días, y todos se quedan también todo el mes de agosto.
Giorgio y yo venimos el agosto cuando cerramos el estudio de Arquitectura en Las palmas y no tenemos que impartir clases en la Universidad, yo de Urbanismo y Giorgio de Estructura.
Los días pasan con una tranquilidad y serenidad hermosa y apacible. Al desayuno, en la terraza sobre el mediterráneo azul y liso como la estepa o la Pampa Argentina, con leves ondulaciones sólo cuando la brisa se hace presente en un susurro imperceptible, vamos acudiendo por oleadas, los mayores en la mesa redondo del aperitivo, en el centro de la curva de la terraza, sobre unas empinadas ero no muy altas rocas que caen al mar, que las besas sin apretarlas ni sacudirlas, y los pequeños en una inmensa y alargada mesa en la parte alargada de la terraza, la más cercana a la cocina y la entrada al jardín posterior. Ya con los bañadores puestos, los pareos por las cinturas y preparados con todos los arreos de playa, a la que se baja por unos escalones, no muchos, y que forma una pequeña calita a la que tenemos acceso sólo los de las tres villas, la nuestra es la del centro, y en la derecha y la izquierda viven respectivamente, una hermana de mi madre con marido y sus hijos y el hermano más mayor que fue el que la heredó cuando murieron mis abuelos, pues esta era la casa solariega primitiva de toda mi familia materna.
Aprovechamos el verano aquí, que es tan deliciosa, y vamos a Escocia en Navidad y alguna vez en Semana Santa, (otras veces nos quedas en Roma) con la familia de Giorgio.
Así que la cala se llena de grito, juegos y salpicones en el agua de casi veinte primos hermanos o primos segundos, hijos de mis hermanos y de mis primos, y ya algunos, los peques, hijos de sus hijos.
Giorgio se pasa casi todo el tiempo jugando con ellos. Disfruta como un enano y es el alma de juegos y diversiones, baños y chapuzones sobre todos de los medianos, entre ocho y doce años, que lo quieren con locura y siempre están detrás de él para que les invente juegos y travesuras. Yo me quedo, como lagarto al sol, tendida en mi hamaca, poniéndome morena, con mi bikini, para mi madre un poco atrevido, pues Giorgio adora mi piel tostada y bronceada por el sol. Hay un solario arriba en una terraza junto a los tejados, protegida de toda vista exterior pero con vista al mar y al horizonte, donde soy aún algo más atrevida. Solo vamos mi hermana, mis cuñadas y yo, y donde no puede llegar los críos pues tiene llave la cancela de hierro. Alguna sobrina mayorcita ya intenta meter su cabecita y su cuerpo al bronceador reservado y para decir verdad las más atrevidas somos yo y mi hermana pues mis cuñadas son más bien reservadas y pacatas. En la playa charlo y discuto con mis hermanos y mis cuñados y cuñadas, hablamos de “trapos”, pues la fábrica familiar es de ropa cara de donna, y de ella vive toda la familia, mi cuñada Estefanía y mi hermana Julia son las diseñadoras, de mucho éxito, sus desfiles en la Pasarela de Milán son de fama, y con mis hermanos y cuñado de política, los romanos tenemos que criticar siempre al Gobierno de turno aunque sea de nuestro partido y ponerlos de “chupa de dómine”, hasta que llega la hora de meterse en el agua, nadar un rato casi como en una piscina, darse una ducha en la misma playa debajo de las rocas y subir a tomar el aperitivo que Rosana nos ha preparado ya en la terraza bajo las sombrillas, para lego vestirnos y esta vez sí en la mesa grande todos comer.
Las tardes las pasan normalmente saliendo a pescar a pasear en “la barca” como así llaman los pobrecitos de mi familia a un fuera borda fenomenal. Algunas veces vamos también las féminas, menos mi made que ya no tiene ánimo para ello y se ocupa de que el servicio tenga todo a punto y de preparar los menús para las comidas y cenas, algunas con amigos de la familia, de mis padres y hermanos, socios en negocios, clientes, etc. que a veces se prolongan en interminables pero maravillosas tertulias en la terraza con una deliciosa música de fondo envolviendo todo el Mediterráneo.
Os cuento todo esto ara que veáis l contraste de la vida, de mi vida. Cuando veo a Giorgio jugar con mis sobrinos y disfrutar de los niños hasta el punto que nos abandona a los mayores, y veo a mis hermanos y primos, de las otras dos villas, con sus hijos y algunos con sus dos primeras nietas, y pienso en vosotras, mi Isabel, m María, mi Magdalena y mi Ana, todas con sus hijos ya, no soy tan buena como Mónica que bendice a Dios por ello y se alegra de vuestra paternidad y de vuestra alegría y felicidad, sino que os envidio con una envidia tan grande que creo que es malsana y perversa.
¡Quiero ser madre! Siento en mis entrañas femeninas las ansias de la maternidad y en mi cuerpo el deseo profundo de darle y compartir un hijo o varios hijos con Giorgio que se aunque no diga nada, que lo desea con toda el alma.
Siento que todo este boato y todas estas comodidades no valen nada ni pueden compensar la carencia de sentir en mis brazos el latido de un corazón que sea parte de tu propio corazón. ¡Quiero ser madre! ¡Quiero tener un hijo! ¡Quiero y deseo ardientemente darle un hijo mío a Giorgio!
No os quiero ocultar, pus sois mis amigos íntimos, que hemos ido a médicos y ginecólogos. Giordio, me da un poco e corte decirlo así, es talmente potente y capaz. Soy yo la que debo ser estéril como Isabel, la prima de María. Los médicos no me encuentran la causa muy claramente pero opinión es que es irreversible.
Aún no lo hemos hablado Giorgio y o pero a lo mejor la única solución es la adopción. A mi me gustaría una chinita o una africanita. No me importa que sea negrita o amarillita. Tampoco me disgustaría una suramericanita, colombiana, peruana, uruguaya o dominicana.
Pedidle a Señor que me de paciencia conmigo misma, esperanza en la maternidad posible, ilusión en la adopción abierta y de corazón, y amor, mucho amor a todos los niños que aunque no sean de mi vientre, son y necesitan personas que los quieran, los amen, los cuiden y los eduquen y hagan hijos de Dios.
Mil besos a todos, abrazos muy fuertes a mis queridas amigas y hasta muy pronto, pronto,
Chiara.
Giorgio os envía un abrazo muy fuerte a todos.
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25.- "Nuestros hios son tus hijos, mi Dios"
Mi Diario a veinte de agosto de 2006.-
Carta de Elena a todos.
No entiendo ni de ordenadores ni de e-mail o correos.
Se lo he dado a Carlos para que os lo envíe.
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26.- "El ejercicio del amor"
CRECER EN EL AMOR.
AMARNOS.
Mi Diario a dos de septiembre de 2006. Sábado.
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27.- "Ernesto no escucha"
V.- RELACIONARNOS Y RESPETARNOS.
VIRTUDES DE LA RELACION.
SABER ESCUCHAR.
El diálogo. La sentada.
Quién no escucha no dialoga.
Mi Diario. Reunión del dieciséis de septiembre de 2006. Sábado.
Carta: De Julia.
El diálogo.
Creo, querido Carlos, que Ernesto es un orgulloso. No escucha. Cuando le hablo en vez de intentar captar lo que le digo está dándole mil vueltas a su cabeza para intentar encontrar argumentos para contradecirme y que llegue a la conclusión de que yo estoy equivocada.
Ernesto habla y habla y habla y no deja hablar. Dialogar para él es que yo diga “si, bwana” (señor en swahili, Tanzania) a todo lo que el dice y luego piensa. No escucha, no atiende no intenta comprender ni comprenderme.
Me dice; te entiendo, Julia, y veo muy bien tus razones, pero… y me insiste en su único e inamovible punto de vista.
Ayer fue por una cosa tonta y pequeña como casi siempre.
Quiere ir a comprar los viernes por la tarde la “compra semanal” en vez del sábado para poderse quedar más en la playa jugando al “futbito” con sus amigos la tarde del sábado.
Que si hay mucha gente, que si patatín, que si patatán.
¿Podríamos hablar los tres un día de cómo dialogar? ¿De cómo escuchar, no solo decir, para poder no solo comunicar sino comunicarnos?
Me encantaría que habláramos porque yo sé que a ti te escucha, te admira y tiene un gran respeto a tu opinión
Un beso cariñoso, Julia.
Reunión de Grupo:
Conclusión:
Aportaciones en la reunión de grupo.
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28.- "Julia es sólo un monólogo"
Mi Diario. Reunión del treinta de septiembre de 2006. Sábado.
Carta: De Ernesto.
El diálogo.
Creo, Carlos, que lo que Julia entiende "por diálogo" es más bien sólo un monólogo impositivo.
Julia habla y habla y habla y no deja hablar. Cuando muy al fin puedo coger la palabra entra como un cuchillo afilado entre las mías, empalma con una de ella y te quita la vez.
Dialogar para ella es que yo diga “sí, bwana” a cada una de sus parrafadas.(bwana, señor en swahili. Tanzania) No escucha nunca, no atiende, no intenta comprender ni comprenderme.
No sé si le da igual pero me dice siempre, “No, si yo te entiendo” cuando me quita la palabra e insiste en su único e inamovible punto de vista.
Ayer fue por una cosa tonta, como casi todas las veces. Le dije que como venían las cosas mejor era hacer la “compra semanal” el viernes tarde, más que el sábado tarde por las colas que se forman en el “Super “ ya que todas las parejas trabajadores ambos aprovechan ese día para su abastecimiento semanal. Además así los sábados nos podemos quedar más tiempo en la playa o puedo jugar con mis amigos un partido a “fulbito”.
Sí. Si. (Primero, el asentimiento, la concordancia) Si a mí me parece bien pero… (Ya llegó el pero consabido y retorcido) si seguimos comprando los sábados tarde y bla, bla, bla, bla,…
¿Podríamos hablar un día los tres sobre cómo dialogar?
Me encantaría que habláramos porque ella a ti si te escucha y admira.
Un abrazo fuerte, Ernesto
Preguntas para la reunión.
Reunión de Grupo:
Conclusión:
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29.- "Con la ayuda de Dios"
Octubre.
2006.10.02 Cuarto Cursillo en el Madroñal.
2006.10.02 Monitores y Charlistas. Con la ayuda de Dios.
2006.10.02 José Carlos y yo les hablamos del amor.
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32.- "Nosotros también deseamos ser padres"
2006.10.05 Clara y Jorge, sin hijos, vuelven a hablar de la fertilidad.
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33.- "Dios hizo Alianza con la pareja humana"
2006.10.06 María y Tomás dicen cómo viven el Sacramento.
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34.- "El Cursillo es para la vida"
2006.10.06 Carlos cerró todos los días. Nuestro “pequeño cierre” fue una pasada.
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35.- "Dios los puso en nuestras manos"
2006.10.07 Ya llevamos un grupo. No sé de donde sacaremos tiempo.
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36.- "Dialogar es comprender al otro"
DIALOGAR ES COMPRENDER AL OTRO.
En la reunión de hoy hemos intentado comprender y dialogar sobre cómo el diálogo es comprender al otro. Sin ello todo se convierte en un monólogo que para nada sirve, pues para dialogar hay primero que aprender a escuchar. Bueno voy a copiar las cartas de Carlos que son la base de nuestras reuniones en general y al final añadiré unas consideraciones sobre las aportaciones en la reunión de grupo.
Carta: A Julia y Ernesto.
El diálogo.
Querida pareja:
Desde luego no os lleváis tan mal como parecen indicar vuestras cartas. Las dos misivas venían en el mismo sobre, en la misma carta. Luego fue una decisión mutua el escribirme y un consenso tras un pequeño y sin importancia diálogo.
Visteis también que el diálogo a tres de la otra tarde, qué bien lo pasamos, no fue difícil.
Dialogar no es intentar convencer “al otro” con nuestros argumentos. Ni siquiera se dialoga para llegar a un consenso o unanimidad de criterios y pensamientos y algún tipo de acuerdo.
Se dialoga para comprender, (com-prender, prender, tomar, captar, com, alrededor, envolviendo, dejando dentro,) al otro. Saber porqué piensa así, en qué se fundamenta,
Cuales son sus puntos de vista y sus razones. Hay que intentar ver y comprender los motivos, creencias y deducciones de la pareja aunque estemos convencidos, que tendríamos que ponerlo al menos en cuarentena, de que no tiene razón.
Y para esto lo primero es ponerse en aptitud de escuchar: cerrar nuestro propio decir, dejar en blanco nuestra mente, sin nuestras razones y argumentos, y hacer un esfuerzo positivo de entender lo que se nos dice y de ponerse en la piel del otro para verlo desde sus propios ojos, con su propia mente o razón y sobretodo con su propio corazón.
Porque generalmente nuestras ideas y opiniones están más fundamentadas en los sentimientos y afectos, en la sensibilidad y la afectividad, que en los argumentos discursivos y razonados.
Así, escuchando, se enriquece nuestra propia visión de las cosas con otras visiones o ángulos, o puntos de vista, desde las que la ve el otro.
Pero es mayor la riqueza aún si nos fijamos que “entendemos” mejor al otro, sabemos más de el, de cómo es, de porque piensa así, y casi siempre de cómo siente y respira ante las cosas y ante la vida misma. De sus sentimiento profundos, de sus entrañas de persona.
Y aquí termina la primera parte del diálogo si las dos partes hacen este esfuerzo.
No hay que intentar llegar a “acuerdos” o a vamos a obrar así.
Habrá que tener mucha paciencia.
En principio como dice San Ignacio y aplicándolo al diálogo, “en la duda no hacer mudanza”.
Mientras que no haya un nuevo acuerdo debemos, ambos, aceptar el que ya teníamos.
Pero tras el dialogo, que debe empezar en paz, hacerse con paz, sin avasallar, con paciencia, con tranquilidad, con amor, con mucho amor (y también con algo de humor que nos hace “reírnos” un poco de nosotros mismos y de nuestras rigideces, sin darle tanta importancia) y terminar en paz, tras el diálogo nos daremos cuenta que aún sin querer “se han ido moviendo un poquito nuestras posiciones hacia el otro, nos hemos ido acercando a el, aunque la distancia puede seguir siendo inmensa y grande.
El diálogo es la pieza clave para que el amor se alimente, crezca, “se clarifique”, arregle las diferencias y sus escapadas o separaciones.
Cuando la pareja empieza a ir por líneas divergentes, sólo el diálogo vuelve a cambiar el rumbo hacia la convergencia.
Sentarse a hablar cuando no hay problemas de proyectos, de deseos, anhelos, presente y futuro une a la pareja le hace tener “una vida interior en común”.
Sentarse a sacar los problemas fuera, a echar los demonios interiores, romper los muros construidos o a medio construir de incomprensiones, - com-prender es rodear al otro por fuera entendiendo y en la pareja amando todo lo que hay dentro,- y si entonces también el otro te comprende a ti, nace una fuerte compresión mutua, generosa y amistosa, pero en la verdad y en la libertad. Sólo entonces los dos círculos son iguales de grande y se superponen en compenetración total. Aunque dentro haya cosas distintas, que debe haberla, la unanimidad absoluta también es un fallo, y quizás una incomprensión, cada uno comprende, prende, tiene totalmente y libremente al otro.
Incomprensión es no tener un centro común de gravedad, poner nuestro círculo fuera del otro y levantar un sutil muro que impide al círculo del amado penetrar y compenetrarse con el nuestro.
Intentar llegar a consenso es sumar nuestros puntos de vista, nuestras visiones desde primas distintos, hombre-mujer, padre-madre, profesional-profesional, educación-educación, costumbres-costumbres, país-país, religión-religión, familia-familia. No debe ser nunca imponer o restar el uno del otro.
Todo consenso puede tener sus ribetes de diferencias, sus enfoques parciales. Y todos los no- consensos, discrepancias y diferencias deben estar llenos de respeto, comprensión e incluso visión cariñosa del otro y de sus desacuerdos o contrastes.
Haz de aprender a vivir “en la diversidad” y a saber que solo pocas cosas son necesariamente una o única. El credo, el de los Apóstoles, es muy cortito. El dogma muy concreto y las disquisiciones de la Iglesia y sus ministros, incluido el Papa, no son siempre inspiraciones infalibles del Espíritu, aunque estén llenas de la máxima garantía de verdad, veracidad, autenticidad y exactitud. La conciencia del hombre, incluso la errónea e invencible, es norma de moralidad y de acción, y los recovecos del pensamiento y compresión de Dios sobre cada personas son inescrutables y de un amor personalizadísimo y desigual. “El Buen Pastor conoce a cada una de sus ovejas por su nombre.”
Parafraseo: En lo necesario, unidad y verdad, en todo lo demás, en lo superfluo, en lo diverso y en la diversidad, respeto y libertad, y en todo y siempre, comprensión, caridad y amor.
Con cariño, Carlos.
De qué hablamos:
Reunión de Grupo:
Conclusión:
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38.- "Gata y celosa. Celoso y tigre"
LOS CELOS, FALTA DE RESPETO Y CONFIANZA EN EL OTRO.
Los celos.
Mi querido Diario: ayer hablamos de los celos. De los celos de las mujeres celosas. De los celos de los hombres celosos. Y te lo voy a resumir así:
Los celos en la mujer suelen ser más discretos que en el hombre. Sufren en silencio aunque luego cuando saltan, su ataque de celos es más fuerte y virulento. Si él muestra demasiadas atenciones, al charlar con agrado, al escuchar con atención y embelesamiento, embobados los dos el uno en el otro, atenciones de servicios, yo te lo acerco, quieres beber algo más, te traigo un refresco, o en la plata, te acerco la toalla, ponte debajo de la sombrilla, te apetece un paseo, o nos damos un chapuzón, con alguna amiga, se recome por dentro y piensa que ya se está pasado el ligón.
Aunque me cueste, querido Diario, te lo he de decir: un celillo discreto, tolerable y tolerante, es casi parte natural del amor y un ingrediente casi necesario para que sea amor pleno. Se dan en muchas parejas, no son necesarios, pero superados con humor, reírse de uno mismo por tenerlos, y con confianza, estoy totalmente seguro de mi pareja, pues se que me ama por encima de todo y todos, no hacen daño ni rompen la unidad y al confianza. Pero la razón, pensar razonablemente, y la fe en el otro deben siempre superar y matar los celos.
Y si mi novio es muy celoso ¿qué hago?
Si le amas de verdad, habla con él del tema. Y no le des motivos, pequeñas pistas, para que nazcan los celos.
En los hombres los celos suelen nacer por la coquetería natural de la mujer, por su forma de vestir, por lo atrevido de sus trajes o bañadores, por su “poderío corporal natural,”su físico.
Si a esto añadimos el instinto natural de querer gustar o el cierto deseo de conquista aunque se rechace la conquista, los celos están servidos.
Quitar esos motivos por amor al otro, para que no sufra es suprimir los celos.
Y esos pequeños motivos generalmente son pelillos a la mar, no valen el mantenerlos lo que la paz y concordia de la pareja.
Puedes llevar un bañador casi mojil pero que se vean un poco o se adivinen tus bondades y que alguien te mire con agrado, más si es con deseo, para que tu pareja se ponga hecho un “bruto”. Porque curiosamente el hombre reacciona haciéndose el bruto, poniéndose bruto. Bruto por callado, seco, de mal humor, bruto porque cree tener toda la razón y ataca, para defender a su presa.
Los celos son una enfermedad sicológica que parten de una posesión desmedida de la otra persona.
El que la otra persona se nos de o entregue no quiere decir que “sea nuestra”. Pero los celos parten de una posesión en nuestra mente y deseo, sin contar con que la otra persona se de o no se de.
Nos apoderamos de ella y por temor a perderla la guardamos, la escondemos, la ocultamos. La tapamos, la queremos escamotear a toda mirada. Fíjate querido Diario, nos decía Carlos, que ya hay celos aunque “nadie” haya aparecido para ponerte “celoso”. Si aparece entonces los celos se convierten en inquietud, desasosiego, intranquilidad y reclusión del ser amado bajo siete llaves. Los celos pueden nacer por cierta coquetería natural de la mujer o afán conquistador del hombre mirón, empalagosillo o algo ligón.
Pero en verdad los celos no tienen fundamento pues nacen sin engaño del otro, ni por el pensamiento.
Cuando hay fundamento, entonces decía un amigo mío, no son celos, eso, amigo, son “cuernos”.
Pero los celos sin fundamento, los que son solo celos, hay que combatirlos y vencerlos para no hacer la vida de la persona amada un infierno de intranquilidades, temor a que te nazcan los celos, de sobresaltos, si esto le disgustará y se pondrá celoso, de falta de libertad, no hago esto porque seguro que se me revuelve, o de aguantar reproches injustos, desproporcionados y totalmente fuera de lugar, hiriéndote tu corazón fiel hasta la delicadeza y entregado solo a su amor hasta la última fibra de tu ser.
Tiene difícil remedio y en el fondo son una falta de confianza en la otra persona. Por ello si durante el noviazgo nacen desaforados, ilegítimos, repentinos y sin motivo ni lugar, espontáneos con una espontaneidad agresiva, no debes casarte hasta que este problema no esté plenamente y totalmente resuelto, ni casarte nunca si no se resuelven, pues no se puede vivir, ni por amor, en una lucha continua. Es más es por amor, por amor a la pareja por la que la debes dejar para que busque en otras aguas una tranquilidad y calma que en las tuyas son tempestad. Aunque duela. El amor a veces si es más fuerte que la muerte, está en la renuncia a la persona amada para que pueda ser feliz en otro lugar, si en el tuyo no puede haber calma.
Duro pero verdad. ¡Qué espantoso debe ser vivir al lado de una persona enfermizamente celosa! Menos mal que José Carlos es una dicha de calma y confianza, me deja en plena libertad, sin intromisiones, ni por asomo me intenta controlar ni saber todo lo que hago y pienso, y que yo confío en mi José Carlos, más que en mi misma pues creo que es el corazón más grande y fiel que Dios creó jamás.
Preguntas para dialogar:
Reunión de Grupo:
Conclusión:
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39.- "Vivir en doble libertad"
Mi Diario. Reunión del veinticinco de noviembre de 2006. Sábado.
EL RESPETO A LA LIBERTAD DEL OTRO.
Respetar la libertad del otro.
No atar a la pareja a la pata de la cama.
Hay personas, querido Diario, que quieren encadenar a su pareja a ellos como si fueran ellos mismos sin dejarles ni un respiro, ni un momento libre, ni un segundo sin controlar.
Creen que el matrimonio es “atar al otro a la pata de su cama” y más por superposesión que por celos, aunque también a veces mezclados por estos, la otra persona, sobretodo si es la mujer, no puede moverse libremente, ni decidir que hacer ni a donde ir.
Y en una pareja lo más hermoso es precisamente la libre entrega de mi propia libertad, cada mañana, cada día, cada instante, no porque me lo exiges sino porque te la doy libremente y te la doy libremente porque te amo.
¿Es amor acaso el que no se entrega libremente, el que es “de obligado cumplimiento”?
Ni aún cuando la persona esté “comprometida”, compromiso que adquirió libremente en el momento de la donación plena, ratificado en el sí del sacramento, ni aún entonces el otro tiene “derecho posesivo y exclusivo” sobre la libertad del otro. Es en el desgranar de los días y los momentos cuando por amor cada uno de los dos entrega libremente su libertad al otro, haciendo lo que más feliz le haga, pero sin exigencia alguna.
Y es precisamente esta donación libre la que mayor felicidad produce al amado porque no arranca nada al otro, caprichos sin malicia, placer y gozo, mimo, entrega y detalles afectivos, sino que proceden de la entrega amorosa y libre del amante.
Pero y si a mí no me gusta lo que hace, cómo se viste, a dónde va, qué amigos o amigas tiene, cómo realiza su trabajo, cuales son sus aficiones para el descanso o el relax.
Pues a aguantarse toca, amigo. Así era, así la aceptaste, tú lo sabias y tú debes respetar sus decisiones.
Pero y ¿si cambió después? Nadie te dio un cheque en blanco ni un seguro de conducta del otro. Sólo una promesa de amarte que puede dejar de hacerlo libremente.
Sí, puedes razonar, pedir, hacer ver, si no es el camino adecuado el que tomó, pero no exigir el cambio o la rectificación.
Esta debe venir de la libre aceptación del otro. Bien porque vea su equivocación, bien porque crea que “tal pequeñez” o tal cosa se convierte en pequeñez sin valor y si puede desechar si hiere, rompe o mata el amor.
¡Ojito! Que la inversa es igual. Eres tú el que libremente debes ver si merece la pena dar ese pequeño o gran disgusto a tu pareja, a quien dices que amas por mantenerte en los trece o no bajarte del burro en algunas cosas.
Claro que los principios son inamovibles. Claro que los criterios son inalterables. Lo que hay que estudiar es si realmente son principios u opiniones personales no muy fundadas, y si son criterios de vida o simples costumbres o hábitos.
Establecido su fundamento no son alterables porque harían más mal que bien tanto a ti como a quien te pides que los cambies o altere.
No son negociables la fe en Dios, el amor a los hijos, la fidelidad a la pareja, la honestidad personal, el trabajo bien hecho, y las virtudes en general.
No puedes aceptar “una cama redonda” en deseo de libertad de tu pareja o de libertad sexual. No puedes aceptar nada que haga daño a tus hijos, palizas, malos tratos, en respeto al mal genio o a la “irascibilidad de tu hombre”.
Pero qué te cuesta ponerte un escote un poco más pequeño, si el tuyo es excesivamente generoso, si procede de un deseo desmedido de ser mirada y de gustar y si no son lo celos sino la prudencia razonable de decencia quien te lo pide con sus palabras sin acritud y prudentes.
Qué te cuesta pensar si tanto salir de pesca o de caza, o tantas horas dedicadas al trabajo, casi por vicio y costumbre no pueden ser recortadas en bien de un “estar” con tu esposa yo tus hijos.
Nadie te obliga. Eres tu el que por amor, piensas, pides consejo y cambias.
La entrega y el sacrificio, la renuncia que crucifica porque es un palo trasversal y horizontal a mi deseo o gusto vertical, es nacida del amor, una renuncia dulce, un sacrificio alegre, que deja de costar porque es parte de nuestro amor.
Cuando yo tenía dieciséis años fuimos a la nieve a esquiar. Alguien se dobló un tobillo y hubo que bajarlo a cuesta por la pista de esquí hasta el Albergue de Montaña.
Cuando a medio camino el Salesiano que nos acompañaba en la excursión del Colegio le gritó a mi compañero que cargaba con el destobillado si necesitaba ayuda este le contestó. No hace falta, Padre. No pesa. Es mi hermano.
Sí, el amor hace la carga ligera.
“Venid a mí que estáis cansado y yo os aliviaré. Porque el yugo”que voluntariamente nos unce, “es suave y la carga”, que se lleva por amor, “es ligera.” Dice el Señor.
Buenas noches, querido Diario. Yo quiero llevar mi cruz, cuando sea cruz, toda con amor y por amor.
Reunión de Grupo:
Conclusión:
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40.- "La Virgen."
Mi Diario. Reunión del nueve de diciembre de 2006.- Sábado.
Aunque la Inmaculada fue ayer, ocho de diciembre, y nos reunimos en Misa en el Madroñal, ni María y Pedro ni Isabel y Juan Carlos, podían asistir pues tenían reuniones y compromisos familiares y dejamos la reunión para hoy, ayer, pues yo siempre escribo con la fecha del día en que “pasan las cosas” aunque luego de verdad lo transcribo al día siguiente o al 0tro, según tenga un rato. Así que entramos en el tema que como siempre que llega esta fiesta es la madre de Jesús, con alegría celebrando nuestro cariño por nuestra madre celestial.
Hoy comenzamos cantando con Mónica y Francisco Javier de músicos como siempre,
Y con una pequeña variante de la letra que nos entregó Carlos.
“Que detalle Señor has tenido conmigo,
Cuando la miraste,
Cuando me elegiste,
Cuando le digites
Que yo era su hijo.
“Que detalle Jesús has tenido conmigo,
Cuando me miraste,
Cuando me elegiste,
Cuando me digites
Que yo era su hijo.
Que detalle Señor, has tenido conmigo”
Y terminamos también cantando y orando a la Madre de Dios, porque cantar es una forma preciosa de orar. A veces cuando voy desde casa a la oficina en vez de rezar alguna oración vocal, a media voz, sola en el coche, pero no solo en el alma, canto alguna bonita canción al Señor o a la Madre de mi Salvador. Le pido perdón por los desafinos, soy muy mala entonando, pero sé que Ella me escucha y que cuando recorro la vida, nunca voy sola, pues conmigo Santa María va.
Cuando tenga que llevara al pequeño José Carlos a la Guardería y al Cole, le enseñaré a cantar conmigo como ración de la mañana en el coche.
“Aunque recorra la vida,
Tú nunca solo estás,
Por el camino contigo
Santa maría va”
“Ven con nosotros al caminar,
Santa maría ven.
Ven con nosotros al caminar
Santa María ven.”
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41.- "El Mesías. El Señor"
Mi Diario. Reunión del veintitrés de diciembre de 2006. Sábado.
Aunque es víspera de Noche Buena, y mañana esperamos ir a la Misa del Gallo, espero que mi madre, donde cenaremos y pasaremos la noche, dormiremos allí en mi “viejo cuarto” dónde mis padres han puesto una cama de matrimonio y un rincón para la cuna, y en mi cuarto de baño de soltera un pequeño calentador “microondas” para los biberones, mamá está en todo, espero digo que mamá se pueda quedar con nuestro pequeñuelo, lo siento Don Matías no cerraré el móvil, pondremos el vibrador, y así asistir con todo el grupo a la Misa de Nochebuena. Nos apetece una burrada.
Tiene ya siete meses y pico y espero que se quede dormido pronto y que no se despierte. La abuela tiene mucha mano.
Cenaremos todos en casa, todos los hermanos y sus parejas, casados o no aún, y después creo que mi padre nos quiere acompañar a “El Madroñal” a Misa.
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42.- "Los Reyes Magos"
Mi Diario a seis de enero de 2007. Sábado.
Los primero Reyes de nuestro hijo.
Estoy inmensamente ilusionada aunque se que el no se va a enterar.
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43.- "Me gusta gustarte"
Mi Diario. Reunión del veinte de enero de 2007. Sábado.
EL RESPETO: CUIDAR EL ASPECTO ESTETICO:
El respeto conlleva cuidar el especto estético.
Querido amigo Carlos. Escribo en mi Diario como si te contestara a una carta tuya pues nuestra conversación de ayer fue afable, amplia y distendida y entre los temas que yo en confianza “personal” quería tratar contigo estaba el de la pequeña y amable coquetería de la mujer en el arreglo, el vestido, las joyas, los adornos, el perfume, el peinado, la belleza en general y como no, en su sustrato la limpieza y el culto al cuerpo sano y estético. Yo sé que cuando se sobrepasan los límites se llega a la egolatría y adoración de la propia persona y de su aspecto, a eso que mucho jóvenes llaman “una mujer tonta y vacía, solo bella y atractiva”.
Pero de ahí a la dejadez, a los rulos, como dice mi abuela, hasta para comer, a la bata para vestir o a los vaqueros para todo sucios y rotos va un abismo.
Yo soy presumida. Muy presumida, creo que como todas las mujeres de mi familia y algunos hombres. Me encanta mirarme al espejo. Cuando tenía quince años me pasaba horas sentada delante de él, no preguntándole si había alguna más bonita que yo, que para mí no la había y solo la duda ofendía, sino “auscultándome” con la vista cada rincón de la cara, la tersura de mi piel, mis pequeños y bien tratados granos del azné juvenil, mis cejas y mis rizadas pestañas,… y no te diré más cuando salía de la ducha y estaba a punto de ponerme el camisón porque me da vergüenza, mucha vergüenza.
Creo que muchas chicas somos así de presumidas. Yo al menos lo era y lo soy.
Pero ¿cuándo se pierde la naturalidad, se pasa a ser un poco “tonta” y por tanto a ser una chica normal a los ojos de Dios?
Me daba vergüenza sacar este asunto como los otros dos que tratamos los tres en compañía, Elena, yo y tú ayer en tu casa, en la reunión de grupo y más aún tratarlo en detalles. Por eso, y sin José Carlos te pedí que lo habláramos.
Me dijiste, delante de ella y con mucha delicadeza y cariño, mirándola y amándola con los ojos, y me dijiste con razón pues yo también lo presiento en ella por su manera de ser y expresarse, por su encanto personal, que Elena es muy presumida. No podía pasar por delante de la columna del portal de casa, que era un cristal y hacia de espejo, sin mirarse.
Pero, gracias a Dios, tiene muy buen gusto, tanto en el vestir con en el “alicatarse”, “emperifollarse”. Bueno, me lo dijiste algo más despreciativamente, pero sin malicia, coloquialmente, en “los arreos del vestir y del pintar.”
Y que te gusta que sea así. Que no podrías estar, estado de permanencia y estado continua, enamorado de una mujer que no se “cuidara”. Me eche a reír suavemente pues como minimizas el presumir y lo envuelves afectuosamente en “cuidarse”. ¡Qué delicadeza al hablar de ella y al enjuiciar su “coquetería natural”!
Sí es verdad, añadiste, que las hay que visten al estilo hombruno, deshilachadas, cursis como un repollo, desconjuntadas, sin estilo ni gusto, o lo que sería peor e impasable, sucias.
La presencia física atrae o repele, nunca deja indiferente, porque si te deja indiferente ya va en el camino de la repulsa. Por ello tanto la mujer como el hombre deben estar atractivos para su pareja en primer lugar y también para embellecer el mundo.
El mismo san Agustín, me decías, creo que en un sermón les aconsejaba a las mujeres como acicalarse y que debían estar atractivas para sus marido.
Es por tanto, en su justo valor, virtud cristiana, primero cultivar la limpieza y luego cultivar la propia belleza.
Hay que cuidar el aspecto estético. También el hombre. Ay que ser y parecer limpios.
En el perfume es igual. Un perfume discreto atrae. En la mujer realza su belleza. Embelesa al hombre. Enamoran. Un excesivo perfume, repele. Huele a perfume barato, suelen decir para justificar el rechazo.
En el hombre el perfume también es atractivo. Aunque en general somos más parcos y menos a diario, un perfume varonil, al menos para las ocasiones en que ella quiere presumir de marido es necesario.
Mi mujer, Elena, me acribilla porque quiere que esté siempre “de punta en blanco”. Aún con un pantalón de trabajo debo estar presentable.
Y eso que ella sabe yo no soy nada presumido. Más bien dejado, apostilló ella, medio riéndose para suavizar la frase. La agresión, dijiste tú.
Y los zapatos. El martirio de los zapatos. El lustrado de los zapatos es algo que me trae por la calle de la amargura. Ni me los limpia ni me los manda limpiar. Eso es trabajo mío. Con la obra de la casa de Marzagán todo son polvos, cementos y hasta pintura, que es peor.
Y siempre me coge en la puerta ya para decirme: los zapatos, Carlos. Algún día he sido tan despistado que cuando me he sentado al volante me he dado cuenta que llevaba aún los zapatos de trabajo. ¡Muchacha, que martirio, qué desastre!
Pero volvamos al tema. Si uno no tiene buen gusto, debes írtelo formado.
No fiarte mucho de ti, ¡ay de ese pantalón con esa camisa o ese jersey! ¡Cómo puedes llevar un cinturón marrón con un pantalón azul!
Por eso ahora he aprendido, como un niño, a preguntar antes de poner me la ropa. Antes me la ponía y tenía que desvestirme y volverme a vestir diferente. He tenido que llegar a un armisticio: o me buscas por favor la ropa, o conjuntada o no, no proteste. Pues muchas veces elegía yo la camisa que me gustaba, ¡hoy voy bien!, para recibir enseguida el primer aviso. Con esos pantalones, no. Y a desvestirse de nuevo.
Ahora las cosas son diferentes. Búscame por favor una camisa. Llevo puesto los pantalones claros.
También ella ha cambiado de táctica. En vez de tirarme chinitas cuando voy bien arreglado me dice: ¡Qué guapo te has puesto! Da gusto salir contigo. De verdad Ana me sientan muy bien esas palabras. Y procuro sin que me lo pida cada vez más estar a su altura. Bueno a su altura en belleza y elegancia es imposible. Por lo menos en un buen pasar como acompañante.
Ya ves, mi querida Ana, que cuidar la belleza no es una degradación y un vicio. La virtud en esto como en todo está en el término medio, pero en lo más alto. Nuca en los extremos. Ni desgreñada ni sofisticada. Natural y si puede ser realzada.
El arreglo en el vestir y peinar, un cuerpo limpio y sano, un perfume adecuado y algo sutil, un conjunto agradable a la vista, es belleza y la belleza siempre atrae y es virtud.
Reunión de Grupo:
Conclusión:
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44.- "Una sola voz"
CRECER EN EL AMOR.
VI.- COMPENETRARNOS.
Mi Diario. Reunión del tres de febrero de 2007. Sábado.
La armonía conyugal.
La unidad no es unicidad.
Nuestra unidad es mayor que por separado porque es la suma de dos.
La armonía de pensamiento.
La armonía de sentimientos y de corazón.
La armonía en los deseos y fines de la vida.
La armonía en la fe en Dios
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45.- "La enterga controlada"
Mi Diario. Reunión del diecisiete de febrero de 2007. Sábado.
LA CONFIANZA EN MI PAREJA.
Primera parte: la falta de confianza.
Carta a Inés.
Ver el tema en enemigos del amor.
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jueves, 14 de junio de 2007
46.- "He pusto mi cabeza en tu regazo"
La confianza es parte integrante del amor.
Se que me quieres. Confío en ti.
Carta: A Teresa.
La confianza en el otro.
Querida Teresa:
Me dices que cómo puedes confiar en Pin, Martín, el Martinito de su mamá, tu marido, si sabes de buena tinta que es “un salido y un ligón”. Empleo tus propias palabras para que sea definido por ti y no por mí.
¿Es que acaso no lo sabías desde antes de casarte? ¿Es que, en verdad, tu conquista, no fue activa, sino pasiva, y el chico “más mujeriego”, como se dice en Andalucía, o “faldero”, al que te propusiste llevarte, no digo al huerto, porque tú de eso hasta después del matrimonio, sino a tu redil, fue una conquista pírrica, “por encima de todas este es para mí”, sabiendo en tu subconsciente que seguiría siendo de todas? ¿En verdad estabas tan engañada que creíste que una vez en tus redes, se acabarían totalmente las otras? He de confesar que era el niñato más guapera, atractivo y simpático del Náutico.
El que se paseaba con sus pulóver amarillo chillón o naranja afeminado, el color, claro, y traía por la calle de la amargura a todas las niñas en edad de merecer Si ninguna puede conquistarlo para siempre, solo aventuras pasajeras, te dijiste, yo sí. Y en contra de tus padres, escandalizados, de tus amigas, envidiosas pero sensatas, y de tus demás parientes y amigos, incluido tu tío José Manuel, que como buen pescador siempre andaba por el club y que de testigo ocular de los lotes del ligón lo conocía bien, fuiste a por él y él, que no era tonto, conocía la posición de tus padres, económica y social, se diría, esta si me conviene, aunque soy un niñato sin oficio ni beneficio, nunca paso de tercero de derecho y su trabajo era el descanso de día y las copas con los amigos de juerga de noche, pobres padres marino él, Capitán de Fragata, creo y ella de las “mejores” familias de Campo de Gibraltar, ya me aliviará el suegro y cuando venga el primer nieto, fue nievecita, verá como se ablanda para buscarme como ganarme la vida fácilmente y aparentar que alimento a mi familia.
Ay mi pequeña e ingenua niña. Como estabas de engañada. Cuando se juega con el amor muchas veces, se desgasta el amor, se pierde la capacidad de amar, y solo queda la capacidad de ligar y la “del huerto en hierba apasionada,” ligar para el colchón, sexualidad y sensualidad. Y el amor, y las ganas y el deseo de amar con mayúscula, bueno, para no prostituir la palabra simplemente de amar, muertos.
Confiar es fiarse. Tener fe en el otro. Con-fianza, dar la fianza, la que crea fe en el cumplimiento total del otro, fiarse, tener fe con alguien o con algo, confianza, confiarse.
Confianza como fiarse del otro, es su sentido primero y principal. Confianza en el sentido de compenetración y unión. Unidos y compenetrados, acordes. Confianza en el sentido de descansar activamente en el otro, de comunicarlo todo sin reticencias y sin miedo o tapujos. Confianza en el sentido de saber que el otro, mi pareja en este caso, no me va a fallar, en fidelidad, amor y ayuda toda la vida. Y por último confianza en las relaciones personales de afectividad y cariño, ya simplemente amigables, ya sensitivas y sensibles, ya de la íntima intimidad, sexuales y pasionales.
Y para ello es necesario, conocerlo de verdad, en su intimidad anímica y en sus capacidades, en su personalidad. Hay que hacer un estudio cariñoso del otro y vistas sus cualidades apreciarle generosamente, sin buscar correspondencia en pago. Así nace la amistad que generalmente es el principio de casi todos los amores, más que el flechazo a primera vista. Luego durante el noviazgo, se va conociendo su fidelidad y su entrega. Su manera de entender “ser fiel”. Y del estos valores positivos en la pareja nace la confianza en ella, en el sentido de”confiar en.”
Es el trato y el roce, el que va creando otro sentido de la confianza. La confianza como compenetración. Cada vez más unido, más uno, más nosotros, diluyéndose el yo y el tu, más dejarse “caer” en el otro y sobre el otro, más sencillez y limpieza de corazón, en palabras, gestos, caricias, besos, acciones o esperanza fiable en las reacciones del otro.
Se ha ido desnudando el alma, el corazón, los sentimientos, los deseos, las aspiraciones en la pareja. Se le han ido entregan todo. Y al ser recibido por ella y correspondido en generosa respuesta se ha ido creando un rescoldo del amor, donde nace y vive la confianza. Pon los límites de familia, amigos, conocidos, novio o esposo, hijos, y demás parientes y tendrás los límites de la confianza con cada uno de ellos, con mayor o menor profundidad, con mayores espacios o áreas, contenidos o temas.
Saber que el otro es “mi pareja” y que va hacer todos los esfuerzos posibles para no fallarme nunca.
Hay un matiz importante de la confianza que es la comunicación confiada y el diálogo sin reticencias. Decir las cosas confiadamente es decirlas sin temor, sin miedo al rechazo, al rin tintín, al quedar en ridículo, al que se rían o sonrían de ti, aunque no sena exacta, aunque sean equivocadas, aunque sean “un poco tontas.”
Saber que el otro las va a valorar en su justo valor, no nos las va a reprochar y nos va a dar una visión personal de lo expuesto sin imposiciones propias, en comprensión y libertad.
La confianza sensual o sexual de la pareja, dentro de la afectiva o de la sensibilidad, lleva a unas expresiones del amor y del deseo, en la ternura y el cariño, que el amante explicita en besos, abrazos, roces, caricias y caricias íntimas en exclusividad expresiva al y del cuerpo del amado. Producen estos manifestaciones deleite y agradecimiento en el amado, creando una íntima, profunda y exclusiva unión, unas veces de deseos y voluptuosidad, hasta llegar a la pasión ardiente, sensual y sexual, y otras una tranquilidad sosegada, del cuerpo y del espíritu, en la paz de la entrega confiada, siendo devuelta en el juego alternativo o simultaneo del amor del amado, ahora también y al mismo tiempo amante, al amante, ahora también y simultáneamente amado, cerrando el círculo perfecto del dar, darse, y el recibir, recibirse.
Esta confianza afectiva no despierta en el amado sorpresa o sobresalto, inquietud o zozobra y angustia, sino que es recibida con esperada naturalidad, por la fuerza de la costumbre y la confianza progresiva, porque el amor es, a veces, sosiego, paz, tranquilidad, normalidad relacional, en sus expresiones sensuales afectivas que hacen que la pareja goce de estar juntos, el uno junto al otro, que saboreen el saberte a mi lado, que sienta las delicias y las complacencias sencillas y simples de la compañía tranquila, porque eres tú, ya en el lecho amoroso, con desnudez o desnudez completa, ya en la pareja en soledad compartida, sin presencia o testigos ajenos, en casa, en viajes, excursiones, paseos, produciéndose vestidos, pues el roce de la tela lo sienten las fibras íntimas del cuerpo.
En todos gestos hay que tener un respeto absoluto a los demás, al prójimo, pues no hay espectáculo más depresivo y violento para el testigo, a veces convertido en escándalo evangélico, que cuando una pareja se sobrepasa en expresiones afectivas en público, delante de los demás, el playas, campo, paseos, calles o plazas. Tampoco hay imagen más hermosa como la sencillez y limpieza de los ojos, en expresiones del amor, la confianza o la compenetración, el ir juntos de la mano, algunas expresiones livianas de cariño, ligeras caricias normales y sencillas, abrazos amistosos, gestos afectuosos.
La vista sabe distinguir para condolerse o para suavemente alegrarse en el bien ajeno entre lo natural y humano, expresiones del cariño o la ternura, y cuando tras el gesto o los actos sobrevuela, planea o sobresale la pasión incontrolada e irreverente de la atracción sexual o sensual.
En este terreno el pudor humano y el pudor cristiano, que es el mismo pudor impulsado por el amor sobrenatural a los hermanos, deben sopesar y medirse para no sobrepasarse de la misma forma que se hace en el vestir, el los gestos, en las actitudes o las acciones,
-no provocar, no tentar, no escandalizar,- ¿quién habla hoy de escándalo o pudor? ¡Qué anticuado!- sobre todo en jóvenes púberes que están en la fase de descubrir las capacidades de sus propios cuerpos.
Hasta un perfume excesivo, lo mismo que un escote o que unos pantalones mal puestos, como se llevan hoy en día caídos sobre más debajo de las caderas, en vez de ser atractivos y bellos, pueden ser provocadores y hasta chabacanos.
Mi querida y confiada amiga. Tú puedes confiar en Pin en los avatares normales de la vida, pero su infidelidad interior es un motivo inquietante de que nazcan los fundados celos y que afloren las fundamentadas y soterradas desconfianzas.
Su amor desbordante es puro egoísmo, su entrega aparente, sólo posesión, su dar, darse, sólo recibir y recibir, su tú es sólo yo, yo y yo. Cuando dice “nosotros” se refiere sólo a un camino de vuelta que si bien sale de ti, sólo termina en él, sin retorno posible ni siquiera soñado o deseado. Y lo pero es que su amor está tan podrido que se auto convence y lo cree. Se cree amoroso, entregado, generoso, dadivoso, buscando sólo tu bien y el de los niños y en camino de ida siempre. Si el amor dicen que es ciego, que no lo es, el egoísmo, el egocentrismo y la egolatría ni siquiera tienen ojos, para mirar y ver alguna vez. Es ciega de nacimiento. Cuando se mata el amor, el darse, no nos queda, porque de algo y con algo hay que vivir, sino el más brutal egoísmo. El becerro de barro y el de oro con tu propia cara y tu propia imagen.
La confianza en tu pareja está destruida desde sus cimientos y no puedes confiar en quien no tiene ningún respeto ni conoce que es la fidelidad, ni en lo económico, te engañará, se recuerda que quiso poner tu casa, la regalada por tu padre antes de la boda a su nombre, orgullo masculino, te dijo, ni en la cuenta bancaria, firmas no solidarias sino independientes, pues mientras él tira de talonario o tarjeta para sus camisas de seda, calcetines de hilo, pantalones de tergal caro, o pulóver de lanas selectas, y zapatos de cabritilla, tu dinero, el de tu trabajo se va, y no queda casi nada para comer, y educar a los hijos. Ya pagará el abuelo, que no va a dejar a sus nietos sin alimentarse o sin Colegio de pago y buena sociedad.
Es duro pero debes plantearle el cambio radical y efectivo llamando a las cosas por su nombre. Y si no está dispuesto, o dispuesto no lo cumple, lo tendrás que estar tú. Por él, por ti y por vuestros hijos. No se puede vivir en un infierno ni siquiera en el de la desconfianza y la duda permanente.
La confianza, mi querida Tere, es una actitud normal en la pareja humana bien avenida, del uno para con el otro. Es la fe en el otro, y esta fe es insustituible para que el amor crezca.
Sólo quien puede reclinar su cabeza amorosamente sobre el regazo del amado y quedarse dormido en la intimidad, la cordialidad y la entrega despreocupada, vive en la confianza y el sosiego del amor. Con cariño, Carlos
47.- "Voy a hecerles una ayuda adecuada"
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Mi Diario. Reunión del diecisiete de marzo de 2007. Sábado.
LA AYUDA MUTUA.
Carta: A Esme y Ismael.
“La ayuda adecuada”
La ayuda mutua es fruto del respeto y el cariño a tu pareja.
Querida Esmeralda y querido Ismael:
Me planteabais en vuestra carta cómo compaginar vuestra libre libertad con la ayuda mutua que como muy bien dices “os debéis”, y el respeto y la aceptación hacia la manera del ser del otro, “aceptar al otro tal cual es”, con al menos una mínima exigencia, para que la convivencia no se transforme en un malestar e incomodidad continuo, por la forma de comportarse la pareja. Podría si no llegarse a una pelea continuada o quizás a una retahíla de reproches más o menos contenidos o a silencios acusadores o explosiones desproporcionadas.
Por respeto al otro ¿hay que pasarlo todo? ¿Hay que callar siempre y aguantar? ¿No se debe pasar nada desde el principio para así marcar bien claro “el territorio”, como los animales en las selvas? ¿Qué es lo que se puede o debe pasar y por dónde no se ha de pasar nunca por mucho que se ame?
En mi primer lugar yo con humildad os diría que todos los roces de la convivencia se deben, hay que tratarlo, en el diálogo amoroso, oportuno, en calma, en el contexto del amor, “has de saber que te quiero, y que es porque te quiero y no quiero que se rompa “lo nuestro”. Quiero decir que nunca se deben ir enterrando ni en el olvido ni en un falso perdón condescendiente y falsamente amoroso. Sería como ir enterrando gas a presión en una basilla de barro que ha de estallar de pronto con quizás heridas irreparables. Por eso el momento tampoco es el de la intimidad amorosa. La intimidad amorosa es para la intimidad amorosa, y de ella solo puede nacer más unión y más amor, nunca discusión, desavenencias, disparidades o pequeños diferencias que puedan oler a reproche. A veces, Esme, algunas mujeres aprovechan este momento en que el hombre está entregado, agradecido y amoroso para “condicionar” sobre las relaciones mutuas, los comportamientos hogareños o sociales o la educación y exigencias sobre los hijos. Para mí, error craso. No cero que a ninguna pareja le pueda producir unión serena y más compenetración y unanimidad.
Así es en el diálogo donde deben salir estos temas y con cariño, con mucho cariño y tacto para no herir ni restregar ni hurgar en la herida o yaga de la debilidad del otro intentar llegar a lo que hoy llaman el consenso. Tú sabes que si te lo digo es porque te quiero. Yo expongo y acepto la decisión libre de tu voluntad. Sólo te pido que lo pienses, que lo medites, que lo reflexione. Puede que sea yo quien esté equivocado. Si es así, lo acepto. Si no lo ves ahora, vamos a tomarnos un tiempo para madurarlo.
Pero sobretodo ese cariño, que decimos tenerle y por el que lo dialogamos se debe ver. Debe estar muy claro. Se debe sentir, debe flotar en el ambiente del diálogo muy fuertemente.
Sí, Ismael, no hay mayor grandeza en el hombre y el la mujer, en el ser humano, que saber rectificar, aceptar sus limitaciones y luchar por enmendarlas y corregirlas.
El diálogo no es intentar convencer al otro de su equivocación o aferrarse a que acepte nuestro punto de vista. Es, serenamente, ponerse en la piel del otro, comprender el punto de vista del otro, ver y sopesar las razones en que se sustenta la opinión del otro.
Luego, también honradamente, honestamente, humildemente, compararlas con las nuestras, nuestras razones o fundamentos, y volver a sopesarlo todo con la nueva riqueza que es la mayor amplitud de miras.
Desprenderse de hábitos, costumbres o manías, dar valor a lo que tiene valor, y despreciar o minusvalorar lo que no lo tiene, hasta tirarlo por la borda de nuestra idiosincrasia o convicciones, apeándonos de lo que pueden ser sólo deseos, apetencias o comodidades más que verdades o realidades sólidas.
Y si no lo vemos ni vemos claro el punto de vista del otro, ni el otro el nuestro después de haber escuchado nuestra “defensa”, es decir si no hay consenso o acuerdo, se debe imponer el respeto más absoluto hacia la postura del otro, y sopesar bien cual es el valor real de lo que se discute, pues a veces es tan baladí que no merece la pena no ceder en algo, que aun sin compartirlo tiene un valor infinitamente inferior al de la concordia y la paz con el ser amado. No claudicamos, no. Cedemos en nuestro punto de vista, porque en nada hiere nuestras convicciones o principio y cae en el sutil y variable campo de nuestras opiniones o deseos.
Y si hay error por nuestra parte saber y recordar que nunca el hombre es más grande que de rodillas, cuando sabe aceptar y rectificar, y con sencillez y simplicidad, sin doblez, pide perdón a ser amado. Y si hay pareja en el amor, el perdón vendrá en el otro, o en nosotros si fuera al contrario, el perdón vendrá, digo, nacido del corazón. El perdón de corazón fruto de la generosidad, de la magnanimidad y de la grandeza del alma.
A veces la ayuda mutua es un sostener al otro, que cae en su debilidad. Te sostengo, te mantengo a flote, te ayudo a superarte o al menos ano hundirte porque te quiero y es mi amor el que te sostiene. El la confianza en mi amor es donde debes sacar fuerzas para tu flaqueza y punto de apoyo para inestabilidad.
Con verdad podríamos decir con el salmista: “Tu eres, Señor, mi Dios, mi fortaleza” a través “de la ayuda adecuada” (Gen. 1) que creaste para el hombre.
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48.- "Santo de José Carlos. Quinto"
Mi Diario a diecinueve de marzo de 2007. Lunes.
Lo celebramos ayer domingo en casa de sus padres, pues ya no es fiesta y hay que ir a trabajar. Con todo nosotros dos nos escapamos a la salida del trabajo a Misa de ocho y media, para comulgar juntos y juntos, unidas nuestras manos sobre el reclinatorio de la Iglesia, darles gracias al Señor y a María, por todo y especialmente por nuestro hijo, parte integrante y central de nuestra vida y fruto “bendito” de nuestro amor.
No puedes ni hacerte una idea, mi querido Diario de cómo me quieren sus padres. Su madre me cuida, se preocupa por mí hasta en los mínimos detalles, me respeta en mis opiniones y en mi manera de llevar la casa y en criar a José Carlos, ya todos le llaman el pequeño Jóse y creo que se le va a quedar ese nombre hasta que lo recupere cuando empiece a buscar una firma que retrate su personalidad, mi madre se mete más, pero mi suegra, es tan respetuosa conmigo, para no interferir en nuestra pareja que no aconseja más que cuando yo se lo pido y casi se lo tengo que rogar. Mi suegro no es que me quiera. Me adora. Siempre me dice que me quiere tanto como a sus demás hijas, como una hija mía, y que para él no hay distinciones. Me cuida, tiene mil atenciones conmigo y siempre está atento a lo que me gusta o necesite. El sabe que hay unos caramelos que me encantan. Cuando mi embarazo y aún hoy siempre me lleva de estos caramelos, unos que son ingleses y vienen en una latita redonda empapados en azúcar glasé.
Y dice que esto de quererme así en nada diminuye ni ensombrece el cariño por sus hijas, pues tan grande que roza o supera el infinito. Las quiere hasta casi la locura. Y así es en consecuencia con ellas. Yo me siento infinitamente feliz que me equipare a ellas, pues no lo merezco ya que tiene unas hijas que son “unos José Carlos” en mujer. Mis dos cuñadas son excepcionales, tanto la casada como la sotera, que creo que al final se irá a monja o a algún Movimiento seglar. Trabaja en su Parroquia de Madrid, con tanta dedicación y cariño que para mejor llevar a cabo su labor apostólica y pastoral ha dejado su carrera de químicas, admirable y solo por llamada de Dios imitable, para estudiar teología en la Universidad pontificia de Salamanca, aunque ella lo hace en Madrid.
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49.- "La entrega total"
LA ENTREGA TOTAL.
Entrada al tema.
Carta: A Paloma.
“La entrega total”
La entrega total. La ausencia de egoísmo. Entrega de sí mismo.
El sexo como símbolo y signo de la entrega en la consumación carnal.
Si no hay entrega total de la persona, mi yo completo con exclusividad, sin reservas y para siempre, se vanaliza el sexo tanto en su fin procreador los hijos necesitan de sus dos progenitores con estabilidad, como en su fin unitivo.
La reserva o entrega controlada crea inestabilidad, puede crear dudas y es signo de provisionalidad y parcialidad en la intención de los miembros de la pareja.
Nos hemos quedado con algo de nosotros mismos que no hemos entregado. Hay una duda latente en la totalidad de nuestro amor, que se reserva una puerta de escape, aunque solo sea posible y no deseada.
¿Puede una pareja aún antes del matrimonio hacer una entrega mutua total y absoluta de sus personas? Si no es así, esta unión, la comunión carnal signo de la entrega total, queda disminuida y desnaturalizada de su propio sentido convirtiéndola en un acto humano más, sin sentido trascendente, aún con su compromiso parcial y reservas consientes o subconscientes.
Pero pueden. Quién puede dudarlo.
El hecho de firmar un compromiso, matrimonio civil, o comprometerse ante Dios, mediante una alianza sagrada, matrimonio religioso, cristiano sacramento, o de otras creencias religiosas, no conlleva la entrega personal. Es más, puede existir sin ellos y no existir con ellos.
Y en esto que voy a añadir “no tengo mandato del Señor," diré con San Pablo, porque no es doctrina del Sacramento sino especulación personal mía, personalísima, y por tanto limitada. Tan limitada que yo mismo la comparto como próxima a la verdad, a la realidad, más que la realidad y la verdad mismas.
Pero si el matrimonio natural es esa misma entrega personal y completa, consumada y expresada en plenitud en la unión afectiva y carnal de la pareja, signo y significado hecho realidad, yo intuyo que “hay YA matrimonio” desde el mismo momento que se da esa entrega con las connotaciones de perpetua, exclusiva y personal. Para decirlo con otras palabras: están ya casados porque el signo se convirtió en significado, y la entrega en realidad de unión de la pareja.
La firma del compromiso no es más que la ratificación ante la Sociedad de la autenticidad de la entrega con las consecuencias aceptadas que conlleva socialmente este compromiso: estabilidad, hijos, bienes comunes, etcétera...
.Diré que este matrimonio natural es más dudoso en parejas de bautizados, para los que es “obligatorio” el Sacramento. Pero así y todo pienso que ante Dios, muchas parejas de novios que han llegado a ratificar su unión con la consumación carnal del sexo, entregado como donación completa del amor, están de verdad ya casadas.
No podría decir si hasta se ha producido el Sacramento en caso de creyentes bautizados pues siendo los ministros del Sacramento ellos mismos, los contrayentes, solo ha faltado el testigo eclesial, normalmente el sacerdote, y su revelación pública, pues el Sacramento del Matrimonio se celebra ante la Asamblea cristiana del Pueblo de Dios, los testigos.
Dos personas, solas, como unos Robinsones, pueden casarse al hacerse la entrega y yo diría que “Eclesia suplet” y se produce el Sacramento, si son bautizados, cristianos creyentes y si está en su intención él quererlo recibir. Pero el hecho de evitar o evadir el acto ante la Sociedad, - parejas de hecho,- que hoy se llama puede nacer de una reserva de dominio sobre nuestra propia persona que devalúa y mengua y hasta ningunea o vanaliza el acto.
¿Puede una pareja dar y recibir, aceptar, amor en estas circunstancias? Claro que sí, quién puede negar que aún con limitaciones, el sexo puede provenir del amor y de la entrega al otro, del cariño a la pareja y hasta del deseo de vivir juntos para siempre y para siempre entregarse al otro.
Pero también quien puede negar que es un resquicio por donde puede entrar la duda y la sospecha de que la entrega está condicionada a que “vaya bien,” o a que no aparezca alguien que de más o que parezca mejor, tanto en lo temporal, bines, como en lo corporal, sexo y placer.
Pero sobretodo que al no ser plena la entrega, el amor no es pleno. Le estamos negando al amado “algo” que le pertenece, al negarle la plenitud de nuestro yo.
A veces uno desea la ratificación pública de su entrega, el Matrimonio, y el otro le da largas o pone pegas, porque en el fondo no quiere un compromiso verdaderamente completo y estable.-
Y quién puede negar que cuando en una de las partes sólo hay búsqueda de sexo o placer y claramente no hay entrega ninguna la relación sexual de ambos la ha prostituido, al menos para cuantos lo entendemos como signo y expresión de amor.
Claro que la entrega es mucho más y más amplia que el sexo, la unión carnal y todos sus aledaños de sentimientos, caricias, placeres besos, abrazos, y roces vehementes.
Claro que el sexo es símbolo – representa- de la entrega amorosa y que es signo, - significado y significa- esa misma entrega total.
Pero puede circunscribirse en otros contextos, como el placer, el deseo, la voluptuosidad, el Eros, la concupiscencia, el simple intercambio interesado por una o ambas partes y hasta la explotación del otro rebajándolo a simple objeto de mi placer y mis deseos, sin pizca de amor ni siquiera de cariño o consideración.
En otra carta te conté como el sexo puede ser entendido y como a veces se le entiende.
Aquí quisiera terminar en cómo lo entiende Dios Padre, su Creador, la Iglesia en el Sacramento, creado por Jesús, Dios Hijo, y cómo lo debemos vivir los cristianos con la fuerza del amor, del Dios-Amor, Dios Espíritu Santo.
Dios cera al hombre a su imagen y semejanza. Dios es amor, luego crea al hombre para amar. Y para mantener la especie, la procreación, crea el sexo fecundo, haciéndonos participe de su creación, nacida del amor, engendrando en el amor. Dios crea nuestro espíritu, el alma, y nosotros engendramos el cuerpo vivo del nasciturus, entre ambos damos vida a una nueva persona humana.
Y para mantener, aumentar la unión y fijarla en la pareja, para que se comuniquen mutuamente su entrega y su amor crea el sexo, en su sentido unitivo dando estabilidad al hogar y a la familia y haciéndonos vivir el Sacramento. Sexo fecundo, pues produce unión y aumenta el amor de los cónyuges.
Y todo en un marco de gozo, cariño, ternura, placer, deseo, entrega y donación mutua. Es un dar y darse, pedir porque sabemos que el otro está deseando darnos y espera ansioso nuestra petición amorosa, tierna y a veces carnal.
Y así recibimos del otro, porque el amor no solo es dar, es saber recibir del amado, que también es una forma de darnos, dejando que el amado al ser amante llegue a su plenitud dándose a nosotros.
Con cariño, Carlos.
50.- "El dulce sacrificio y la renuncia amorosa por tu pareja"
EL SACRIFICIO Y LA RENUNCIA POR EL OTRO.
Querido Diario:
Ayer en la Reunión tratamos de cómo a veces es necesario el sacrificio y la renuncia para que el amor crezca o al menos permanezca y no disminuya y mengue.
El tema salió con la carta que Carlos escribió a Isabela y Juan Carlos cuando se casaron, enmarcándole una carta del padre de Juan Carlos, catecúmeno entonces de confirmación, a Carlos, tras una charla que le dio hace la friolera de treinta y algo de años, en su Parroquia de Santa Brígida.
¡Qué orgulloso están Isabela y Juan Carlos de esas líneas en las que con la naturalidad de un crío de quince años o así, le cuenta cómo bailaba siempre con la más fea, “a mí siempre me toca bailar con la más fea, pero me duermo contento porque alguien se lo ha pasado bien gracias a mí”! De casta le viene al galgo. Así es Juan Carlos con todos. Siempre al quite, siempre a ver cómo puede ayudar, sin meter ruido, siempre atento a lo que cada uno necesita para dárselo antes incluso que te des cuenta que lo hechas en falta. Así está Isabela que parece una reina en un trono o una santa en la peana de un altar. La cuida, la mima, está atento hasta en sus más mínimos deseos, procura hacer siempre las cosas como sabe que a ella le hacen feliz y le gustan y renuncia a todo lo que haya que renunciar con tal que Isabela esté contenta y satisfecha.
Nos contaron en la reunión que han tenido que llegar a un pacto en su matrimonio para no discutir sobre lo que hacer, pues el “lo que tu quieras”, “no, elige tú,” les llevó a un terreno de nadie, en que cada determinación, que era eterna. No se cedía, por hacer el bien o el gusto del otro, sin pensar en el contento, deleite o deseo propio. Ahora por riguroso turno, cada vez elige uno, con la solo excepción de cuando es algo especial que afecta a uno de los dos de manera específica: cumpleaños, santos, de los padres, fiesta de algunos de sus amigos íntimos u otras personales y concretas.
Y sin embargo, el hombre de hoy, y principalmente la juventud de hoy, las parejas como nosotros, quisieran borrar del diccionario una serie de palabras, y sobretodo de sus significados y su realidad existencial que les molestan y duelen a sus finos, delicados y egocéntricos oídos.
Pecado, muerte, enfermedad, padecimiento, sufrimiento, renuncia, dolor, angustia, sacrificio y abnegación. Esas realidades no están de moda.
Tienen esas palabras y sus significados entre los términos más temidos y no deseados, prohibidos, enterrados, descartados de sus intenciones y decisiones, de sus vidas.
Hoy sólo mola “mi bienestar”, mi comodidad, mi prosperidad, mi regusto, “ser feliz”, pero sólo ser YO feliz.
En el fondo, bueno y en la superficie, es un regodeo de nuestros egoísmos, y así paliamos y capitidisminuimos todo lo que es incompatible con nuestros deseos de felicidad exclusiva y egoísta, centrados todos en mi yo. Por concesión graciosa, pero evidentemente sometida y subsiguiente a la nuestra a veces admitimos detrás la felicidad de nuestra pareja u otros, siempre que no se inmiscuya en la nuestra.
Hay que borrarlas de la realidad de mi vida en todo lo posible. O tenerlas en el inconsciente enterradas y cuando se hacen presente en la realidad de la vida y en el consciente huir de ellas como de la peste. No pensarlas o pensarlas como inexistente o que nunca me van a llegar.
Y así muerte, hermana muerte, el cristiano paso a la vida en Dios, lo llamamos eufemísticamente pasar a mejor vida, descansó, se fue, nos dejó, ya terminó todo para él. Y pecado será igual a limitación, debilidad como máximo. Sí existen las aberraciones de otros y o para otros. Mal trato femenino ( o masculino que de dominaciones y violencias incruentas está la historia y los matrimonios llenos) injusticias personales o sociales, opresiones y explotaciones, sobre todo de la infancia, insolidaridad, (porqué habrán nacido tantas ONG, no serán algunas, no digo todas, tranquilizadores de conciencias) explotación sexual, y otras mil barbaries que parecen que están pegadas a la piel de la humanidad con tal fuerza que no se arrancan ni con la piel, ni con la cultura, ni con el progreso progresivo del que presume la izquierda.
Pero volvamos al amor cuando se reviste por necesidad, no por altruismo o masoquismo, de sacrificio, renuncia, privación y dolor en nuestra persona por el bien y la paliación del mal en la otra.
“En la salud y en la enfermedad, en el gozo y en el dolor, en la alegría y en las penas y tristeza.” Así te recibo y me entrego.
Y quien no comprenda, vea y sienta amor, e incluso alegría, en el sacrificio por el otro, ni sabe lo que es amor, ni ha comprendido lo que es amar, ni entiende lo más mínimo, y hasta rechaza, la Pasión de Cristo.
Pero todo Viernes Santo tiene su Sábado de Gloria y su Domingo de Resurrección. El dolor en el cuerpo del cristiano, la angustia y tristeza en el alma del creyente es la Pascua del Señor. El paso, (“pascua”) el camino y el encuentro con el Cristo resucitado. L a muerte no es la muerte. Es el paso a la vida. Y así en la pareja lo negativo de todo mal, (no en el sentido de pecado) al ser compartido se convierte en un bien compartido.
El dolor une cuando se soporta y se ama por el ser amado. ¿No es así el dolor de la madre ante un hijo enfermo? Cuando la prueba parece insuperable, la muerte de los padres o de un hijo, la de la esposa o el esposo, solo el amor encarnado en el dolor, la supera.
Sólo el amor a Dios, el espejo de Cristo en la Cruz, de María al pie del madero, la hace soportable, llevadera y superable.
Ama así, y será un nuevo eslabón más que de acero, de amor, el que te una a tu pareja.
Dios es amor, pero entregó a su Hijo Unigénito a la muerte, y muerte de Cruz, para que en su Resurrección resucitara todo hombre. Y toda pareja. Y tú.
Me ha salido un sermón, querido Diario, pero lo copie al pie de la letra de la hoja de sugerencias de la reunión.
Besos. También ti, José Carlos, que te tengo olvidadillo. No seas celoso. Mil besazos, Ana.
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51.- "En la salud y en la enfermedad"
CUANDO LLEGA LA CRUZ.
Carta: De Carlos al grupo.
Todos los días de mi vida.
52.- "Ya tiene un año"
Nuestro hijo cumple un año feliz.
53.- "El golfo de Víctor Manuel"
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Mi Diario. Reunión del doce de mayo de 2007. Sábado.
De Vanesa.
La Infidelidad de Víctor Manuel.
Vanesa me escribe que ha descubierto la infidelidad y los engaños de su marido, Víctor Manuel.
La carta está en “Enemigos del amor”.
Se recomiendo al lector releerla antes de leer las dos siguientes. Gracias.
De Vanesa.
ENEMIGOS DEL AMOR.
AFECTIVOS.
“El golfo de Víctor Manuel”
Mi Diario REUNION del veinticuatro de septiembre de 2005. Sábado.
LA FIDELIDAD.
Hasta que la muerte nos separe.
Mi Diario a diecisiete de septiembre de 2995.
He vuelto a copiar aquí el texto de "La infidelidad de Víctor Manuel" para que sea más fácil leerlo, pues Carlos y Elena nos dijeron que lo volviéramos a leer para completar el tema de la Fidelidad en el amor, aunque ya lo vimos al tratar de los enemigos del amor.
Así, hoy diecisiete, y el próximo sábado, veinticuatro, leeremos los dos temas complementarios a la infidelidad/fidelidad y así tendremos una visión total de cómo creer en el amor siendo fiel.
DE Vanesa.
“El golfo de Víctor Manuel”
Enemigos afectivos d3el amor.
Estimado Carlos:
Porqué será que la corneada, es la última en enterarse. Víctor, Víctor Manuel, mi marido, es un padre ejemplar. Siempre lo ha sido desde hace cuatro años y medio que nos casamos. Cuando nació Guasimara, nuestra pequeña de tres, se le desbordó la paternidad y el amor hacia mí. Por causa de las causas, estaba en el Golfo Pérsico patrullando, dando el callo por la civilización occidental y la abolición del terrorismo y yo llevaba ya nueve meses de embarazo sola, más sola que la una, más, que la más viuda entre las viudas.
Me regaló una pulsera de brillantes, eres la mejor de todas las madres y me has dado la hija más bonita del mundo. Tú te lo mereces todo y mi amor por ti es casi tan ancho y largo como la rosa de los mares y tan alto como la estrella de los mares Iris. Todo poético, todo amoroso, todo paternal, todo bondadoso.
Mi madre, bendita sea que tengo una madre encantadora y que me adora, pasó en Rota conmigo casi mis primeros tres meses de embarazo, pues estos son fatales para mí. Devuelvo, amanezco con mareo, dolor de cabeza, y unas arcadas que me hacen estar tirada en el sofá de salón casi todo el día.
Y tres meses antes de dar a luz el “señorito marino” o el marino señorito, no sé, se fue a navegar. La Patria lo llamaba. El deber, el servicio y la protección de la comunidad, la Armada, la Marina, su trabajo, su carrera, sus posibilidades de ganar más y ascender, el que todo sus compañeros, militares de honor, se habían ofrecido ya, eran sus argumentos una y otra vez para justificar, a pesar de mi embarazo, su presentación como voluntario a tan arriesgado y valiente destino. A navegar como primer oficial de la Corveta o Fragata o no sé que cascarón con cañones a los mares de próximo Oriente.
Hizo su petate, bueno su maleta, más contento que nunca. Eso sí, sus trajes y uniformes bien planchados, sus camisas blancas impecables, sus zapatos negros como soles, sus, sus, sus…
Y yo envuelta en mi bata rosa todo el día, de la cama al sofá, pues el médico temiendo que lo perdiera me mandó reposo absoluto. Menos mal a Manuela, que es un sol y me cuidaba como a una hija, más que como a la señora del primer oficial del “Jaime El Conquistador.” Que luego resultaría ser el conquistador de Jaime o de Víctor.
La sonrisa no se le quitaba del rostro, de oreja a oreja, ni para despedirse. Para él, el barco es su felicidad. Sí, ya sé, le gusta navegar, es su profesión, su trabajo y si el trabajo es vocación, nació para cruzar los mares, y le agrada es mejor que si fuera un trabajo desagradable o que odiara.
Pero lo que desde luego le gusta es su independencia, su alta aristocracia del mando, sus marineros a su servicio, la tranquilidad de su confortable camarote, antes eran unas pocilgas estrechas y malolientes, pero hoy los de los oficiales son residencias de lujo, con su ordenador, su Internet, navegar navegando, su música en la cadena pequeña estéreo, su butaca cómoda para leer sus novelas o libros, y luego su sala de oficiales para jugar a las cartas, al dominó, leer el periódico o charlar amigablemente sobre las últimas conquistas en el último puerto de ruta.
Sí, Carlos, como siempre una “mala amiga,” mujer del Tercer Oficial, compañero de Víctor Manuel, me lo ha chivateado todo.
Ella se ha enterado que su marido, Domingo, es un juerguista y un ligón descarado de todos los “piano bar” de todos los puertos. Y antes, de todos los caraoques o como se llamen. Y, ¡ah! maravilla de las maravillas, su compañero de aventuras y chabacanerías, de juegas y francachelas, de copas de más y mujeres treintonas separadas y hambrientas,
su inseparable y adorado, por superior ligón y avistador de piezas a tiro, es Víctor Manuel.
Quién lo iba a decir del buen hijo, casta de marino, abuelo, Medalla Militar, padre Almirante, ya retirado, con ejemplar hoja de servicio, mejor marido y excelente padre, marino ejemplar y orgullo de la Escuela de Marín.
Ha dejado mi vida deshecha pues tras el nacimiento de Guasimara volvió al mar. A la Mar, como ellos dicen. La mar es femenino. Si será por los ligues en cada puerto. No un amor en cada puerto. Eso sería hasta romántico. Un revolcón en cada puerto y con cualquiera a tiro, en esos bares, donde van a parar todos las solitarias en busca de solitarios, para consuelo y recreo mutuo.
Ves porqué esta carta está llena de ironías y despecho. El muy “cerdo”, perdón, Carlos por la palabra, pero lo es, me volvió a dejar embarazada, espero a Jaime, - hay que tener al menos la parejita, debemos cumplir “el crecer y multiplicaos”, hay que ser solidarios con la humanidad, tengo unas ganas locas de que “ME DES” un varón, ¿será cochino?, me des,- volvió mi madre, bendita sea, y se fue a navegar por los siete mares buscando tranquilidad, comodidad, disfrute, placer y siete revolcones con siete desconsoladas.
Y mientras, yo en casa, atada a la pata de la cama por el sagrado compromiso del sacramento y de mi fe, de la que gracias a Dios no reniego, pues es mi única fuerza para “navegar”entre colegio de Guasimara, lavadoras, cocinar, preparar la ropa de Guasimara, bordar la canastilla, pañales, camisillas y faldón almidonado para el bautizo.
¿De verdad me casé para esto? ¿Porque yo no trabaje, debo seguir aguantando sus infidelidades, ya que él es quien trae el dinero a casa? ¿Por mis hijos, porque tengan un padre, un padre como ese, merece la pena aguantarle?
¿No son en verdad “los hijos de nadie,” pues él, desde ahora, es ya “nadie” para mí?
De verdad que no sé que hacer. No me atrevo a contárselo a mis padres. No puedo trabajar, lo encontraría, creo que pronto, pues soy una muy buena abogada “feminista”, - ¡OH! ironía de las ironías, - especializada en ayudar a mujeres, maltratadas, engañadas, separadas o por separar, ni buscar trabajo ahora en medio de mi embarazo.
Sólo sé que mi barriga engorda y engorda mientras ese canalla vive sin peso ninguno su vida de juergas y francachelas salvajes.
Un beso fuerte. Espero que te acuerdes de nosotros pues el padre de Víctor Manuel estaba destinado en Las Palmas, en el Arsenal, cuando hicimos el Cursillo para casarnos y nos casamos en la Base y allí lo celebramos.
Te mando mi dirección pues espero ansiosa y angustiada tu respuesta. Otro beso fuerte y para Elena, que maravilla de mujer tienes, dos.
Vanesa.
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54.- "Dalia, hasta que la muerte nos separe"
Mi Diario. Reunión del veintiséis de mayo de 2007.Sábado.
A Vanesa.
“Y prometo serte fiel, Dalia, hasta que la muerte nos separe.”
LA FIDELIDAD CONYUGAL.
Javier, mi querida Vanesa, es marino mercante. Capitán de un barco de trescientas toneladas, pequeño buque de carga, que conocí en Palma de Mallorca llevando los vinos de la vega de Jerez desde El Puerto de Santa María. Yo trabajaba allí en de Delegado de la Consignataria. Tendría unos cuarenta y dos o tres años. Era alto, delgado, moreno y de buen parecer. Me invitó a cenar a un Celler, Can d’emoni” y a las nueve le recogí en la escalerilla de su barco para ir juntos.
Simpatizamos. Yo era entonces soltero y ya novio de Elena. Al cabo del rato de estar cenando y casi sin unas copitas porque era casi abstemio, ya empezó la charla más personal e íntima. Tenía ganas y necesidad de hablar. De hablar de sus cosas. De hablar de lo que cada día y cada noche echaba de menos. Afectivamente. Sensitivamente. Quizás, no le reveló claramente, sexualmente. Javier tiene tres hijos y una bella esposa para él la más guapa del mundo, sevillanas, que se llama Dalia. Bonito nombre de flor hermosa. Como ella, me dijo.
Con él navegan, dos oficiales, Primero y segundo de a bordo, Samuel y Pepe, un Contramaestre, Siso, un Jefe de máquinas, Rubén y su segundo, Tito. Ellos seis forman la oficialidad del barco que se completa con ocho o diez, no me acuerdo, marineros, casi todos gallegos.
Antes de empezar estos tres o cuatro viajes contratados desde El Puerto a Palma para el vino y volver con alubias de Alcudia, han hecho viajes a Amberes y Hamburgo con otras cargas. En Amberes, los juerguistas de su oficialidad, tres de ellos casados, le llenaban cada vez los camarotes de “finas señoritas” para pasárselo en grande. Nunca quiso intervenir, me repugna solo el pensamiento de engañar a mi mujer, creo que sería un engaño deshonestidad, desleal a toda mi familia, incluido mies tres hijos, que confían y admiran enormemente a su padre, me tienen por un hombre cabal, muy enamorado de su madre, y les dejaba hacer a su aire sin que sus insinuaciones y propuestas le afectaran grandemente. Cuando ellos decidían llamar a la Agencia de señoritas bien, debía ser cara y de “buena reputación” quiero decir de calidad manifiesta y conocida por los clientes, aunque quitándole el “re” delantero y el “ción” final era totalmente exacta, yo me iba a la ciudad a algún cine de doble película para no asistir ni como mirón al espectáculo. Hacían apuestas y puntuaban las actuaciones de cada “señorita” que se intercambiaban en los camarotes. Entre risotadas y carreras en pelota de ella de uno a otro.
Un día al volver a las tantas de la ciudad al puerto y llegar a mi camarote nada más encender la luz alguien en mi cama metida destapó toda la ropa y quedó completamente desnuda sobre ella. Era un cuerpo de mujer, joven, veintiuno o veintidós, delgada como a mí me gustan sin ser escuálida, pechos redondeados y bien formados sin ser excesivamente grandes, debían estar duros como la piedra, por la tersura de la piel, con pezones grandes y redondos, en unos alvéolos que los rodeaban como dos rosetones grises enormes, piernas alargadas y deliciosas, con un pubis negro oscuro y abundante, para qué voy a contarte, me habían metido en mi cama y allí me esperaba ansiosa por conquistarme todo un bombonazo de mujer que podía atraer hasta al más frío y desapasionado.
Tuve que hacer un esfuerzo, soy hombre como tú y lo comprenderás, para con una sonrisa que no la humillara pedirle por favor que se vistiera. Me miró y con otra sonrisa y un gesto incitador de todo su cuerpo, contorneándose en el lecho, me volvió a invitar a acompañarla. Te lo ruego, pequeña, y no te lo tomes a mal pues no es un desprecio, eres muy hermosa y atractivísima, vístete y te invito a una copa o a un wuisky.
De mala gana salió de la cama como si hubiera fracasado en una apuesta. Y eso era una apuesta. Los muy traidores la habían contratado pagando carísimo y la habían retado a que no era capaz de hacerme acostar con ella. De vencer hubiera cobrado el doble.
Se sentó a mi invitación a un lado de mi mesa. Le serví una cerveza, pues eso me pidió.
Me dijo que era estudiante de Ingeniería, que tenía veintitrés años, que sus padres no podían ayudarla más a seguir la carrera y que una amiga la había puesto en contacto con la Madame para encontrar perras y seguir su carrera. Que esto no le gustaba pero que no tenía más remedio. Así que me la habían pedido culta y con carrera. Le prometí la otra parte de “su sueldo” si callaba y los acallaba, y le conté que para mí era parte de lo más íntimo de mi ser serle fiel a mi mujer, que jamás le había engañado ni con el pensamiento ni siquiera con un sutil y vaporoso, soñoliento y medio consciente sueño erótico.
Que perdonara pero que era mi forma de pensar y de sentir. Mi forma de amar.
Quién pillara uno como tú, con la cantidad de canallas y desvergonzados, calentorros y salidos que hay por ahí entre los casados. Llegar a puerto y al correspondiente polvo de desahogo.
Ves, Vanesa, que hay hombres que tiene el sentido profundo del amor y que saben que amar es ser fiel. Ves que el amor tiene necesidad imperiosa de fidelidad.
Y ves que se puede ser fiel por muy difíciles que sean las circunstancias. Puesto el principio, que es inamovible, debo decirte que el hombre es más pasional que emocional. Que no se “fija” tanto, que no queda atado por la aventura, con la mujer con quien la tiene, porque sólo busca el placer del momento sin compromiso alguno.
No queda atado como la mujer cuando tiene una aventura en los sentimientos y el amor, aunque este amor sea muy primitivo e imperfecto, lleno de egoísmo y placer propio.
También es más débil, más vulnerable en las ocasiones y en el qué dirán de los demás aventureros.
Y no te digo todo esto para disculparlos. Como culpables son culpables de mucho daño, de muchos sufrimientos, de muchas angustias femeninas, de muchas incertidumbres y de muchas rupturas dolorosas, porque aunque se separen el corazón femenino sigue muchas veces muy profundamente anclado en “su hombre”, su marido, su vida y su amor.
Pero antes de tirar todo por la borda, de romper todas las amarras, de destrozar tu vida y tu corazón para siempre, de tomar una postura “de dignidad” y de superioridad en el bien, yo soy la inocente y por tanto ahora se debe arrastrar ante mí, mira si hay algo salvable, aunque quede la herida siempre sangrado un poco para siempre, a pesar del perdón del corazón, que es olvido.
Dios sabe de qué barro estamos hechos, pues nos hizo El de ese barro, “tomó un poco de barro y sopló,” y tú debes saber también de que barro está hecho tu marido, Víctor Manuel, porque es tu mismo barro. Mira para dentro y no te creas superior porque te ves limpia.
Lo primero es serenarte y aceptar los hechos como son con todas sus consecuencias posibles y todas sus maldades, pero también con alguna puerta abierta.
Cuando tu corazón haya llegado a la serenidad con serenidad habla con él. Seriamente, lealmente, duramente, intransigentemente en lo que es intransigible. Dale tiempo para pensar y reflexionar. Para aceptar su error, mayúsculo, sí, pero humano y perdonable pues Dios sabe perdonarlo. No recrimines. Iba a decir que ni llores. Se fuerte. Se exigente pero que él vea que le sigues y seguirás queriendo siempre porque tu amor es fiel y porque adoras al que es padre de tus hijos.
Reza. Reza mucho. Vuelve a rezar y espera. Ten esperanza. No pongas condiciones ni marques más pauta que la de la fidelidad a ultranza. No des plazo de prueba. Deja que él vuelva cuando quiera volver. No lo quieras recibir con las orejas gachas y llorando como un bobalicón, sino arrepentido del dolor causado, de rodillas solo ante Dios y con el propósito decidido y verás, fuerte, valiente, de hombre, de no engañarte más ni de pensamiento.
Que pueda ser así. Que el tiempo y tu generosidad haga borrar tanto dolor de tu alma. Que no hay rencores ni revanchas ni recriminaciones futuras. Que aunque algunas veces te duela en lo profundo del alma nuca los vuelvas a sacra a flote porque el perdón de corazón olvida para siempre, y jamás dice si pero tú un día… tú fuiste así… tú eres capaz de volver… como aquellas esta otra y cientos.
Vanesa, espero que Víctor Manuel que yo sé que te quiere y que sus aventuras han sido arrastrado más por los demás, su debilidad, su soledad, su fragilidad, su barro mal cocido, vuelva a ti y si en algo te defraudó, como Saqueo con el dinero, te lo devuelva cuadruplicado y centuplicado, en amor, dedicación, agradecimiento eterno y silencioso, fidelidad fiel y sincera, para que sigáis siendo una familia en que los hijos adoren a sus padres como es en la vuestra.
Un beso fuerte
Carlos
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55.- "Prometo serte fiel todos los días de mi vida"
Mi Diario. Reunión del dos de junio de 2007. Sábado.
A Vanesa
Segunda carta tras el perdón.
Es la fidelidad una parte integrante del amor de pareja hasta tal punto que es lo que los filósofos llaman una nota característica de ese mismo amor de pareja, hombre-mujer.
Si no existe, no hay amor, no hay verdadero amor.
No es pues la Iglesia o los curas, quienes no machacan con que para que haya matrimonio tiene que haber voluntad decidida de fidelidad.
La infidelidad asumida y aceptada como parte del matrimonio, es decir el no estar dispuesto a serte fiel todos los días de mi vida “en el momento” de la boda es causa irremediable de nulidad en el sacramento. Así de necesaria es.
Ama, dice San Agustín y has lo que quieras. Y yo te añado ¿puede el que ama, el que ama de verdad, hacer algo que haga daño al ser amado? ¿No es ya esto un acto de desamor, y por tanto una señal inequívoca de que no le amas?
El amor nos deja libre como te dije cuando hablamos de la libertad porque es el amor el que libremente se auto limita a no hacer nada en contra del ser amado y a auto realizarse amándole.
Si tu novio-novia te engaña, no te cases con él-ella, no te quiere. Este axioma tan tajante que yo suelo decir a los novios en prematrimoniales, es verdadero. Yo sé que exige matices, propios de la debilidad y limitación humana. Los claroscuros del hombre-mujer pueden crear ciertas escaramuzas entre la fidelidad y el flirteo o el placer extraconyugal. Pero no es fidelidad, es desamor. Pues en lo esencial es verdadero y así es. El amor exige fidelidad. El amor exige ser fieles a la palabra dada.
La fidelidad está en el pensamiento, en la voluntad y en el corazón: de la persona entera. Porque el que desea a la mujer de su prójimo y la mira con deseos carnales ya adulteró en su corazón, nos dijo el Señor.
Hay muchos-muchas que son fieles de cuerpo para fuera pero que su imaginación y sus ensoñaciones le llevan a una serie de correrías amorosas libidinosas por su mente y sus deseos, a fantasías lujuriosas y lúbricas, carnales, incontinentes y lascivas, a sueños descontrolados amorosos, y en que la voluntad no cede porque no puede o no tiene ocasión, o simplemente se muere de miedo o de vergüenza, pero no por virtud y fidelidad
Y prometo serte fiel… todos los días de mi vida hasta que la muerte nos separe.
La fidelidad como límite de mi entrega es pues el límite superior de nuestra entrega amorosa a la pareja. Una fidelidad total llega hasta los extremos más exteriores de nuestra persona, la marca, la delimita y crea el círculo perfecto interior en que estás sólo tú. Todos los demás están en el exterior del círculo, y nuestro amor será amor pero siempre dentro de otra esfera. Amor paternal, filial, fraternal, amical, a la vida, a los animales, a las plantas, a la naturaleza entera en el maravilloso cosmos creado amorosamente por Dios Padre y como Padre, Creador.
Así las dos principales característica del matrimonio humano, y no solo del sacramento cristiano, sino de la pareja unida por ley natural, la donación plena y la fidelidad completa todos los días de la vida son exigencias del amor mismo y no imposiciones exteriores de institución alguna o necesarias por ser sacramento de Jesús y de su Iglesia.
Abre tu corazón al amor y déjate llevar por él con la generosidad, la magnanimidad y grandeza que son los límites del amor. “La medida del amor es amar sin medida”. Ama así, Vanesa querida, a tu marido. Y ya que por su arrepentimiento y decidido y real propósito de cambio, has llegado al sincero perdón y olvido absoluto, bórralo de tu mente para que te deje ser feliz sin grietas, vive de nuevo la plenitud del amor a Víctor Manuel en el amor humano y el la plenitud del Sacramento por la fe que ambos profesáis en Jesús y en su Iglesia.
Un beso cariñoso, alegrándome inmensamente de tu nueva felicidad,
Carlos.
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