jueves, 24 de enero de 2008

01.- "Haz, Dios mío, que yo me conozca"

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COMO CRECER EN EL AMOR.
CULTIVAR EL AMOR.
Cultivar con “mimo” estos detalles:

I.- CONOCERNOS.

CONOCERNOS A NOSOTROS MISMOS.

Mi Diario. Reunión del once de febrero de 2006. Sábado.

Hemos empezado hoy la última parte del tema “El Amor”, Crecer en el amor, y para ello lo primero que debemos hacer es conocernos. Primero a nosotros mismos, luego a la pareja y a todas las demás personas que tratamos.
Conociéndonos podremos valorarnos, aceptarnos y amarnos. No hay que confundir el amor equilibrado y sensato a nuestra propia persona, que es una obligación y una virtud con el amor propio nacido del orgullo, de la envidia o de la arrogancia de supervalorarnos por encima de los demás, con el desprecio consiguiente al prójimo.
Pero como dice San Agustín sin el aunque muy limitado conocimiento de Dios, es difícil que nosotros, sus imágenes y semejanzas, nos podamos conocer realmente bien.
El, San Agustín, lo hace en forma de oración de petición. “Haz Dios mío que yo te conozca” para que “yo me conozca”.
Una mirada dentro de nosotros mismos, una introspección, un buen examen de conciencia, no de nuestras faltas y pecados, de nuestras debilidades y ofensas a Dios y al prójimo sino de nuestro carácter, nuestra forma de ser, nuestro talante ante la vida y los acontecimientos, nuestra idiosincrasia.
Bueno voy a copiar la carta de Carlos que son la base de nuestras reuniones en general y al final añadiré unas consideraciones sobre las aportaciones en la reunión de grupo.

Carta: A Jimena.
“Nóverim te, nóverim me”
Conocernos a nosotros mismos.

Querida Jimena:
Me dices que Pachín no te conoce pero que crees que tú tampoco te conoces a ti misma.
Te sorprendes muchas veces de ti y te sorprenden tus reacciones, que no son ni mucho menos las que tú te esperabas de tu forma de ser y de tu carácter. No son “tu persona”, tu personalidad. Reaccionas con tolerancia, yo te diría que con respeto a los demás, en cosas en que tú te crees muy tajante e inamovible, homosexualidad y lesbianismo, rupturas matrimoniales y separaciones, con nuevas parejas incluido, agnosticismos y descreimientos, falta de compromiso y de ser consecuentes con las convicciones o compromisos, como fe, trabajo, amigos, etc. Y que en otras que te creías abierta y que aceptabas desenfadada, te revuelves como una fiera corrupia y enfurecida, como mal trato femenino o masculino, explotación del más débil o del trabajador por cuenta de otro, abandono de los niños o de la educación de los hijos, egolatría de los poderosos, “raza superior” de las señoras sobre las sirvientas, todo eso siempre ha existido, decías, en tiempos atrás y no podemos cambiarlo.
Pero lo que me dices te tiene hecha un verdadero lío es tu mente al pensar, tus actos al obrar y tu corazón al amar.
Juzgas al pobre de Pachín con una severidad que casi te aterra a ti misma, no le pasas ni una, haces lo que te viene en gana cada momento sin pensar las consecuencias, y tu corazón a veces se desboca ante un hombre bien puesto, eso que llamáis “está muy bueno”, y tonteas y coqueteas, sin llegar a más, quizás no sabes ni por qué. Te detienes en el límite sin saber si te has detenido por miedo o por principios.
Ante un mismo hecho saltas de diferente manera y usas las mismas maneras para diferentes hechos. Eres imprevisible. Te enfadas con una amiga por una bobería, y te tragas el sapo de otra sin rechistar siquiera. ¿Por qué soy tan voluble?
Bueno ya te vas conociendo un poco: eres voluble.
Ahora te queda ir concretando en que eres voluble y porqué reaccionas así o asado.
“Nosce te ipsum” Conócete a ti mismo. El conocimiento de nosotros es tan importante que San Agustín se lo pedía a Dios, como un gran favor. Conócete a ti mismo, dice la Biblia.
Te lo pondré en latín que queda muy bien y muy culto. Quod si nosmetipsos dijudicaremus, non útique judicaremur. I Cor. XI, 31.
“Si nos juzgáramos a nosotros mismos ciertamente no seríamos juzgados.”
Pero para conocerte a fondo te hace falta además de muchísima humildad y deseos ardientes de enderezar lo que pueda estar algo torcido, alguna charla y diálogo con un juez tranquilo, sereno e imparcial, que te mire además con buenos ojos, para que no sea muy severo sino que te vea desde el cariño y la amistad, y que tampoco se lo trague todo porque sea un bonachón o te quiera excesivamente. Aunque si el amor es también la verdad la excesiva condescendencia es debilidad del que juzga e injusticia de desamor al juzgado. Es no querer bien. La persona ideal, siéntate, sí, siéntate para escucharlo, es Pachín, tu marido. Bene noscit te. Él te conoce bien.
Tiene todas las características que te he dicho: Te quiere, es bondadoso, es recto, no se deja llevar por un cariño sensiblero y relamido, desea por encima de todo tu bien, pues te quiere con locura, yo lo sé, y tu también lo sabes, ¿verdad?, y se le abrirá el corazón en amor y ternura hacia ti cuando se lo pidas. Le hará feliz poder ayudarte y te pedirá, estoy seguro, que sea recíproco, que tú le ayudes. Conocerse mejor el uno al otro para así poder amarlo mejor y poder dejarse amar con más fuerza por él.
Sí mi querida sobrina Jimena, bueno, sobrina nieta, ¿no?, es Pachín. Tu Pachín. El asturianísimo Francisco Reverte del Lieja.
Una tarde, cuando ya estéis solos y algo tiernos, quizás acurrucados en el sofá, le dices con esa voz tan deliciosa que tienes y que entra bien por los oídos.
¿No me dijo una vez Pachín que de lo primero que se había enamorado era de tu voz?
Bien, le dices: tengo que pedirte algo. Aquí le besas suavemente en la frente, si está su cabeza reposando en tu regazo. Mira, Pachín, me he dado cuenta que algunas veces te juzgo con severidad y me trago mis propios sapos. Pero lo que es peor, me hago un lío conmigo misma y ni me conozco ni me entiendo. ¿Comprendes? No se cómo soy y por más que hago por conocerme, cada vez me conozco peor. Necesito tu ayuda, hablar contigo de mi misma, que me orientes, me ausculte, entres por todos los resquicios de mi alma y de mi mente, de mi corazón, y me ayudes a ponerlos en orden. ¿Lo harás? ¿Me seguirás queriendo aunque lo que veas no sea muy bueno?
Creo que en ese momento él te besará con esos besos que no son de pasión sino de todo amor, ternura, y cariño derretido.
De ahí para adelante solo hay que buscar un hueco sereno en el tiempo agitado de tu vida, un tema que tu mismas puedes sugerir, y una paz y sencillez para aceptar del otro lo que nunca será reproche sino amor y como amor debe ser recibido.
¿Te parezco muy presumida? Bueno, ¿en qué? ¿Vestidos, peinados, adornos, pero si no me has comprado más que bisutería, bribón desde el anillo y la pulsera de pedida, movimientos, al andar, en posturas, “poses”, al hablar, al dirigirme a tus amigos o a los demás, al mirarme siempre a todo espejo que se me ponga por delante, al…, al…?
Y así podrás ir sacando temas o facetas de ti misma. Le irá entregando tu yo y tu persona entera en todas sus facetas, le harás participe para pedirle perdón en lo que se haya pasado de más y corregirlo en eso que tu llamas “tus coqueteos”, pondrás en orden una serie de valores que tienes desordenados, de menos a más y de más a menos, afianzarás tus principios y criterios, siendo tolerante o respetuosa con los dispares de otro, y dulcificarás y flexibilizarás tus opiniones y manera de pensar sobre temas que no sean convicciones.
He dicho tolerarás disparidades a tus criterios y principios pues estos son la base de nuestro aceptado pensar que creemos firmemente que estás asentados en la verdad y el bien. Desde ahí no hacemos guerra, pero tampoco dejación de nuestras posturas en esos temas.
Te pondré un caso: para ti el matrimonio debe ser indisoluble y fiel, pues está basado en el amor y el amor es permanente y fiel sino no es amor. Pero aceptarás que otro no lo vean y piensen en boda civil, parejas de hechos, o relaciones humanas, hombre-mujer, de parejas estables. Y hasta inestables.
No aceptarás la homosexualidad o el aborto, pero sin compartir el criterio tolerarás o respetarás que otros piensen así.
En las opiniones es distinto. La opinión es un juicio provisional en que los elementos de juicios que tienes no son completos y por tanto no puedes alcanzar un criterio cierto y verdadero, o la cosa es tan sin importancia en sí, que al ver las otras caras del prisma puedes cambiar de opinión y hasta nueva orden. Si tal película es buena o mala, si ese cuadro es bello o feo, si debió obrar así o asado. En todos estos casos interviene en tal alto grado nuestra subjetividad, nuestra educación, nuestra cultura, nuestro ambiente, nuestras circunstancias, incluso desde el tiempo o la edad en que lo juzgamos, que elevarlo a criterio sería una estupidez de la mente, y una altanería del ego casi bestial.
Bueno, Jimena, un abrazo fuerte a Pachin y para ti un besazo fuerte y cariñoso.
Espero que el camino se haga suave al andarlo los dos juntos. Espero que deis los pasos acompasados y que el conoceros mejor sea para amaros más. Espero que vayas aclarando tu mente, dirigiendo al bien tu voluntad y amando y amando a tope la vida, los hombres, nuestros hermanos, todos, la naturaleza y las cosas, la bella naturaleza, el maravilloso mundo que Dios nos ha dado, el hermano sol, la hermana luna, el hermano lobo, etc. Y sigue tú con San Francisco, el poverello, y sobre todo a tu Pachín querido del alma, desde el amor tan irresistible que le tenías de novio, hasta la cumbre del amor en el sacramento que os hizo alianza y espejo del amor de Dios.
Con todo mi cariño y el de Elena,
Carlos.

Preguntas:
1.- ¿Cómo es nuestra mente al pensar, nuestra voluntad en sus actos al obrar y nuestro corazón al amar a las demás personas?

2.- ¿Me juzgo con benevolencia y le echo las culpas de todas “mis deficiencias”, las cosas que salen mal, a los demás empezando por los más próximos, mi marido, hermanos, etc.?
A los hijos los dejo casi siempre fuera porque “nada que haya salido de mí puede ser imperfecto”

3.- ¿Tengo humildad suficiente para juzgarme rectamente, la humildad es la verdad, decía Santa Teresa, sin buscarme subterfugios para disculparme o falsas razones para comprenderme?
4.- ¿Busco en una persona equilibrada y que m quiera bien, pero sin que se ofusque, sus criterios y sus opiniones sobre como soy, ya sea mi propia pareja, un amigo común muy cercano, un Sacerdote o consejero espiritual?

5.- ¿Tengo bien claro cuales son mis principios, firmes e inamovibles y mis opiniones, fundadas en una visión circunstancial y parcial de las cosas y por tanto adecuada a la verdad conforme la vaya conociendo?

Reunión de Grupo:

Sobre lo que discutimos más, sí discutimos pues los ánimos se levantan y olvidamos que estamos para dialogar, aunque al final todas las aguas se remansan, es sobre la facilidad que tenemos todos de buscar, como los niños chicos, añadió Elena que ya es abuela y lo ve muy claro en sus nietos, “chivos expiatorios” sobre quien hacer recaer todas las culpas dejando nuestra persona incólume y perfecta.
¿Quién ha sido? Pregunta a sus nietos. Ha sido María, Elenita, Blanca, Pía, o Marioles.
(Todos menos yo, claro.) Dijo Santiago.
Casi todos hacíamos o habíamos hecho examen de conciencia. Pero todos en relación a nuestras relaciones con Dios y con el próximo, que es la prioridad de Dios.
Tomás dijo que a veces hace de opiniones y costumbres de ver las cosas así, ideas furibundas a defender furibundamente. Que todos debíamos hacer un examen de conciencia mental sobre nuestras ideas para reducir nuestras convicciones a las que realmente deben serlas, que no son muchas. Lo que hay que creer es el Credo y muy poquitas cositas más, decía un curita francés amigo mío.
Y sin embargo, añadió Francisco Javier, yo veo a casi todo el mundo renuncia a la defensa de sus convicciones, sobre todo las religiosas, cogidas con pinzas muchas veces a su cabeza, y hoy aún más las profundamente humanas, sobre la vida, el aborto, la eutanasia, el suicidio, el matrimonio diferente al de hombre-libre mujer-libre, etc.
La dejación en educación, autoridad, lucha contra el consumismo y su bombardeante propaganda, la felicidad y el placer como último y único fin de la vida, caiga quien caiga, exprimiendo los momentos como un limón, y usando a las personas como pañuelos de papel, que cuando están usados se tiran a la basura y se busca otros que nos vuelva a enaltecer en el placer.
El relativismo, añadió Clara, hoy tan combatido por Benedicto XVI, que hace a mi conciencia y mente última referencia del bien, prescindiendo de Dios y de la naturaleza maravillosa y equilibrada de su Creación.
Todos los del grupo pensamos que conocerse bien era muy difícil y que quién mejor nos podía ayudar era nuestra propia pareja y la oración humilde y callada, añadió Mónica.

Conclusión:
Dame Dios mío inteligencia y tu luz para conocer la verdad y el bien, humildad y sencillez para aceptarla y amarla , y valor, generosidad y fe para defenderla con respeto a los demás y sin apabullar o imponerme.

Por eso Carlos nos adelantó que nuestro próximo tema sería “el estudio cariñoso del otro” por medio de unas encuestas “muy indiscretas”
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