jueves, 24 de enero de 2008

09.- "He oído tu voz, Señor. Aquí estoy"

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Mi Diario a quince de abril de 2006. Sábado media tarde.

Tras la misa de hoy a las doce, y un rato de oración antes de comer, yo sé que he oído tu voz, Señor, y quiero decirte como Isaías, "Aquí estoy". O como María "he aquí la esclava de Señor, hágase en mí según tu palabra, tus deseos, tu santísima voluntad, Señor mío y Dios mío"
Estábamos en la capilla José Carlos y yo, de rodillas, juntos, cogidos suavemente de la mano, ante el Sagrario, y la voz que sentí en mi corazón tras la comunión, -“Ana, yo soy tu Buen Pastor. Tu eres una oveja amada y privilegiada de mi rebaño y te necesito para amar más a mis hermanos, los hombres, y a tus hermanos, los hombres.”- la volví a sentir con claridad desde el Tabernáculo.
“Señor, aquí estoy. Hágase en mi según tu palabra” le respondí sin palabras. Quedé transformada, poseída en tota mi persona por su presencia y por su amor.
Me sentí anonadada, pequeña, insignificante, pobre, paupérrima pero me atrevía a añadir: “siervos inútiles somos, sierva inútil soy, pero todo lo puedo en ti que me confortas, mi Jesús”
Miré a José Carlos levemente a su rostro. Tenía los ojos cerrados, pero clavados materialmente en el Sagrario. Supe, supe sin lugar a duda que el Señor le estaba hablando. Supe que sus palabras eran. “José Carlos, yo soy tu Buen Pastor, y mi ovejas conocen mi voz. Apacienta mis ovejas en tu entrega sacramental del matrimonio.”
Oí en mi corazón a José Carlos que con inmenso amor le decía: “Señor, tu sabes que te amo. Aquí estoy con Ana para ti”
Luego abrió los ojos y nos miramos. Creo que tenía una luz en sus pupilas que nunca había visto. Había tanto amor, tanto cariño, tanta entrega, tanta transparencia de Dios en nuestras miradas que quedaron fundidas en una solo. Yo sé que José Carlos escuchó lo que el Señor me dijo mi respuesta, como sabe que yo se cómo le hablo y que le dijo él.
Nunca hemos explicitado esta vivencia del Señor ni esta donación amorosa y mutua de los dos hacia El, nos referimos a ella como “te acuerdas de aquel momento tan maravilloso juntos ante Jesús” y sabemos los dos a todo lo que se refiere con detalles y a todo el compromiso con el Señor a que llegamos aquel día.
Pero no creáis que fue una aparición ni un milagro. No lo creas tú tampoco, querido Diario.
Es la formas normal con que el Pastor a pacienta a sus ovejas y les habla. Es la forma normal como sus ovejas conocen su voz, y El da la vida por sus ovejas.
Nosotros Señor, José Carlos y yo desde aquel día queremos dar la vida por ti y por tus ovejas. Las de nuestro rebaño pequeño que serán nuestros hijos, tu aprisco, nuestro hogar. Las del gran rebaño, tu Iglesia, la Casa del Padre, aquí abajo. Las ovejas perdidas, escapadas por la puerta sin cerrar de tu corral y tu alpende.
Gracias, Señor, por haberme aceptado en tu rebaño, por haberme llamado por mi nombre, por haberme enviado a mis hermanos con la “buena nueva”, sin exigencias, sin imposiciones, solo como anuncio, como buena noticia. “Dios ha nacido para amarte más, ha puesto su tienda entre nosotros, para estar en nuestro pueblo, Dios existe, sí, Dios existe, Dios ES el que ES, (Y Soy el que Soy) y es nuestro Padre.
¿Se puede anunciar algo más maravilloso algo más grande, algo más amoroso, algo más misericordioso, algo más paternal que la Paternidad de Dios?
“Quien a Dios tiene nada le falta”. ¿Puede faltarte algo siendo como eres en efecto y en verdad HIJO DE DIOS? “Sólo Dios basta.”
Todo nuestro Matrimonio Sagrado por tu Sacramento será Señor, con tu gracia y por tu Alianza, la Imagen del amor de Dios a los hombres y de Cristo a su Iglesia.
Imagen viva, fuerte, luminosa, atractiva, de gracia para el que está fuera, de fuerza para el que esté dentro, convincente por sí no por nosotros, como la Palabra de Dios que tiene fuerza y gracia en sí misma.
La fuerza del mensaje, no del mensajero. Haz, Señor, que yo mengue, para que Tú crezca.
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