jueves, 24 de enero de 2008

13.- "De criatura de Dios, a hijo de Dios"

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Mi Diario a trece de mayo de 2006. Sábado mañana.
Se reúnen en casa de Ana.
El Sermón.
El Bautismo del agua.
La luz.
Los oleos.
La Presentación y ofrenda a la Virgen de Monserrat.
El canto de “Aunque recorra la vida”
El desayuno.
Las felicitaciones y los comentarios. Así si es hermosa la ceremonia del Bautismo.
(Carta de Carlos, bisabuelo, a su nieto, sobre el bautismo)
Isabel está a punto, a punto.


Mi Diario a trece de mayo de 2006. El bautizo.

Este sábado habíamos quedado mi suegra y yo con Fray Raico, monje del Monasterio de la santísima Trinidad de Santa Brígida, en la Cuesta de la Rama, para bautizar a Nachito, Ignacio como le llama nuestra pequeña Sonsoles. Quedamos primero a las diez y luego como no había mucha prisa lo retrasamos para las once a fin de que llegaran todos con más tranquilidad. En verdad solo íbamos mi familia, la de José Carlos, dos o tres amigos íntimos de nuestros padres y otros seis o siete nuestros, ya del Colegio, ya de la Carrera ya del trabajo. Y el grupo de Cursillo completo. No pudo venir Don Matías a la ceremonia pues le tocaba toar el órgano en la catedral, de la que es organista creo que suplente. Invitamos también a Maisona y Eduardo que vinieron con sus tres pequeñas y con Belén. El mayor está en Pamplona estudiando.
El Monasterio fue un deseo de mis suegros, que a veces van allí a Misa y que Fray Raico y los otros monjes son muy amigos de los hermanos de José Carlos y de José Carlos mismo.
El sermón o las palabras del oficiante fueron muy hermosas y emotivas. Fue casi un diálogo con todos nosotros sobe que le pedíamos a la Iglesia para nuestro Nachito y que le iba a dar el bautismo a nuestro hijo como nos dio a nosotros.
Creo recordar que dijo que nos hacía hijos de Dios las aguas del bautismo, que recibíamos esa paternidad gracias a redención de Cristo Jesús, que nos infundía los dones del Espíritu Santo, que nos libraba del pecado original, que más que un pecado es una carencia y desde luego no es personal ni se puede impura como una ofensa a Dios del bautizado, y que si se bautizaba un adulto le limpiaba igualmente de toda mancha anterior al bautismo con la misma fuerza de la Penitencia o Confesión. Por el Bautismo entramos a formar parte de la Iglesia de Cristo, reunión de hermanos y pueblo de Dios que camina hacia el Reino.
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